“A través de la cruz,
Jesús alcanzará la gloriosa resurrección” y que será definitiva
En
sus palabras previas al rezo del Ángelus dominical, el Papa Francisco invitó a
los fieles a que en Cuaresma se
contemple “devotamente la imagen del crucifijo”, porque no es un adorno más
para llevar, sino “el símbolo de la fe cristiana, es el símbolo de Jesús,
muerto y resucitado por nosotros”.
“La cruz cristiana no
es un utensilio de la casa o un adorno para llevar, sino la cruz cristiana es
un recordatorio del amor con que Jesús se sacrificó para salvar a la humanidad
del mal y del pecado”, expresó el Santo Padre a los fieles reunidos en la Plaza
de San Pedro.
En
sus palabras previas a la oración mariana, Francisco reflexionó sobre el
Evangelio del segundo domingo de Cuaresma, que relata el episodio de la
Transfiguración del Señor.
Jesús
“toma a parte a tres apóstoles: Pedro, Santiago y Juan. Sale con ellos a un
monte alto y viene este singular fenómeno: el rostro de Jesús ‘brilló como el
sol y sus vestimentas se tornaron blancas como la luz’”.
De
este modo, indicó Francisco, “el Señor hizo resplandecer en su propia persona
aquella gloria divina que se podía recibir con la fe, en su predicación y en
sus gestos milagrosos. Y a la transfiguración le acompaña, sobre el monte, la
aparición de Moisés y de Elías, ‘que conversaban con Él’”.
El
Papa explicó que “la luminosidad que caracteriza este evento extraordinario
simboliza su finalidad: iluminar las mentes y los corazones de los discípulos a
fin de que puedan comprender claramente quién es su Maestro”.
Esta
luz, dijo el Papa, ilumina toda persona de Cristo, quien quiere preparar a los
suyos frente a lo que sucederá en Jerusalén.
“Ahora
firmemente en el camino de Jerusalén, donde tendrá que sufrir la pena de muerte
por crucifixión, Jesús quiere preparar a los suyos para este escándalo
demasiado fuerte para su fe y, al mismo tiempo, anunciar su resurrección,
manifestándose como el Mesías, el Hijo de Dios”, señaló.
“De
hecho, Jesús se estaba mostrando como un Mesías diferente a lo esperado, a
aquel que se imaginaban: no un rey poderoso y glorioso, sino un siervo humilde
y desarmado; no un señor de gran riqueza, un signo de bendición, sino como un
hombre pobre que no tiene donde reclinar la cabeza; no un patriarca con una
numerosa descendencia, sino un célibe sin casa y sin nido”.
“Es
realmente una revelación de Dios al revés”, afirmó el Papa, e indicó que “el
signo más desconcertante” es la cruz.
“Pero
precisamente a través de la cruz, Jesús alcanzará la gloriosa resurrección” y
que será definitiva. “Jesús transfigurado en el monte Tabor quiso mostrar a sus
discípulos su gloria, no para evitarles pasar por la cruz, sino para indicar a
dónde lleva la cruz. El que muere con Cristo, con Cristo resucitará. Y la cruz
es la puerta de la resurrección. Quien lucha junto a Él, con Él triunfará”,
afirmó.
Francisco
dijo que “este es el mensaje de esperanza que la cruz de Jesús contiene,
exhortando a la fortaleza de nuestra existencia”.
Por
ello, animó a los cristianos para que en este tiempo de Cuaresma, contemplen
“devotamente la imagen del crucifijo: es el símbolo de la fe cristiana, es el
símbolo de Jesús, muerto y resucitado por nosotros. Nos aseguramos de que la
cruz marque las etapas de nuestro camino cuaresmal para comprender cada vez más
plenamente la gravedad del pecado y el valor del sacrificio con el que el
Redentor nos ha salvado, a todos nosotros”.
“La
Virgen ha sabido contemplar la gloria de Jesús escondida en su humanidad. Ella
nos ayude a estar con Él en la oración silenciosa, a dejarnos iluminar por su
presencia, para llevar en el corazón, a través de las noches más oscuras, un
reflejo de su gloria”, concluyó.
Fuente:
ACI Prensa