El Purgatorio es un estado en el más allá que prepara al alma para las alegrías del Cielo
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| Renata Sedmakova | Shutterstock |
Los
católicos creen que el purgatorio existe y es un estado en el más allá que
prepara a las almas para entrar en la bienaventuranza celestial de la vida
eterna.
¿Quién va al
purgatorio?
El Purgatorio no es para todos los que mueren, sino sólo para
aquellas almas que necesitan mayor purificación y preparación para el Cielo.
El Catecismo de la Iglesia
Católica da la siguiente definición:
Todos los que
mueren en la gracia y la amistad de Dios, pero todavía imperfectamente
purificados , tienen ciertamente asegurada su salvación eterna; pero después
de la muerte pasan por una purificación, a fin de alcanzar la santidad
necesaria para entrar en el gozo del cielo.
CCC 1030
La Enciclopedia Católica ofrece
una definición similar, llamando al purgatorio “un lugar o condición de castigo
temporal para aquellos que, al partir de esta vida en la gracia de
Dios, no están enteramente libres de faltas veniales , o
no han pagado plenamente la satisfacción debida a sus transgresiones”.
Esencialmente este estado está reservado a las personas que quieren entrar
por las puertas del Cielo, pero que todavía tienen algún apego a las cosas
terrenas.
Algunos han utilizado el siguiente ejemplo. En el bautismo se
nos da una vestidura blanca y al morir debemos presentar a Dios esa misma
vestidura blanca sin mancha. Sin embargo, si esa prenda todavía tiene
algunas manchas, es necesario purificarla. En este ejemplo el purgatorio
se ve más como una lavandería, donde se va a purificar esa prenda blanca.
Las almas que sean capaces de presentar ese vestido blanco sin
mancha ni arruga alguna, podrán entrar inmediatamente al Cielo.
Por otro lado, a las almas que no quieren estar en la presencia de
Dios y que libremente lo rechazan no se les permite entrar en el purgatorio y eligen
libremente entrar en el Infierno.
El Purgatorio no es un lugar al que va todo el mundo, pero existe
gracias a la Divina Misericordia de Dios, quien nos ofrece un estado de paso
por el que podemos ser purificados antes de alcanzar la gloria del Cielo.
Philip Kosloski
Fuente: Aleteia






