Algunos beatos no necesitan que la Iglesia reconozca un milagro para ser declarados santos. ¿En qué casos se utiliza este procedimiento?
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Aunque el Papa autorizó la canonización de las beatas carmelitas de
Compiègne en febrero de 2022, la Iglesia no ha reconocido oficialmente ningún
milagro obtenido por su intercesión. Este hecho raro se justifica por la
canonización equipolente.
De acuerdo con el diccionario de la Real Academia Española, esta palabra
«equipolencia» apareció en el siglo XIII y deriva del bajo latín aequipollentia,
que significa «equivalencia». Lo que quiere decir que la Iglesia católica,
designa un procedimiento excepcional de canonización que no se basa en un
milagro, sino únicamente en un decreto del Santo Padre.
Beatos que son santos
Beatificar a un cristiano es un proceso muy largo y meticuloso, que implica
un examen minucioso de la vida y los escritos de la persona. Nada en ellos debe
desviarse de la fe de la Iglesia, sino que todo debe testimoniar virtudes
heroicas y fama de santidad. Solo entonces el «siervo de Dios» es declarado
«venerable», es decir, la Iglesia lo propone oficialmente como ejemplo a su
pueblo.
En ese momento comienza el proceso de beatificación, basado en el
reconocimiento de un milagro. La canonización, cuando el «beato» es declarado
«santo», depende a su vez del reconocimiento de un segundo milagro. La Iglesia define el milagro como «un
acontecimiento extraordinario y sobrecogedor, fuera del curso normal de los
acontecimientos, [que] no puede explicarse científicamente […]. La Biblia
describe los milagros en términos de poder, prodigios, curaciones y signos. (Hch 2,
22).
Un procedimiento extremadamente
raro
Se trata de la canonización
solemne, que es la forma más común del proceso. Las canonizaciones
«equipolentes» son mucho más raras. En su Diccionario de milagros y de lo
extraordinario en el cristianismo publicado en 2002, el padre Jean Evenou
distingue solo dos casos: San Alberto Magno, que murió en 1280 y fue canonizado
en 1931, y Santa Margarita de Hungría, que murió en 1270 y fue canonizada en
1943.
Desde entonces, el Papa Francisco
ha utilizado esta forma siete veces: en 2010 para el beato polaco Michal
Gedroyc, en 2013 para Santa Ángela de Foligno, en 2014 para José de Anchieta,
François de Laval y María de la Encarnación, en 2021 para Margarita de la
Ciudad del Castillo, y en 2022 para las beatas carmelitas de Compiègne,
asesinadas durante el Terror de 1794.
Canonización sin segundo milagro
Durante los casos anteriores no
fue necesario ningún milagro, ya que el procedimiento se basa en la fama de las
gracias obtenidas por intercesión de los interesados. La canonización es
entonces objeto de una bula apostólica, es decir, un acto jurídico ordenado por
la Santa Sede, sin necesidad de ceremonia, pero que equivale a una canonización
solemne.
Solo un caso está actualmente en
curso, el de las dieciséis monjas carmelitas de Compiègne. El padre Marco
Chiesa (o.c.d.), postulador de la causa, se encarga del caso, que debe dar
testimonio de las virtudes heroicas y de la piedad de estas mártires.
Morgane Afif
Fuente: Aleteia