Teresa de Jesús fue una mujer excepcional y durante su extraordinaria vida enfrentó muchas situaciones, incluso algunas muy curiosas
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| Philippe Lissac / GODONG |
Santa
Teresa de Ávila enfrentó de todo, incluso una plaga de piojos. Se sabe que
estos diminutos seres son unos parásitos muy molestos que, si no se combaten,
llegan a ser una verdadera plaga muy difícil de extinguir. Y si son difíciles
en esta época, no podemos imaginar como fue mucho antes que existieran los
insecticidas y remedios para combatirlos. De ahí procede esta curiosa
advocación al Cristo de los piojos.
Dentro
de las tantas historias que surgen en torno a la santa, se encuentra una en la
que cuentan que en el Convento de San José de Ávila, en 1565, las monjitas
pidieron un cierto tipo de túnica a santa Teresa de Jesús, un
hábito con una tela más áspera y rústica para guardar la pobreza con mayor
rigor y perfección acorde a sus vidas de penitencia.
Pero
sucedía que este tipo de tela atraía muchísimo a esta clase de diminutos
insectos, lo que hacía que sus penitencias fueran mucho más severas y bastante
insoportables, cuando esto se convertía en una verdadera epidemia.
Fue
entonces, como afirma Isabel de Santo Domingo, que una noche hicieron una
procesión con velas encendidas desde sus celdas hacia el coro, presididas por
la imagen de un Cristo en la cruz. Iban cantando salmos e himnos, y una copla
que santa Teresa había compuesto para pedir por la liberación de lo que ella
llamó aquella «mala gente»:
Santa
Teresa:
Religiosas:
Santa
Teresa:
Religiosas:
Santa
Teresa:
Religiosas:
Cuenta la tradición que la santa estuvo de rodillas ante el Santísimo hasta que Nuestro Señor Jesucristo le concedió el favor y los piojos, esa “mala gente”, dejaron los vestidos de las religiosas y nunca más volvieron a molestarlas. Y a este Cristo, guardado con amor por las descalzas, se lo llama «El Cristo de los piojos».
Maria Paola Daud
Fuente: Aleteia






