Entrando en las «catacumbas» donde rezan
en marruecos
Mustapha Susi, hijo de un imán, se convirtió en un «apestado» al confesar
que no era musulmán. El Código Penal de su país castiga el proselitismo de otra
religión con seis meses de cárcel.
«Es el momento de dejar de poner la luz en un cajón», afirma rotundamente Mustapha
Susi haciendo alusión a un proverbio francés extraído del Evangelio de San
Lucas. En definitiva, se refiere a «salir a la luz» y declarar
voluntaria y públicamente que es cristiano, algo que ha mantenido oculto para
no ser estigmatizado.
«Soy 100 por cien marroquí, amo a mi país, a mi rey, a nuestro
pueblo, pero soy cristiano», afirma Mustapha Susi en un
entrevista con EL ESPAÑOL. Sí, tiene nombre musulmán, y considera una
«tontería» cambiárselo porque «aparece en la Biblia, como Ali, Abdulah o
Mohamed; éste existía antes de que el Profeta naciera». De hecho sus hijos se
llaman Ousama y Nada. De todos modos, aunque quisiera usar un nombre bíblico no
podría en Marruecos, donde están prohibidos.
Susi es señalado en su ciudad, Taroudant (a 80 kilómetros de Agadir) y arrinconado
en su trabajo por convertirse al cristianismo y, sobre todo, por confesarlo
públicamente. Discriminación que también sufre su familia. Su mujer y sus hijos
se vieron obligados a trasladarse a vivir a 600 kilómetros para que «en
el colegio dejaran de molestar y discriminar a mis niños». A pesar de ello,
Mustapha quiere ir con la verdad por delante y desde hace tres meses confiesa
abiertamente: «Soy cristiano». Inmediatamente aclara: «No vengo de la luna,
tengo DNI marroquí, bebo té y visto con yilaba». Es decir, hace lo que
cualquier marroquí, solo que tiene una religión diferente a la musulmana, algo
que los marroquíes no «consideran normal y no aceptan».
Conversiones
El padre de Susi era el imán de Taroudant, una localidad «muy cerrada y
religiosa» al sur de Marruecos. «La mayoría de los cristianos se concentran en
la región del sur, desde Marrakech a Dakhla, porque es la más islámica»,
explica Susi. Allí estudian el Corán «intensamente» y entonces «es más
sencillo que encuentren contradicciones».
Conversión tras leer la Biblia
Su progenitor le obligó a seguir los estudios islámicos, pero una década
después propuso a su grupo de la escuela coránica realizar un análisis bíblico.
«No tenía las cosas claras y sentía que mi corazón estaba vacío», aunque
sus compañeros creyeron que Susi realizaba un lectura comparativa del Corán y
la Biblia «para encontrar las contradicciones» del texto cristiano. Siete
años leyendo e interpretando la Biblia, y se cambió de religión.
«Pensaba que era el único cristiano en el país» cuando en 1994 se
convirtió al cristianismo. Sin embargo, un año después recibió una invitación
para asistir a una fiesta de Navidad en Agadir y allí se encontró con más de
treinta marroquíes cristianos. Entonces pensó, «no estoy solo», y
comenzó a establecer relaciones religiosas en todas las ciudades del país.
Rechazo familiar
Su familia le ha retirado la palabra, e incluso le ha pedido que se
quite el apellido
«En Taroudant la gente lo sabía», pero la confesión de «viva voz» le ha
apartado de la sociedad. Su familia «practicante y cerrada» le ha retirado la
palabra, incluso «me han pedido que me quite el apellido». Su padre ha muerto y
de los 7 hermanos que tiene, solo dos le hablan. «Únicamente para saludarme por
la calle de lejos y de paso». En la comuna donde trabaja, una institución
similar al ayuntamiento español, «me han quitado las carpetas y el trabajo, me
han dejado solo en el despacho con una silla y una mesa».
Reuniones clandestinas
Las reuniones se celebran semanalmente en casas de clase media en las
diferentes ciudades. Tras dos encuentros, el primero telefónico y el segundo en
persona en Casablanca, Susi invita a EL ESPAÑOL a asistir a una reunión
clandestina en Marrakech, en casa de Nadia y Fouad, nombres ficticios
porque prefieren mantenerse en el anonimato. Esta pareja hace 25 años que es
cristiana y ofrece su casa acomodada cada sábado por la tarde a «sus
hermanos» para reunirse a rezar, a leer la Sagrada Escritura, interpretar y
comentar los pasajes, y cantar. Todo en dariya, el árabe dialectal de
Marruecos.
En una estantería del rincón del salón tradicional marroquí se amontonan
varias biblias en árabe y una en inglés. Este Sábado de Gloria se las reparten
para leer juntos el pasaje donde Jesús sube con la cruz a cuestas por el camino
de Calvario para después ser crucificado.
Seis hombres y Nadia. Celebran la Semana Santa «escondidos porque no
tenemos el derecho a compartir nuestra felicidad con otros cristianos en
público». Dirige la ceremonia Rachid Imounan, el pastor de Agadir, que
viajó para la ocasión, igual que Susi, pastor en Taroudant. Comparten té y
aseguran que es «el momento de salir, de hablar». Rachid quiere «dar la cara y
salir en la cámara», además, muestra en su móvil el sitio web Alakhbar Assara,
que han puesto en marcha para difundir el cristianismo y donde predican la fe.
