En la tarde de este viernes 22 de septiembre arrancó el 44º viaje apostólico del Papa Francisco a Marsella, la ciudad francesa golpeada por la crisis migratoria donde participará en la conclusión de los Encuentros del Mediterráneo
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El Papa Francisco durante la oración con el clero en su viaje a Marsella | Crédito: Daniel Ibáñez/ACI Prensa |
Poco después de las 5 de la
tarde, las campanas de la imponente Basílica de Notre Dame de la Garde , situada en
lo alto de la ciudad, repicaban ante la llegada del automóvil del Papa
Francisco para participar en una oración mariana con el clero diocesano, donde
le esperaban 250 personas.
El Santo Padre ingresó en el
templo en silla de ruedas mientras el coro entonaba cantos en francés. Tras
unos emotivos instantes de oración en silencio ante la imagen de la Virgen
María, el Pontífice escuchó las palabras de bienvenida del Cardenal Jean-Marc
Aveline, Arzobispo de Marsella. El Santo Padre le contestó con algunas palabras
en francés y ambos protagonizaron un momento alegre y distendido.
“En la encrucijada de
pueblos que es Marsella —continuó—, es precisamente sobre este cruce de miradas
que quisiera reflexionar con ustedes, porque en él me parece que se
expresa bien la dimensión mariana de nuestro ministerio”.
Llevar a la gente a “la mirada de
Jesús”
A continuación, remarcó que los
sacerdotes y consagrados están “llamados a hacer sentir a la gente la
mirada de Jesús y, al mismo tiempo, llevar a Jesús la mirada de los hermanos”.
Señaló en esta línea: “Somos instrumentos de misericordia” e “instrumentos de
intercesión”. Además, como en ocasiones anteriores, recordó que el “estilo” de
Dios es la “cercanía, compasión y ternura”.
Más tarde, el Santo Padre se
refirió a la “primera mirada” de Jesús, “que acaricia al hombre”. Afirmó que es
“una mirada que va de arriba hacia abajo, pero no para juzgar, sino para
levantar al que está en el suelo. Es una mirada llena de ternura, que se
transparenta en los ojos de María”.
“Y nosotros, llamados a
transmitir esta mirada, tenemos que bajarnos, sentir compasión, hacer nuestra
‘la paciente y alentadora benevolencia del Buen Pastor, que no reprocha a
la oveja perdida, sino que la carga sobre sus hombros y hace fiesta por su
retorno al redil’”.
Por ello, el Papa Francisco pidió al clero aprender de esta mirada y no dejar “que pase un día sin hacer memoria del momento en que la hemos recibido sobre nosotros, y hagámosla nuestra, para ser hombres y mujeres de compasión”.
“Abramos las puertas de las
iglesias y las casas parroquiales, pero sobre todo las del corazón, para
mostrar el rostro de Nuestro Señor a través de nuestra mansedumbre, amabilidad
y hospitalidad”, instó el Santo Padre.
Asimismo, pidió que “cualquiera
que se les acerque no encuentre distancias y juicios, sino el testimonio
de una humilde alegría, más fructífera que cualquier capacidad
ostentosa”.
“Que los heridos de la vida
encuentren un puerto seguro en vuestra mirada, un aliento en vuestro
abrazo, una caricia en vuestras manos, capaces de enjugar lágrimas. Aun en
las numerosas ocupaciones de cada día, no dejen, por favor, que decaiga
el calor de la mirada paterna y materna de Dios”.
Además, pidió a los sacerdotes
perdonar “siempre” y ser generosos en el sacramento de la Penitencia.
El Papa Francisco aseguró
que “es hermoso hacerlo concediendo su perdón a los hombres con generosidad,
siempre, siempre, para romper las cadenas del pecado, por medio de la
gracia, y liberarlos de bloqueos, remordimientos, rencores y miedos contra
los cuales no pueden vencer solos”.
Afirmó también que “es hermoso
redescubrir con admiración, a cualquier edad, la alegría de iluminar las
vidas en los momentos alegres y tristes con los sacramentos, y de
transmitir en el nombre de Dios esperanzas inesperadas: su cercanía que
consuela, su compasión que cura, su ternura que conmueve”.
Por ello, el Santo Padre les
animó a estar “cerca de todos”, especialmente “de los más frágiles y menos
afortunados”, para que “no les falte nunca a los que sufren vuestra cercanía
atenta y discreta”.
Aseguró que solamente hay un
momento en la vida donde se puede mirar a las personas desde arriba, para
ayudarles a levantarse. Lo contrario, advirtió, “es un pecado de soberbia”.
“Así crecerán en ellos, pero
también en ustedes, la fe que anima el presente, la esperanza que abre al
futuro y la caridad que dura para siempre. Este es el primer movimiento:
llevar a los hermanos la mirada de Jesús”, aclaró.
“Sed intercesores”
En segundo lugar, el Santo Padre
explicó al clero que también ellos están llamados a ser intercesores. “Llevarán
con ustedes los ojos, las voces, las preguntas de todos ellos a la Mesa
eucarística, frente al Sagrario o en el silencio de vuestra habitación, donde
el Padre ve (cf. Mt 6,6)”.
“Ustedes serán su eco fiel, como
intercesores, como ‘ángeles en la tierra’, mensajeros que llevan todo ‘delante
de la gloria del Señor’ (Tb 12,12)”, señaló. También pidió recuperar
el sentido y el valor de la Adoración.
Las 3 imágenes de María
Por último, el Santo Padre
destacó 3 imágenes de María que se veneran en la Basílica.
La primera es la gran
estatua que se eleva sobre su cima, “que la representa mientras sostiene
al Niño Jesús que bendice; por eso, como María llevemos la bendición y la paz
de Jesús a todas partes, a cada familia y a cada corazón”, pidió el
Papa.
La segunda imagen se encuentra
debajo de nosotros, en la cripta. Es la Vierge au bouquet (Virgen del
ramo), pues sostiene un ramo de flores.
Para el Papa Francisco, esto “nos
hace pensar cómo María, modelo de la Iglesia, mientras nos presenta a su
Hijo, nos presenta también a nosotros ante Él, como un ramo de flores en el que
cada persona es única, hermosa y valiosa a los ojos del Padre. Es la
mirada de intercesión”.
Al referirse a la tercera imagen
de la Virgen, “que impacta por el resplandor que irradia”, reiteró que “también nosotros
somos Evangelio vivo en la medida en que lo damos, saliendo de nosotros
mismos, reflejando su luz y su belleza con una vida humilde, alegre y rica de
celo apostólico”.
“Queridos amigos, llevemos a los
hermanos la mirada de Dios, llevemos a Dios la sed de los hermanos,
difundamos la alegría del Evangelio. Esta es nuestra vida y es increíblemente
hermosa, a pesar de las fatigas y las caídas”, concluyó el Santo
Padre.
Tras un canto a la Virgen María,
el Santo Padre se trasladó al memorial dedicado a los marineros y migrantes
perdidos en el mar, donde tuvo un encuentro con líderes religiosos.
Por Almudena Martínez-Bordiú
Fuente: ACI Prensa