La oferta de la Religión en la escuela «es decisiva para una educación integral de la persona, para el diálogo entre fe y cultura
La opción por la clase de
Religión católica en nuestro país sigue siendo muy mayoritaria, tal y como se
refleja en la elección que padres y alumnos realizaron para este curso. Un acto
que se repite cada año a modo de referéndum.
Así, de los 5.689.369 alumnos
escolarizados –Infantil, Primaria, ESO y Bachillerato–, un total de 3.559.076
reciben enseñanza de religiosa católica, o lo que es lo mismo, el 63 % del
total. Dos de cada tres alumnos.
Las cifras no vienen sino a
confirmar que esta materia –utilizada como arma política por algunas
formaciones que, de hecho, la quieren eliminar– es querida tanto por los
alumnos como por los padres, a quienes la Constitución ampara para educar a sus
hijos según sus convicciones.
Los datos, que ha hecho
públicos la Conferencia Episcopal Española, son muy semejantes a los del año
anterior, aunque cabe reseñar el ligero ascenso de alumnos que optan por esta
asignatura en ESO y Bachillerato, que suben en ambos casos tres puntos
porcentuales del 55 % al 58% y del 46 % al 49 % respectivamente. En el caso de
la ESO, la subida porcentual va acompañada de un aumento en la cifra absoluta
pasando de 880.838 alumnos en el curso 15-16 a 949.752 en el presente, un
aumento que se explica fundamentalmente por el ascenso de esta opción en la
escuela pública hasta seis puntos porcentuales.
Según señalan desde la Comisión
Episcopal de Enseñanza, la oferta de la Religión en la escuela «es decisiva
para una educación integral de la persona, para el diálogo entre fe y cultura,
además de ayudar a entender las raíces de esta, a favorecer la acogida y
comprensión del otro, a comprender y estimar las otras religiones, a respetar y
amar la naturaleza como obra de Dios».
En este sentido, los obispos
que forman la citada comisión invitan a los padres a favorecer la educación de
sus hijos «sin dejarse frenar por las dificultades que pueden encontrar en
algunos centros». «La tarea educativa de los padres se realiza, en primer
lugar, con su palabra y testimonio ante sus hijos y con la colaboración
estrecha de los profesores, en este caso de los que imparten la formación
religiosa».
Fran Otero