Él mismo comenzó a conocer la religión cristiana a través del canal francés
Montecarlo, que emite en onda media. Precisamente la radio y la televisión son
las «responsables» de que cada día más marroquíes llamen a la puerta de los
grupos de cristianos.
Número de marroquíes conversos
Es difícil dar un número exacto de marroquíes conversos porque «la mayoría
se esconde por miedo», pero según las estimaciones de un estudio americano de
2014 habría entre 8.000 y 10.000 fieles. «Hay más, pero no lo dicen
porque no es fácil en un país musulmán, donde te quedas sin trabajo y tu
familia te repudia», explica Nadia. En lo que llevamos de año, a las
reuniones cristianas de esta pareja se han unido cuatro nuevos conversos. Uno
el estudiante y veinteañero Said, que confiesa «de momento no se lo he dicho a
nadie, pero creo que con mis amigos no tendré problemas porque muchos de ellos
son ateos».
Un millón de cristianos conversos en Marruecos. Y recuerda cómo en 2010,
las autoridades marroquíes expulsaron a todos los misioneros que vivían en
Marruecos y «crearon una crisis en las iglesias del país». El 80% cerraron.
Entonces los cristianos consideraron «necesario cambiar la estrategia de
trabajo porque si un extranjero dirigía un grupo, la autoridad lo expulsaba
y éste desaparecía». Es cuando los marroquíes comienzan a ponerse al frente de
las comunidades que no pueden ser numerosas para no llamar la atención. En cada
ciudad hay un pastor, que estudia la Biblia y teología por correspondencia. Es
el caso de Susi, Rachid o Fouad, en Taroudant, Agadir y Marrakech.
Peticiones por las libertades
individuales
En la reunión clandestina de Marrakech estaban parte de los miembros de la
Coordinadora Nacional de Marroquíes Cristianos que se reunieron en Rabat con el
secretario general del Consejo Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), Mohamed
Sebbar, el 27 de marzo para solicitar sus libertades individuales. Las
peticiones «son sencillas», enumera Susi; un matrimonio civil «porque en
Marruecos solo te puedes casar por el rito musulmán», enterrarse en
cementerios cristianos, libre elección de la asignatura de religión
en el colegio «ya que solo puedes estudiar el islam», poner nombres bíblicos
a nuestros hijos, y poder rezar en las iglesias para dejar «las
congregaciones secretas» dado que la libertad de culto solo está garantizada
para los extranjeros.
Acudieron a Rabat con la Constitución debajo del brazo. El artículo 161
recoge que el CNDH «es una institución nacional pluralista e independiente
encargada de conocer todas las cuestiones relativas a la defensa y protección
de los derechos humanos y de las libertades, de la garantía de su pleno
ejercicio y de su promoción, así como de la preservación de la dignidad, de los
derechos y de las libertades individuales y colectivas de las ciudadanas y de
los ciudadanos y ello con estricto respeto de los referentes nacionales y
universales».
Se sienten satisfechos porque «por primera vez nos escucharon» y les
aseguraron que «harán todo el esfuerzo para que las peticiones lleguen al
ministerio y que nos defenderá hasta que los cristianos marroquíes vean la
libertad de verdad». Por si no fuera suficiente, el pasado jueves 13 de abril
enviaron una carta al nuevo primer ministro, Saad-Edinne El Othmani, con las
mismas peticiones que han defendido en el CNDH.
La radio y la televisión son las «responsables» de que cada día más
marroquíes llamen a la puerta de los grupos de cristianos.
Estas primeras cinco demandas dependen del Gobierno pero hay otras
que «tendremos que realizar nosotros con el tiempo», como la creación de
una televisión o que «en las escuelas se imparta una asignatura específica de
religión cristiana».
Susi considera que «Marruecos es un país un poco abierto en cuanto al
Gobierno, que acepta bien mezclarse con otras religiones, pero el problema por
el momento es la población que no entiende las ideas diferentes». Desde la
Coordinadora consideran que para terminar con la situación de «discriminación y
ocultismo», las asociaciones y políticos en contacto con la población civil
«tienen que informar, hablar con los ciudadanos de que no solo hay musulmanes
en Marruecos, también están los cristianos, los judíos, y otras religiones».
A pesar de la apertura, el artículo 220 del Código Penal castiga hasta
con seis meses de prisión a «cualquiera que incite a un musulmán a flaquear en
la fe y convertirse a otra religión», pero se aplica con frecuencia a los
musulmanes que se convierten. Todavía se recuerda el caso de Mohamed Al Biladi,
un cristiano arrestado en su pueblo y condenado a dos años y medio de cárcel en
tan solo 48 horas. Es cierto que la presión internacional obligó al juez a
dejarlo en libertad provisional durante el proceso.
En el documento La vida de los ulemas,
presentado este año por el consejo de autoridades islámicas, se propone que la
apostasía de la religión islámica sólo debería castigarse con la muerte en
contextos que implicasen «alta traición a la nación», un «pasarse al
enemigo con revelación de secretos», lo que las leyes internacionales recogen
como traición. Una reinterpretación de una ley que evita que se castigue el
cambio de religión con la pena de muerte.
Efectivamente, todos los conversos coinciden en que «antes era más
difícil», que «hay un tiempo para cada cosa« y parece que el 2017 es el año
en que saldrán a la luz los rostros y voces de algunos «cristianos valientes».
Fuente: InfoCatólica