Danielle
Bean y Lisa Hendey comparten consejos a nivel espiritual cuando parece que no
tenemos tiempo
Tengo que hacer una terrible confesión:
he vivido un poco en crisis espiritual en los últimos, no sé, digamos, siete
años. Espero que esto que estoy pasando sea normal y que saldré de allí
ilesa, con una fe más fuerte que nunca. Me digo que cuestionarme es
algo positivo y que Dios nos ha dado un cerebro
para hacernos razonar, y que tengo la suerte de tener una religión lo
bastante fuerte como para sentirse cuestionada.
Me agarro al hecho de que
incluso Madre Teresa de Calcuta vivió la oscuridad espiritual, pero al
mismo tiempo me encuentro en una posición bastante difícil por un motivo:
soy también responsable de la vida espiritual de cuatro niños que
dependen de mí. ¡Cielos!
Entonces ¿qué debería hacer una madre
“agitada” a nivel espiritual? He hablado con dos conocidas mujeres católicas
que afrontan el reto de conciliar fe y familia – Danielle Bean, madre de
ocho hijos, conferenciante y editora en el Catholic
Digest además de comentarista invitada de Catholic TV, y Lisa M. Hendey,
fundadora de CatholicMom.com y
autora de The Grace of Yes – para
que me dieran indicaciones sobre cómo llevar la propia aridez espiritual
mientras que tienes que guiar a tus hijos.
1. Saber que las dudas
no son algo negativo
Danielle, criada en la fe católica,
confirma lo que yo pensaba, y es que no hay nada de malo en tener dudas y
miedos sobre la propia fe. “Pienso que dudar es normal”, afirma. “La
Iglesia católica no tiene miedo a las preguntas. El que duda o busca la
verdad encontrará respuestas”. Aleluya.
2.
Comprender que la fe no es un sentimiento
En un plano parecido, muchos asociamos el
hecho de creer con tener esos sentimientos calurosos y vagos que se
experimentan cuando las cosas van bien, pero no siempre es así cuando hablamos
de lo que la fe significa de verdad en nuestra vida. Cuando nos sentimos peor
es cuando nuestra fe se hace más fuerte, a menos que tiremos la toalla.
Danielle explica que ha habido momentos en su vida en los que se ha
sentido defraudada e incluso abandonada por Dios, pero justo fueron esos los
momentos en los que la fe le ayudó a afrontar ciertos dolores.
“Cuando crecí y experimenté algunos de
los problemas y sufrimientos del mundo, también mi vida de fe tenía que
crecer”, comenta. “Rezar oraciones de acción de gracias cuando todo va bien es
fácil y satisfactorio. Rezar cuando uno siente que su mundo se hunde y Dios
está muy lejos es muy distinto. Creer que Dios nos ama y nos cuida cuando
nos sentimos tristes y sin fuerzas requiere una fe mucho mayor”.
3. Reconocer la
necesidad
Tanto Danielle como Lisa,
criada como católica pero casada con un no creyente, concuerdan en que en
algunos periodos uno se siente como si el alma estuviese un
poco “marchita”, lo que indica que es más importante que nunca hacer
lo que sea para sentirse bien otra vez. “Me ayuda saber que también a los
santos les pasa esto”, dice Lisa. “Ahora, en una fase diversa de mi vida,
reconozco los momentos de duda, y también los periodos de
bienestar espiritual, como signos de que tengo que dedicar más tiempo a la
oración y a la Eucaristía”.
4. También enseñar a los
niños ayuda
Mis hijos son para mí un
catalizador para ayudarme a responder a mis propias preguntas sobre la fe. Mi
hija mayor hace poco me preguntó por qué las mujeres no pueden ser
sacerdotes, la segunda me preguntó para qué vivimos y por qué Dios la ha creado
(preguntas que tenemos todos un poco, ¿no?) y mi hijo habla a menudo
de lo que pasa después de la muerte.
Responder a
estas preguntas para ellos me ha obligado a responderlas también para
mí – y no es una coincidencia. “La vida de fe de mis hijos me inspira
continuamente”, explica Danielle. “Hay una maravillosa sencillez en
la fe de un niño, en sus oraciones y en el tipo de preguntas que plantea sobre
Dios. En general constato que hay que hacer un mínimo esfuerzo por
alentar la vida de fe de nuestros hijos, y en cambio eso nos alimenta y nos
ayuda en la nuestra”.
5. No dejar de cuidarse
espiritualmente
Lo irónico, afirma Lisa,
es que el periodo de nuestra vida en que somos mamás de niños
pequeños es cuando menos tiempo tenemos, y sin embargo, cuando más necesitamos
que nuestra fe sea fuerte.
“Pienso que las mamás tenemos que
descubrir que el tiempo que pasamos con Dios es ‘carburante’ que nos
permite amar y servir a nuestras familias”, explica. “Tenemos que ‘llenar el
depósito’ a diario, o no tendremos la fuerza que necesitamos para vivir con
amor nuestra vocación”.
Danielle concuerda en el hecho de que es
muy importante que las mamás comprendan que tomar su tiempo para favorecer el
crecimiento y el cuidado espiritual no es un lujo extra por el que deben
sentirse en culpa. “Reconozcan que es una necesidad fundamental”, exhorta.
“Cuidarse espiritualmente una misma no es un lujo, es algo importante”.
Ya sé, más fácil decir que hacer,
¿verdad? Pero Danielle aconseja pedir ayuda a la pareja o a otra persona de
apoyo: ¿Quizás una amiga te quiera acompañar a misa con los niños, o te los
cuida mientras acudes tu sola?
Uno de mis métodos preferidos es usar la
tecnologia mientras hago tareas domésticas. Pongo un podcast o música
que me inspira a meditar mientras pliego la ropa o lavo los platos.
Busquen apoyo si tienen problemas al respecto. ¿Necesitan tiempo para
rezar solas por la mañana? “Conviértanlo en una prioridad, ¡y sean creativas!”,
sugiere Danielle.
6. Concéntrense en
maneras sencillas de vivir la fe
A veces pienso que estoy tan centrada en
las “grandes preguntas” sobre la fe y la existencia que me olvido de las cosas
sencillas que de verdad marcan la diferencia, como ir a la adoración y sentarme
a estar con Jesús. Si no lo hacen desde hace tiempo, podrían sorprenderse de
cómo es difícil – ¿cuando fue la última vez que ustedes mamás se sentaron
literalmente en silencio?
Danielle y Lisa recomiendan probar
algunas de estas estrategias cuando una se siente espiritualmente vacía:
- Silencio diario, ¡incluso cuando se llevan
los niños de un lugar a otro!
- Tiempo cotidiano para dedicar al Evangelio (Lo
puedes recibir por WhatsApp en tu celular y leerlo cuando tengas una pausa).
- Implicarse como familia. No hay motivo para
hacer esto sola – hay cosas que pueden hacer en familia, como rezar juntos el
rosario a la tarde o ir a Misa un día entre semana.
- Salir, tomar un poco de distancia. Quizás un retiro espiritual podría ayudar.
En fin, no olvidar lo que de verdad
importa, el amor de Jesús. Danielle advierte que se puede olvidar
fácilmente.
“Quiero solo alentar a las mujeres para
que sepan alentar a las mujeres para que sepan cuánto las ama Jesús”,
sostiene. “Lo digo sinceramente. Jesús las ama como son, dentro
y fuera, también cuando se sienten perdidas y rotas, incluso más cuando se
sienten así. Abran su corazón a la presencia y al amor de Jesús en su vida y
encontrarán la paz que todos buscamos”.
ALETEIA FOR HER /CHAUNIE
BRUSIE