16.8.23

EVANGELIO DEL DÍA

16 – Agosto. Miércoles de la XIX semana del Tiempo Ordinario  

Misioneros digitales católicos MDC

Evangelio según san Mateo 18, 15-20

Si tu hermano peca contra ti, repréndelo estando los dos a solas. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un pagano o un publicano. 

En verdad os digo que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en los cielos, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en los cielos. Os digo, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre que está en los cielos. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos». 

Comentario

La práctica cristiana de la corrección fraterna tiene sus raíces en el Evangelio. Es un medio fundamental para alcanzar la santidad y no desviarse del camino. En este pasaje, Jesús instruye a los discípulos sobre cómo deben practicarla entre ellos, con caridad, en privado.

La necesidad de corrección es universal, ya que a las personas les resulta difícil reconocer sus propias faltas. Así, su valor fue reconocido por autores paganos clásicos como Séneca (cf. De Ira, 3, 36, 4). San Ambrosio dio testimonio de esta práctica entre los católicos cuando escribió, en el siglo IV, “Si descubres algún defecto en el amigo, corrígele en secreto (...) Las correcciones, en efecto, hacen bien y son de más provecho que una amistad muda” (De Officiis Ministrorum II, 125-135).

El primer punto que se desprende del pasaje evangélico es que la corrección fraterna es algo bueno. Es necesario tener una actitud de humildad y disposición a aceptar la corrección. Sólo en la medida en que uno mismo esté dispuesto a aceptar la corrección fraterna y a enmendar su vida, sabrá cuándo y cómo es apropiado ofrecer una corrección fraterna.

Antes de hacer una corrección, conviene rezar por esa persona. Luego, una vez purificada la intención, sería prudente consultar a otra persona que esté en condiciones de juzgar si la corrección es oportuna o no.

Y entonces, con estas salvaguardas, estamos cumpliendo de forma muy práctica el mandato de amar al prójimo como a uno mismo, que es el mandamiento que resume todos los demás. Es el verdadero amor al prójimo el que nos lleva a cuidarnos tanto.

El afecto es importante para la eficacia de la corrección fraterna. Cuando las personas se preocupan realmente por los demás, la corrección fraterna será relativamente fácil, y será bien recibida porque el destinatario sentirá que el motivo es caritativo, y es humanamente más probable que lo asuma. De ahí la importancia de vivir la fraternidad en todos sus aspectos, y no sólo en la corrección de los demás.

También hay que perdonar cualquier ofensa antes de corregir. Justo después de este pasaje, Pedro pregunta a Jesús cuántas veces debe perdonar a su hermano cuando peque contra él. ¿Hasta siete? Y Jesús responde que no, hasta setenta veces siete. Donde hay verdadera caridad, con afecto, hay correcciones fraternas; y hay un verdadero ambiente de perdón también.

Andrew Soane  

Fuente: Opus Dei


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