Paréntesis esencial en la
vida de una madre, no debe suponer una pausa en la vida de la mujer
Embarazada
de mi primer hijo, durante los nueve meses de mi embarazo, estuve trabajando
como maestra. Las náuseas, la dificultad para respirar, el tamaño del vientre
cada vez más imponente camino de la escuela… Es una época que no olvidaré
jamás. Solo soñaba con una cosa: el permiso por maternidad.
Por
lo que decían, es un tiempo feliz de paseos con el carrito, de amistades
nacidas entre madres jóvenes y de construcción de un vínculo íntimo con el
recién nacido. Y con un tiempo libre con el que a veces no se sabe qué hacer.
La creatividad y la pasión por abrir un negocio propio se multiplican como los
brotes primaverales en los árboles. ¡Un tiempo de auténtica bendición!
¿Permanecer en casa? El
trabajo menos reconocido
Me
había dicho: “ahora podrás descansar”. Y me da la risa cuando lo pienso hoy en
día. Niñera, ama de casa, cocinera, enfermera, administradora, psicóloga,
maestra, son solo algunos de los trabajos que ejecutan diariamente una madre. Y
lo que es más, ha de mejorar cada vez más su nivel de cualificación en esas
destrezas sin recibir por ello ningún salario.
Permanecer
en casa para los días “libres” por baja de maternidad es probablemente el
trabajo menos reconocido y valorado de la sociedad. Las madres que han
intentado abarcar ellas solas este periodo lo saben perfectamente.
Sus
maridos también lo saben, cuando sufren horarios fijos de trabajo que, cuando
vuelven a casa, les dejan el cerebro en modo pausa. Lo pueden saber todos los
que tengan un poco de imaginación. Precisamente porque la baja por maternidad
no tiene por qué suponer unas vacaciones para la mujer, absorbida por sus
nuevas responsabilidades, se arriesga a estar de baja de sí misma y de su vida.
De
tal modo que puede transformarse en una ama de casa al borde de una crisis
nerviosa que se consuela convenciéndose de que todo es por el bien del hijo.
Sin embargo, olvida que su hogar de felicidad brillará por su ausencia, un
vacío que, poco a poco, llenará con la felicidad de los demás y dejará de vivir
su propia vida para vivir la de los otros a través de su preocupación.
¿Cómo encontrar el
equilibrio?
Darse
permiso para perder el equilibrio
No
conozco a ningún deportista que haya cosechado victorias en su disciplina sin
antes haber fracasado y cometido errores. Las derrotas son indispensables para
crecer. No hay que empeñarse en querer ser la madre perfecta, sea lo que sea
eso. No dejes de quererte a ti misma cuando sientas que no puedes más o que no
tienes ganas de nada. Recuerda que no tienes por qué ser ideal.
Si
tu hijo es todo lo que tienes en este mundo, cambia de planeta
Es
difícil no derretirse de amor delante del propio bebé. Todas las madres tienen
derecho a hacerlo. Pero cuando tu prole ya sepa utilizar tu smartphone y
esté preparándose para sus estudios superiores, y veas que sigues preparándole
el desayuno, lavándole la ropa y diciéndole cómo vestirse, ya hace mucho que
debiste haber pasado a la etapa siguiente, es decir, a la de ofrecerle un amor
que aprenda a ser libre. Es gracias a este tipo de amor que tu hijo aprenderá a
ser autónomo, mientras que tu seguirás siendo una esposa cariñosa, una mujer
hermosa y una madre feliz.
La maternidad no es un
asunto unilateral
Los
maridos no están solo para ayudar en el cuidado de los niños, ellos son padres
de pleno derecho e igual responsabilidad. ¡Aprovéchalo! Déjale al cargo del
bebé y sal de casa. ¿Solo pensarlo te hace temblar el cuerpo? Es posible,
incluso probable, que los pañales se pongan del revés, que tu hijo de pocos
meses coma pizza y que se duerma delante de una película, pero verás como todo
el mundo sobrevive y como vuelves a casa más relajada.
NATALIA BIAŁOBRZESKA
Fuente:
Aleteia