Autor de
la imitación de Cristo, 30 de agosto
Este precioso librito es llamado "el consentido de los libros" porque se ha sacado en las ediciones de bolsillo más hermosas y lujosas, ha tenido ya más de 3,100 ediciones en los más diversos idiomas del mundo.
Su
primera edición salió en 1472, 20 años antes del descubrimiento de América (un
año después de la muerte del autor), y durante más de 500 años ha tenido unas 6
ediciones cada año. Caso raro y excepcional.
Tomás
nació en Kempis, cerca de Colonia, en Alemania, en el año 1380. Era un hombre
sumamente humilde, que pasó su larga vida (90 años) entre el estudio, la
oración y las obras de caridad, dedicando gran parte de su tiempo a la
dirección espiritual de personas que necesitaban de sus consejos.
Empezar por uno mismo
En
ese tiempo muchísimas personas deseaban que la Iglesia Católica se reformara y
se volviera más fervorosa y más santa, pero pocos se dedicaron a reformase
ellos mismos y a volverse mejores. Tomás de Kempis se dió cuenta de que el
primer paso que hay que dar para obtener que la Iglesia se vuelva más santa, es
esforzarse uno mismo por volverse mejor. Y que si cada uno se reforma a sí
mismo, toda la Iglesia se va reformando poco a poco.
Una asociación muy útil
Kempis
se reunió con un grupo de amigos en una asociación piadosa llamada
"Hermanos de la Vida Común", y allí se dedicaron a practicar un modo
de vivir que llamaban "Devoción moderna" y que consistía en emplear
largos ratos de oración, la meditación, la lectura de libros piadosos y en
recibir y dar dirección espiritual, y dedicarse cada uno después con la mayor
exactitud que le fuera posible a cumplir cada día los deberes de su propia
profesión. Los que pertenecían a esta asociación hacían progresos muy notorios
y rápidos en santidad y la gente los admiraba y los quería.
Un ascenso difícil
Tomás
tiene muchos deseos de ser sacerdote, pero en sus primeros 30 años no lo logra
porque sus tentaciones son muy fuertes y frecuentes y teme que después no logre
ser fiel a su voto de castidad. Pero al fin entra a una asociación de canónigos
(en Windesheim) y allí en la tranquilidad de la vida retirada del mundo logra
la paz de su espíritu y es ordenado sacerdote en el año 1414. Desde entonces se
dedica por completo a dar dirección espiritual, a leer libros piadosos y a
consolar almas atribuladas y desconsoladas. Es muy incomprendido muchas veces y
sufre la desilusión de constatar que muchas amistades fallan en la vida (menos
la amistad de Cristo) y va ascendiendo poco a poco, aunque con mucha
dificultad, a una gran santidad.
Oficios delicados
Dos
veces fue superior de la comunidad de canónigos en su ciudad. Bastante tiempo
estuvo encargado de la formación de los novicios. Después lo nombraron ecónomo
pero al poco tiempo lo destituyeron porque su inclinación a la vida espiritual
muy elevada no lo hacía nada apto para dedicarse a comerciar y a administrar
dineros y posesiones. Su alma va pasando por períodos de mucha paz y de
angustias y tristezas espirituales, y todo esto lo irá narrando después en su
libro portentoso.
El libro que lo hizo
famoso
En
sus ratos libres, Tomás de Kempis fue escribiendo un libro que lo iba a hacer
célebre en todo el mundo: La Imitación de Cristo. De esta obra dijo un autor:
"Es el más hermoso libro salido de la mano de un hombre" (Dicen que
Kempis pidió a Dios permanecer ignorado y no conocido. Por eso la publicación
de su libro sólo se hizo al año siguiente de su muerte). No lo escribió todo de
una vez, sino poco a poco, durante muchos años, a medida que su espíritu se iba
volviendo más sabio y su santidad y su experiencia iban aumentando. Lo
distribuyó en cuatro pequeños libritos. Entre la redacción de un libro y la
siguiente pasaron unos cuantos años.
El
libro Primero de la Imitación de Cristo narra cómo es la lucha activa que hay
que librar para convertirse y reformarse y los obstáculos que se le presentan a
quienes desean ser santos, entre los cuales está como principal: ser "la
sirena" de este mundo, o sea la atracción, el deseo de darle gusto al
propio egoísmo y de obtener honores, famas, altos puestos, riquezas y gozos
sensuales y vida fácil y cómoda. Este primer librito es como el retrato de lo
que Tomás tuvo que sufrir hasta sus 30 años de las luchas y peligros que se le
presentaron.
El
libro segundo. Fue escrito por Kempis después de haber sufrido muchas tribulaciones,
contradicciones, humillaciones y desengaños, especialmente en el orden
afectivo. Destituido del cargo de ecónomo, abandonado por amigos que se había
imaginado le iban a ser fieles; es entonces cuando descubre que hay una amistad
que no defrauda nunca y es la amistad con Jesucristo, y que allí se encuentra
la solución para todas las penas del alma. Este libro segundo de la Imitación
enseña cómo hay que comportarse en las tribulaciones y sufrimientos. Emplea
mucho el nombre de Jesús indicando el afecto muy vivo y profundo que siente
hacia el Redentor y que desea sientan sus lectores también.
Cuando
redacta el Libro Tercero ya ha subido más alto en espiritualidad. Aquí ya a
Cristo lo llama El Señor. Se ha dado cuenta que la santidad no depende
solamente de nuestros esfuerzos sino sobre todo de la ayuda de Dios. Ha crecido
en humildad y exclama: "Cayeron los que eran como cedros del Líbano, y yo
miserable ¿qué podré esperar de mis solas fuerzas?". Ahora ya no piensa en
la muerte como algo miedoso, sino como una liberación del alma para ir a una
Patria feliz.
El
libro cuarto de la Imitación está dedicado a la Eucaristía y es uno de los más
bellos tratados que se han escrito acerca del Santísimo Sacramento. Millones de
personas en todos los continentes han leído este librito para prepararse o dar
gracias cuando comulgan.
¿Un iluminado?
Muchos
autores han pensado que probablemente Tomás de Kempis recibió del cielo luces
muy especiales al escribir La Imitación de Cristo. De otra manera no se podría
explicar el éxito mundial que este librito ha tenido por más de cinco siglos,
en todas las clases sociales.
Otro secreto de su
triunfo
Puede
ser el que Kempis ha logrado comprender sumamente bien la persona humana con
sus miserias y sus sublimes posibilidades, con sus inquietudes y su inmensa
necesidad de tener un amor que llene totalmente sus aspiraciones.
Este
libro está hecho para personas que quieran sostener una lucha diaria y sin
contemplaciones contra el amor propio y el deseo de sensualidad que se opone
diametralmente al amor de Dios y a la paz del alma. Está redactado para quienes
quieran independizarse de lo temporal y pasajero y dedicarse a conseguir lo
eterno e inmortal.
San
Ignacio, San Juan Bosco, Juan XXIII, el presidente mártir, García Moreno y muchísimos más, han leído una página de la
Imitación cada día. ¿La leeremos también nosotros?.
Fuente:
EWTN