En una carta a los empresarios franceses, el Papa ofreció algunos consejos para guiar su labor y comprender el ejercicio de sus labores desde una mirada cristiana
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| Antoine Mekary | ALETEIA |
El Papa dirigió una carta a los
empresarios franceses reunidos en la Universidad de Verano del Medef los días
28 y 29 de agosto, en París. En este mensaje reconoció a los empresarios como
agentes de desarrollo y bienestar que pueden obrar el bien común gracias a
poder de mejorar la vida económica, la sociedad, la justicia y las condiciones
de vida de los más pobres, ya que ellos son «un motor esencial de riqueza,
prosperidad y felicidad pública».
A su vez, manifestó que la
Iglesia comprende «el sufrimiento del buen empresario», que «sufre cuando su
empresa sufre». «En los medios de comunicación se habla poco de las
dificultades y el dolor de los empresarios que cierran sus negocios y fracasan
sin tener culpa alguna. El libro de Job nos enseña que la desgracia
no es sinónimo de culpa, porque también golpea a los justos, y que el éxito no
es sinónimo inmediato de virtud y bondad». Por ello, expresó que la Iglesia los
acoge, acompaña y les da las gracias.
A continuación, ofreció algunos
consejos para guiar la labor del empresario y comprender el ejercicio de sus
labores desde una óptica cristiana:
1. CREA PUESTOS DE TRABAJO,
ESPECIALMENTE PARA LOS JÓVENES
«Hoy, una forma cada vez más importante
de participar en el bien común es crear puestos de trabajo, puestos de trabajo
para todos, especialmente para los jóvenes. Confía en los jóvenes: ellos
necesitan trabajo, y tú los necesitas a ellos. Cada nuevo empleo creado es
riqueza compartida que no acaba en los bancos para generar intereses
financieros, sino que se invierte para que nuevas personas puedan trabajar y
hacer su vida más digna».
El Pontífice señaló que aunque el
trabajo ennoblece al hombre, «es aún más cierto que es el hombre quien
ennoblece el trabajo. Somos nosotros, y no las máquinas, el verdadero valor del
trabajo».
2. EL BUEN EMPRESARIO NO ES UN
MERCENARIO
Expresó que «los empresarios
también son trabajadores» que viven del trabajo y viven trabajando. «Cuando el
empresario deja de trabajar, se convierte en especulador o rentista y
cambia de profesión. El buen empresario, como el “buen pastor” del Evangelio, a
diferencia del “mercenario”, conoce a sus trabajadores porque conoce su
trabajo».
Además, señaló que una de las
graves crisis de nuestro tiempo es «la pérdida de contacto del empresario con
el trabajo de su empresa y, por tanto, con sus trabajadores, que se vuelven
“invisibles”» y les pidió que no olvidaran que su vocación surgió de la
fascinación que un día sintieron por el «olor del taller» y la alegría de ver
sus productos realizados, o constatar la utilidad de sus servicios. «En esto
eres como José, como Jesús, que pasó parte de su vida trabajando como artesano:
“el Verbo se hizo carpintero”. Conocía el aroma de la madera».
3. UNA EMPRESA NO BASTA. ES
NECESARIO CUIDAR LA CREACIÓN
«El primer capital de tu empresa
eres tú: tu corazón, tu conciencia, tus virtudes, tu voluntad de vivir, tu
justicia. Este capital humano, ético y espiritual, vale más que el capital
económico y financiero. Hoy en día, los nuevos retos de nuestra compleja sociedad
no pueden afrontarse sin buenos empresarios».
El Papa aseguró que los
empresarios pueden vivir su trabajo «como una vocación, como una tarea moral,
como un destino existencial. Pero una empresa no basta, la economía es poco
para vosotros» y recordó que la creatividad e innovación también son
necesarias en la sociedad civil, en las comunidades y el cuidado de la
Creación. «Sin nuevos empresarios, nuestro planeta no resistirá el impacto
del capitalismo».
La carta, enviada desde el
Vaticano, finaliza asegurando que este es “un momento urgente, muy urgente” en
el que, tanto los empresarios como la sociedad en general debemos hacer más.
“Los niños os lo agradecerán, y yo con ellos”.
Aleteia Team






