"La grave y profunda crisis que afecta a la liturgia y a la Iglesia desde el Concilio es debida al hecho de que su centro ya no es Dios y su adoración, sino los hombres y su pretendida capacidad de 'hacer' algo para estar ocupados durante las celebraciones eucarísticas"
El
pasado 7 de julio se cumplían diez años del motu proprio Summorum Pontificum,
con el cual Benedicto XVI, tras aclarar definitivamente que el rito de la misa
anterior a la reforma de 1969, "nunca se ha abrogado" (art. 1),
liberalizó su uso para toda la Iglesia latina, regulando su uso como
"forma extraordinaria" del rito romano.
El
cardenal Robert Sarah, prefecto de la Sagrada Congregación para el Culto Divino
y la Disciplina de los Sacramentos, es un decidido impulsor de la aplicación de
Summorum Pontificum.
Y también de su interpretación (más allá de su aplicación
específica a la misa tradicional) como criterio general orientador de un nuevo
movimiento litúrgico que, tanto en la forma extraordinaria como en la
ordinaria, se fundamente en la centralidad de Cristo en el sacrificio del Altar
y en la sacralidad de la liturgia.
En
ese sentido se pronunció en una importante intervención (no presencial por
razones de agenda) en los XVIII Encuentros Litúrgicos de Colonia que organizó
el padre Guido Rodheudt del 29 de marzo al 1 de abril en Herzogenrath (al norte
de Aquisgrán), donde es párroco de la iglesia de Santa Gertrudis.
En
el mensaje enviado a estos Encuentros, el cardenal Sarah dejó algunas ideas
clave que destacamos:
1.
"En las parroquias donde el Motu proprio ha sido puesto en marcha, los
párrocos testimonian de un mayor fervor entre los fieles y los sacerdotes... Se
ha observado también una repercusión y una evolución espiritual positiva en la
manera de vivir las celebraciones eucarísticas según la forma ordinaria, sobre
todo el redescubrimiento de actitudes de adoración hacia el Santísimo
Sacramento: arrodillarse, genuflexión y, también, un mayor recogimiento
caracterizado por ese silencio sagrado que debe marcar los momentos importantes
del Santo Sacrificio de la misa para permitir a los sacerdotes y a los fieles
interiorizar el misterio de la fe que se está celebrando".
2.
"La liturgia debe reformarse siempre para ser más fiel a su esencia
mística. Pero la mayor parte del tiempo esta 'reforma', que ha sustituido a la
verdadera 'restauración' deseada por el Concilio Vaticano II, se ha realizado
con un espíritu superficial y basándose en un único criterio: suprimir a toda
costa una herencia que es percibida como totalmente negativa y superada, con el
fin de abrir un abismo entre el antes y el después del Concilio".
3.
"El cardenal Joseph Ratzinger ha repetido incansablemente que la crisis
que sacude a la Iglesia, cincuenta años después, sobre todo después del
Vaticano II, está vinculada a la crisis de la liturgia y, por consiguiente, a
la falta de respeto, a la desacralización y la eliminación de los elementos
esenciales del culto divino".
4.
"No podemos cerrar los ojos ante el desastre, la devastación y el cisma
que los promotores modernos de una liturgia viva han provocado al remodelar la
liturgia de la Iglesia según sus propias ideas. Se han olvidado que el acto
litúrgico es no sólo una oración, sino también y sobre todo un misterio en el
que se realiza, para nosotros, algo que nosotros no podemos comprender
plenamente, pero que debemos aceptar y recibir con fe, amor, obediencia y un
silencio adorante. Es éste el verdadero significado de la participación activa
de los fieles. No se trata sólo de una actividad únicamente externa, de un
repartir papeles o funciones dentro de la liturgia, sino más bien de una
receptividad intensamente activa: la recepción es, en Cristo y con Cristo, la
ofrenda humilde de sí mismo en la oración silenciosa y con una actitud
plenamente contemplativa".
5.
"La grave crisis de fe, no sólo a nivel de los fieles cristianos, sino
también y sobre todo de muchos sacerdotes y obispos, nos ha hecho incapaces de
comprender la liturgia eucarística como un sacrificio, como el acto idéntico,
llevado a cabo una vez por todas por Jesucristo, haciendo presente el
Sacrificio de la Cruz de manera incruenta, en toda la Iglesia... A menudo
tenemos la tendencia sacrílega a reducir la Santa Misa a una simple comida
"comunitaria", a la celebración de una fiesta profana y a una
autocelebración de la comunidad".
6.
"La grave y profunda crisis que afecta a la liturgia y a la Iglesia desde
el Concilio es debida al hecho de que su centro ya no es Dios y su adoración,
sino los hombres y su pretendida capacidad de 'hacer' algo para estar ocupados
durante las celebraciones eucarísticas".
7.
"Se reprocha a la Europa política el haber abandonado o negado sus raíces
cristianas. Pero la primera que ha abandonado sus raíces y su pasado cristiano
es, sin duda alguna la Iglesia católica post-conciliar".
8.
"No son de extrañar las devastaciones, las destrucciones y la guerra que
vinieron a continuación y que persisten actualmente a nivel litúrgico,
doctrinal y moral: la pretensión es que ninguna época como la nuestra ha sido
capaz de comprender el 'ideal evangélico'. Muchos se niegan a mirar a la cara
la obra de autodestrucción que la propia Iglesia está llevando a cabo mediante
la demolición planificada de sus fundamentos doctrinales, litúrgicos, morales y
pastorales".
9.
"Lo más importante, ya sea que se celebre según la forma ordinaria o la
extraordinaria, es proporcionar a los fieles lo que necesitan: la belleza de la
liturgia, su sacralidad, el silencio, el recogimiento, la dimensión mística y
la adoración. La liturgia tiene que ponernos cara a cara con Dios en una
relación personal y de intensa intimidad. Debe favorecer que nos sumerjamos en
la intimidad de la Santísima Trinidad".
10.
"Sin esta dimensión mística del silencio y sin un espíritu contemplativo,
la liturgia seguirá siendo ocasión de rupturas causadas por el odio, de
enfrentamientos ideológicos y de humillaciones públicas de los débiles por
parte de quienes pretenden tener la autoridad, en lugar de ser el lugar de
nuestra unidad y de nuestra comunión en el Señor".
11.
Me permito proponerles tres pistas que resumo en estas tres letras: SAF, es
decir, Silencio-Adoración-Formación. Ante todo, el silencio sagrado, sin el
cual no podemos encontrar a Dios.(...) Después, la adoración. (...) Por último,
la formación litúrgica partiendo del anuncio de la fe o la catequesis, teniendo
como referencia el Catecismo de la Iglesia Católica, lo que nos protege de
posibles elucubraciones más o menos sabias de ciertos teólogos deseosos de
'novedades'".
12.
"En este contexto global y en un espíritu de fe y de profunda comunión en
obediencia a Cristo en la Cruz por lo que, humildemente, les pido aplicar con
gran atención Summorum Pontificum; no como una medida negativa o retrógrada,
que mira hacia el pasado, o como algo que construye muros y crea un gueto, sino
como una contribución importante y verdadera para la vida litúrgica actual y
futura de la Iglesia, así como para el movimiento litúrgico de nuestra época,
por parte de un número cada vez mayor de personas, sobre todo jóvenes, que
aportan tantas cosas verdaderas, buenas y hermosas".
Fuente:
ReL