El Papa Francisco celebró este sábado la Misa final en su viaje apostólico a Marsella (Francia), en medio de la cual recordó la necesidad “de un nuevo salto de fe” para la vida de la Iglesia, en especial en Francia y el resto de Europa
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| Homilía del Papa Francisco en el Estadio Velódromo de Marsella, 23 de septiembre de 2023 | Crédito: Daniel Ibañez - ACI Prensa |
“Hoy nuestra vida, la vida de la
Iglesia, Francia, Europa necesitan esto: la gracia de un salto, de un nuevo
salto de fe, de caridad y de esperanza. Necesitamos recuperar la pasión y el
entusiasmo, redescubrir el gusto del compromiso por la fraternidad, de seguir
corriendo el riesgo del amor en las familias y hacia los más débiles, y de
reencontrar en el Evangelio una gracia que transforma y embellece la vida”,
expresó durante la homilía pronunciada el 23 de septiembre en el Estadio
Velódromo de Marsella.
Tras participar en la sesión
final de los “Encuentros del Mediterráneo”, entre otras actividades, el Papa
Francisco se trasladó hasta el estadio, en un trayecto donde estuvieron
presentes cerca de 100.000 fieles. Al llegar, dio algunas vueltas dentro del
recinto, y a las 6:15 p.m. (hora local), presidió la Eucaristía ante unas
50.000 personas.
El Pontífice inició su homilía
con el relato bíblico de la visita de la Virgen a su prima Isabel, un momento
en el que María, llevando al niño Jesús en su seno, fue recibida con una
explosión de alegría por parte del niño que Isabel esperaba. El Papa ilustró
cómo María, al igual que David, “se levantó y partió hacia la región de
Jerusalén”, convirtiéndose en la verdadera Arca de la Alianza que introdujo al
Señor encarnado en el mundo.
“María, por tanto, es presentada
como la verdadera Arca de la Alianza, que introduce al Señor encarnado en el
mundo. Es la joven Virgen que sale al encuentro de la anciana estéril y,
llevando a Jesús, se convierte en signo de la visita de Dios que vence toda
esterilidad", afirmó.
El Santo Padre enfatizó cómo esta
historia de María e Isabel representa la visita de Dios a la humanidad a través
de dos mujeres, una joven y la otra anciana, ambas embarazadas de una manera
aparentemente imposible. Esta narrativa bíblica, según el Papa, ilustra la
capacidad de Dios para “hacer posible aun aquello que parece imposible y
engendrar vida incluso en la esterilidad”.
Luego, consultó a los presentes:
“¿creemos que Dios está obrando en nuestra vida? ¿Creemos que el Señor, de
manera escondida y a menudo imprevisible, actúa en la historia, realiza
maravillas y está obrando también en nuestras sociedades marcadas por el
secularismo mundano y por una cierta indiferencia religiosa?”.
El Papa describió la experiencia
de la fe como un “un salto”, un estremecimiento interior que mueve y hace
sentir la presencia del Señor. Destacó que la fe genera un “salto ante la
vida”, que lleva a reconocer la obra de Dios en medio de las dificultades y al
compromiso activo en la construcción de un mundo mejor.
Asimismo, subrayó la importancia
de un “salto ante el prójimo”.
“Recordémoslo siempre, también en
la Iglesia: Dios es relación y nos visita con frecuencia a través de los
encuentros humanos, cuando sabemos abrirnos al otro, cuando hay un salto por la
vida del que pasa cada día a nuestro lado y cuando nuestro corazón no permanece
indiferente e insensible ante las heridas del que es más frágil”, sostuvo.
En ese contexto, el Papa
Francisco reconoció que para los países europeos como Francia, donde conviven
culturas y religiones diferentes, hay “un gran desafío contra las exasperaciones
del individualismo” y “contra los egoísmos”.
Por ello, animó a aprender de
Jesús “a conmovernos por quienes viven a nuestro lado”. “Aprendamos de Él que,
ante las multitudes cansadas y exhaustas, siente compasión y se conmueve, se
estremece de misericordia ante la carne herida de aquel que encuentra”.
Finalmente, hizo un llamado a los
fieles franceses a recuperar la pasión y el entusiasmo en la vida y la fe, para
alcanzar ser “cristianos que encuentran a Dios con la oración y a los hermanos
con el amor; cristianos que saltan, vibran, acogen el fuego del Espíritu”.
Al término de la Misa, después
del discurso de despedida del Arzobispo de Marsella, el Cardenal Jean-Marc
Aveline, y antes de la bendición final, el Papa Francisco dirigió algunas
palabras de agradecimiento a los fieles y peregrinos presentes.
Luego se trasladó en automóvil al
Aeropuerto Internacional de Marsella para la ceremonia de despedida.
Por Diego López Marina
Fuente: ACI Prensa






