17 – Noviembre. Viernes. Santa Isabel de Hungría, religiosa
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Evangelio según san Lucas 17,
26-37
Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre: comían, bebían, se casaban los hombres y las mujeres tomaban esposo, hasta el día en que Noé entró en el arca; entonces llegó el diluvio y acabó con todos.
simismo, como sucedió en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, sembraban, construían; pero el día que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y acabó con todos. Así sucederá el día que se revele el Hijo del hombre. Aquel día, el que esté en la azotea y tenga sus cosas en casa no baje a recogerlas; igualmente, el que esté en el campo, no vuelva atrás. Acordaos de la mujer de Lot.
El que pretenda guardar su vida, la perderá; y el que la pierda, la recobrará. Os digo que aquella noche estarán dos juntos: a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán; estarán dos moliendo juntas: a una se la llevarán y a la otra la dejarán». [«Dos estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán».]
Ellos le preguntaron: «¿Dónde,
Señor?». Él les dijo: «Donde está el cadáver, allí se reunirán los buitres».
Comentario
Jesús anuncia que la venida del
Hijo del Hombre supondrá una conmoción grande en la existencia de la humanidad.
Y para que sus oyentes puedan hacerse una idea de lo que supondrán esos días,
les pone el ejemplo de Noé y de Lot.
Noé fue aquel patriarca que vivió
en tiempos de decadencia de la humanidad, tanto que la Sagrada Escritura dice
con palabras duras que el Señor «se arrepintió de haber hecho al hombre sobre
la tierra, y se entristeció en el corazón» (Gen 6,6), y así sucede el diluvio
universal.
Lot fue aquel hombre que también
halló gracia ante el Señor y consiguió salvarse cuando Sodoma y Gomorra
sufrieron grandes catástrofes a causa de sus pecados (cfr. Gen 19,23-29).
En ambos casos, la Sagrada
Escritura subraya que incluso en los momentos más críticos, la misericordia
divina se hace presente, dando una nueva oportunidad a quienes procuran
corresponder a sus dones.
Noé y Lot tuvieron que dejar
muchas cosas atrás para salvarse de las catástrofes. Vieron un antes y un
después a su alrededor, y tuvieron que confiar en la mano providente del Señor
para mirar adelante, con fe. Noé construyó el arca mientras nada parecía
presagiar el diluvio que venía, Lot huyó a otra ciudad cuando en su entorno
todo parecía estar en orden.
En el Evangelio, Jesús nos
sugiere que necesitamos una fe similar en los momentos de crisis, en las
situaciones en las que todo parece tambalearse a nuestro alrededor. Nos damos
cuenta de que tenemos que tomar decisiones arduas, que probablemente requerirán
ciertos sacrificios.
Es el momento de pedir luces al
Espíritu Santo, para discernir qué cosas son realmente importantes y qué cosas,
en cambio, debemos dejar atrás. En esas crisis, descubrimos lo que eran simples
seguridades humanas, de las que podemos prescindir para abrirnos a la novedad
que el Señor nos quiere regalar en nuestra existencia.
«Quien pretenda guardar su vida
la perderá; y quien la pierda la conservará viva» (v. 33). Desprendernos de las
cosas que sobran no es dar un salto en el vacío, sino lanzarse a los brazos
fuertes de nuestro Padre Dios, que quiere lo mejor para nosotros.
Rodolfo Valdés
Fuente: Opus Dei