Patrono del
pan y del trabajo, 8 de agosto
Este
santo, muy popular entre los comerciantes y ganaderos porque los protege de
muchos males, nació en 1480 en Vicenza, cerca de Venecia, Italia.
Su
padre, militar, murió defendiendo la ciudad contra un ejército enemigo. El niño
quedó huérfano, al cuidado de su santa madre que se esmeró intensamente por
formarlo muy buen.
Estudió
en la Universidad de Padua donde obtuvo dos doctorados y allí sobresalía por su
presencia venerable y por su bondad exquisita que le ganaba muchas amistades.
Se
fue después a Roma, y en esa ciudad capital llegó a ser secretario privado del
Papa Julio II, y notario de la Santa Sede.
A
los 33 años fue ordenado sacerdote. El respeto que tenía por la Santa Misa era
tan grande, que entre su ordenación sacerdotal y su primera misa pasaron tres
meses, tiempo que dedicó a prepararse lo mejor posible a la santa celebración.
En
Roma se inscribió en una asociación llamada "Del Amor Divino", cuyos
socios se esmeraban por llevar una vida lo más fervorosa posible y por
dedicarse a ayudar a los pobres y a los enfermos.
Viendo
que el estado de relajación de los católicos era sumamente grande y
escandaloso, se propuso fundar una comunidad de sacerdotes que se dedicaran a
llevar una vida lo más santa posible y a enfervorizar a los fieles. Y fundó los
Padres Teatinos (nombre que les viene a Teati, la ciudad de la cual era obispo
el superior de la comunidad, Msr. Caraffa, que después llegó a ser el Papa
Pablo IV).
San
Cayetano le escribía a un amigo: "Me siento sano del cuerpo pero enfermo
del alma, al ver cómo Cristo espera la conversión de todos, y son tan poquitos
los que se mueven a convertirse". Y este era el más grande anhelo de su
vida: que las gentes empezaran a llevar una vida más de acuerdo con el santo
Evangelio.
Y
donde quiera que estuvo trabajó por conseguirlo.
En
ese tiempo estalló la revolución de Lutero que fundó a los evangélicos y se
declaró en guerra contra la Iglesia de Roma. Muchos querían seguir su ejemplo,
atacando y criticando a los jefes de la santa Iglesia Católica, pero San
Cayetano les decía: "Lo primero que hay que hacer para reformar a la
Iglesia es reformarse uno a sí mismo".
San
Cayetano era de familia muy rica y se desprendió de todos sus bienes y los
repartió entre los pobres. En una carta escribió la razón que tuvo para ello:
"Veo a mi Cristo pobre, ¿y yo me atreveré a seguir viviendo como
rico?" Veo a mi Cristo humillado y despreciado, ¿y seguiré deseando que me
rindan honores? Oh, que ganas siento de llorar al ver que las gentes no sienten
deseos de imitar al Redentor Crucificado".
En
Nápoles un señor rico quiere regalarle unas fincas para que viva de la renta,
junto con sus compañeros, diciéndole que allí la gente no es tan generosa como
en otras ciudades. El santo rechaza la oferta y le dice: "Dios es el mismo
aquí y en todas partes, y El nunca nos ha desamparado, si siquiera por un
minuto".
Fundó
asociaciones llamadas "Montes de piedad" (Montepíos) que se dedicaban
a prestar dinero a gentes muy pobres con bajísimos intereses.
Sentía
un inmenso amor por Nuestro Señor, y lo adoraba especialmente en la Sagrada
Hostia en la Eucaristía y recordando la santa infancia de Jesús. Su imagen
preferida era la del Divino Niño Jesús.
La
gente lo llamaba: "El padrecito que es muy sabio, pero a la vez muy
santo".
Los
ratos libres los dedicaba, donde quiera que estuviera, a atender a los enfermos
en los hospitales, especialmente a los más abandonados y repugnantes.
Un
día en su casa de religioso no había nada para comer porque todos habían
repartido sus bienes entre los pobres. San Cayetano se fue al altar y dando
unos golpecitos en la puerta del Sagrario donde estaban las Santas Hostias, le
dijo con toda confianza: "Jesús amado, te recuerdo que no tenemos hoy nada
para comer". Al poco rato llegaron unas mulas trayendo muy buena cantidad
de provisiones, y los arrieros no quisieron decir de dónde las enviaban.
En
su última enfermedad el médico aconsejó que lo acostaran sobre un colchón de
lana y el santo exclamó: "Mi Salvador murió sobre una tosca cruz. Por
favor permítame a mí que soy un pobre pecador, morir sobre unas tablas". Y
así murió el 7 de agosto del año 1547, en Nápoles, a la edad de 67 años, desgastado
de tanto trabajar por conseguir la santificación de las almas.
En
seguida empezaron a conseguirse milagros por su intercesión y el Sumo Pontífice
lo declaró santo en 1671.
Fuente: ACI