Todos somos misioneros porque hemos sido enviados por Jesús a evangelizar, por eso Él nos dio un manual para hacerlo
![]() |
Pierre-Yves Babelon-Shutterstock |
En el capítulo 10 del Evangelio de
Lucas, Jesús da tantos consejos e indicaciones concretas para los que predican
la Buena Nueva que podría llamarse un manual o instructivo. Esto se aplica a
todos los cristianos.
«Jesús designó a otros setenta y
dos discípulos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y
lugares a donde pensaba ir» (Lc 10, 1).
El número 72 tiene un
significado simbólico. En la antigüedad se pensaba que había 72 naciones en el
mundo. Esto significa que Jesús les mandó a todos sin excepción.
Jesús manda siempre de dos en
dos, porque la predicción del Evangelio se basa en la palabra de al menos dos
testigos.
Además, Jesús no quiere que la
Buena Nueva se predique por una sola persona. Cristo también quiere que los que
predican el Evangelio se apoyen mutuamente. Cada uno de nosotros
tiene días malos. Entonces la otra persona ayuda y viceversa.
Dios es quien envía
«La cosecha es mucha y los
trabajadores pocos. Rueguen, por lo tanto, al dueño de la mies que envíe
trabajadores a sus campos»
(LC 10, 2)
En la tradición de la Iglesia,
estas palabras se leen como el incentivo de Jesús para rezar por las vocaciones al sacerdocio y a las órdenes
religiosas, y por las vocaciones misioneras. Pero todo cristiano está llamado a
ser misionero en su entorno.
«Pónganse en camino»
Esto es a lo que Jesús nos anima,
y el Papa Francisco nos recuerda que este es nuestro llamado cuando dice «Hay
que animarse a cambiar el sofá por un par de zapatos que te ayuden a caminar
por caminos nunca soñados y menos pensados, por caminos que abran nuevos
horizontes».
«Yo los envío como corderos en
medio de lobos»
(LC 10, 3)
Paradójicamente, esta es una
imagen fuerte de la seguridad de los discípulos, porque las ovejas pertenecen
al Señor Jesús. Además, los que proclaman la Buena Nueva no deben volverse como
lobos y utilizar la fuerza o la agresión.
Confiar
«No lleven ni dinero, ni morral,
ni sandalias y no se detengan a saludar a nadie por el camino»
(LC 10, 4)
Esta actitud refuerza la
confianza de los discípulos en la providencia de Dios, que se ocupa de sus
necesidades materiales. El hecho de no llevar sandalias en los pies les hace
parecerse a los siervos que andaban descalzos.
Jesús dice que no saluden, porque
en su época los saludos llevaban mucho tiempo, y no hay tiempo para perder en
cortesías.
El Evangelio en la práctica
Las palabras de Jesús se dirigen a todos nosotros, no solo a los sacerdotes y monjas. En virtud del bautismo, cada uno de nosotros es un discípulo de Jesús que Él envía a llevar sonrisas, bondad, fe, esperanza y amor a la gente. Y esto es el Evangelio puesto en práctica.
Paweł
Rytel-Andrianik
Fuente: Aleteia