El discurso informal es una invención reciente en la Iglesia y comenzó en una fecha significativa de la historia
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ANDREAS SOLARO | AFP |
Todos los domingos y días santos,
el Papa Francisco tiene la costumbre de saludar a los peregrinos en la Plaza de
San Pedro, decir algunas palabras de aliento y rezar el Ángelus (o Regina Caeli, en tiempo de Pascua) con los
presentes, desde la ventana de su estudio, que domina la plaza de San Pedro en
el Vaticano.
Esta audiencia, que es pública y
gratuita, no requiere entradas para asistir y suele ser muy breve. Lo
interesante es cómo surgió este saludo y qué Papa lo inició.
Pues bien, este se produjo por
primera vez el 11 de febrero de 1959 con el papa Juan XXIII, quien fue elegido en 1958 y se le conoce
sobre todo por haber convocado el Concilio Vaticano II.
Durante este primer Ángelus, Juan
XXIII recalcó la importancia de esta fecha en particular, que marcaba tanto el
comienzo de la Cuaresma, como el centenario de la primera aparición de Lourdes.
La idea de penitencia en el
discurso de la Virgen
Explicó el fuerte vínculo que
existía entre estos dos acontecimientos de la siguiente forma:
«El comienzo de la Cuaresma
coincide con las apariciones en Lourdes porque la idea de penitencia se
encuentra en el núcleo del discurso de la Virgen. En su octava aparición, que
tuvo lugar el 27 de febrero, repitió en tres ocasiones, con los ojos empañados
de lágrimas: ‘Penitencia, penitencia, penitencia… Rogad a Dios en la tierra por
los pecadores’. Asimismo, de manera muy simbólica, su primera aparición tuvo
lugar el último día de carnaval, que anuncia el fin del periodo de fiesta antes
de los 40 días de abstinencia».
Además, el papa Juan XXIII
aprovechó esta audiencia para recordar a los fieles la fecha del aniversario de
los Pactos de Letrán, que supusieron el reconocimiento del Vaticano como Estado
independiente.
El Ángelus hoy
No obstante, durante su
pontificado solo llegó a recitar algunos Ángelus. Fue el Papa Pablo VI el que realmente convirtió esta bendición
papal en una tradición, ampliándola para incluir discursos específicos a varios
grupos lingüísticos presentes. A menudo, el Papa llama la atención del
mundo sobre una causa particular de preocupación y pide al mundo que aumente
las oraciones.
En ocasiones este discurso sufre
adaptaciones, en función de la multitud presente o del contexto político y
social internacional.
Originalmente, la audiencia se
dirigía solamente a los fieles presentes en la plaza, pero hoy en día y gracias
a las posibilidades que ofrece Internet, el Papa puede dirigirse a los fieles
de todo el mundo.
Philip
Kosloski
Fuente: Aleteia