Cuando nos encontramos en una situación de emergencia y no hay sacerdotes cerca, estas tres palabras pueden hacer la diferencia para entrar al cielo
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Es poco probable no conocer al
padre Jorge
Loring Miró, sacerdote jesuita de origen español que falleció hace algunos
años y que, sin embargo, sigue presente en las redes sociales porque fue
un incansable evangelizador y apasionado apologeta y defensor de la
doctrina católica.
Siempre vestido de negro y cuello
clerical, era fácil reconocerlo, no solo por su aspecto físico, sino por su
amor a la Eucaristía, sus catequesis, sus potentes conferencias y sus libros,
entre ellos el más exitoso: Para Salvarte que se ha convertido en lectura obligada para
quienes desean profundizar en el conocimiento de la fe.
1. LA SALIDA DE EMERGENCIA
Una de sus ponencias más
impactantes era en la que exponía la forma en que se podía preparar a una
persona para bien morir, haciendo un acto de contrición perfecto, lo que él
llamaba la «salida de emergencia», es decir, el perdón de los pecados sin
sacerdote, solo en tres palabras: «Dios mío, perdóname», pensando en que hay
que estar preparados porque en cualquier momento la muerte puede
sorprendernos.
El P. Loring decía, entonces, que
la esencia del acto de contrición es pedir perdón a Dios por
amor. Después, con su peculiar estilo, desmenuzaba cada término:
«El amor está en el MÍO. El
posesivo MÍO es amoroso. Cuando una madre le dice a su niño “cielo mío” es
porque lo ama. Pero una madre no le dice a su niño: “cielo de Constantinopla”.
Eso será geografía o meteorología, pero no amor. “Cielo mío” sí es amor. El
amor está en el MÍO» .
Así pues, decía que cuando
repetimos «Dios mío, perdóname», estamos pidiendo a Dios, a quien amamos, que
perdone nuestros pecados. Así resumía el acto de contrición perfecta,
hecha por amor a Dios, la cual recomendaba realizar en momentos específicos.
2. NO SABES SI VOLVERÁS A DESPERTAR
POR LA MAÑANA
La recomendación del padre
Loring es la siguiente: «Este acto de contrición, en tres palabras,
suelo recomendar rezarlo todas las noches, después de las tres avemarías antes
de acostarse. Por dos razones: Una, para que nos acordemos de hacerlo, en caso
de peligro. Si lo repites a diario, no lo olvidas. Y otra, por si nos morimos
esa noche. Esto es posible, aunque no sea probable. Pero muchos se acostaron
haciendo planes para el día siguiente, y no volvieron a despertarse».
3. AYUDAR A BIEN MORIR A ALGUIEN
En una de sus conferencias, el P.
Loring agregó que también podía servir para ayudar a una persona a bien morir,
haciendo esto cuando no haya sacerdote que pueda confesar al moribundo: repetir
con el agonizante tres veces “Dios mío, perdóname” o incluso, decirlo si la
persona acaba de fallecer.
Seguramente este apóstol de
Cristo de nuestro tiempo hizo todo bien, porque murió el 25 de diciembre de
2013, a la hora de la misericordia. Demos gracias a Dios por su vida y
testimonio.
Mónica Muñoz
Fuente: Aleteia