Solo
con la luz y la fuerza del Espíritu Santo podemos cumplir eficazmente nuestra
misión de dar a conocer y de hacer experimentar a los demás el amor y la
ternura de Jesús”
Durante
el rezo del Regina Coeli de este domingo, en la plaza de San Pedro en el
Vaticano, el Papa Francisco afirmó que todos los bautizados, como miembros de
la Iglesia,
tenemos una gran responsabilidad establecida por el mismo Jesús: “anunciar el
Evangelio en el mundo, hacerlo accesible a la humanidad. ¡Esa es nuestra
dignidad, es el más grande honor en la Iglesia!”.
El
Santo Padre, con motivo de la Solemnidad de la Ascensión del Señor, explicó el
pasaje con el que finaliza el Evangelio de San Mateo en el que se narra la
subida de Jesús al cielo.
“La
escena tiene lugar en Galilea, después de que Jesús hubiera llamado a los
discípulos a formar el primer núcleo de su nueva comunidad. Ahora que los
discípulos habían pasado por el ‘fuego’ de la pasión y de la resurrección, a la
vista del Señor resucitado, se postran ante Él, aunque algunos todavía
permanecen dudosos”, explicó el Pontífice.
“A
esta comunidad asustada –continuó Francisco–, Jesús le encarga su inmensa
misión de evangelizar el mundo, y concreta este encargo en la orden de enseñar
y de bautizar en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.
El
Papa explicó que la Ascensión de Jesús al cielo constituye “el término de la
misión que el Hijo había recibido del Padre, y la continuación de tal misión
por parte de la Iglesia”.
Desde
ese momento, de hecho, “la presencia de Cristo en el mundo se produce mediante
la mediación de los discípulos, de aquellos que creen en Él y lo anuncian. Esta
misión durará hasta el fin de la historia y gozará, cada día, de la asistencia
del Señor resucitado, el cual asegura que ‘estaré con vosotros todos los días
hasta el fin del mundo’”.
La
presencia de Jesús en la vida de
los cristianos “da fortaleza en la persecución, consuelo en las tribulaciones,
sostén en las dificultades que encontramos en la misión y en el anuncio del
Evangelio”.
“La
Ascensión nos recuerda esa asistencia de Jesús y de su Espíritu que da
confianza y seguridad en nuestro testimonio cristiano en el mundo. Nos revela
por qué existe la Iglesia: ¡Para anunciar el Evangelio! ¡La alegría de la
Iglesia es anunciar el Evangelio!”.
Y
recordó: “La Iglesia somos todos nosotros, los bautizados. Hoy estamos
invitados a comprender mejor que Dios nos ha dado la gran dignidad y la
responsabilidad de anunciarlo en el mundo, de hacerlo accesible a la humanidad.
¡Esa es nuestra dignidad, es el más grande honor de todos nosotros,
bautizados!”.
“En
esta fiesta de la Ascensión, mientras dirigimos la mirada hacia el cielo,
adonde Cristo ascendió para sentarse a la derecha del Padre, reforzamos
nuestros pasos sobre la tierra para proseguir con entusiasmo y con valentía
nuestro camino, nuestra misión de testimoniar y de vivir el Evangelio en todos
los ambientes”.
El
Papa Francisco finalizó su enseñanza señalando que esa gran misión sólo se
puede realizar con ayuda de Dios. “Somos muy conscientes de que esa misión no
depende de nuestras fuerzas, de la capacidad organizativa y de los recursos
humanos. Solo con la luz y la fuerza del Espíritu Santo podemos cumplir
eficazmente nuestra misión de dar a conocer y de hacer experimentar a los demás
el amor y la ternura de Jesús”.
Por Miguel Pérez
Pichel
Fuente:
ACI Prensa