27 de junio de 1877.
Justyna Szafryńska, de 13 años, volvía a casa de la iglesia. Al escuchar el
repicar de las campanas del Ángelus, recitó la oración y, de repente, vio una
singular luz y una figura vestida de blanco en un arce cercano
Gietrzwałd
(en alemán Dietrichswalde) fue fundada por el capítulo catedralicio de Warmia.
La veneración de la Santísima Virgen María de este lugar se remonta a la
segunda mitad del siglo XIV. En un principio, esta adoración estaba conectada
con una figura de la Piedad y, desde el siglo XVI, con una imagen de Nuestra
Señora y el Niño en la iglesia local. La imagen representa a María con una
túnica azul marino sosteniendo con Su brazo izquierdo al Niño, que lleva un
largo vestido rojo. En 1717 la imagen fue decorada con coronas de plata.
Numerosas ofrendas votivas ante la imagen dan testimonio de la floreciente
veneración mariana.
Gietrzwałd
estaba habitada en su origen por descendientes de prusianos y más tarde
principalmente por la población local de la región de Warmia, descendientes de
llegados de Polonia, que se establecieron aquí a partir del siglo XIV. La
situación cambió durante la segunda mitad del siglo XIX; la germanización ganó
impulso después de la aprobación de leyes en detrimento de la Iglesia católica.
En
1873 el idioma polaco fue prohibido en todas las escuelas de la región. Como
resultado de esta Kulturkampf o
lucha de culturas, los sacerdotes católicos y las congregaciones religiosas
rebeldes, con la excepción de las involucradas activamente en obras de caridad,
fueron suprimidos de Warmia.
Apariciones marianas en
Gietrzwałd
Un
27 de junio de 1877, Justyna Szafryńska, de 13 años, volvía a casa de la
iglesia en Gietrzwałd. Por entonces, estaba preparándose para recibir su
Primera Comunión y acababa de aprobar un examen supervisado por el párroco, el
padre Augustyn Weichsel. Tras escuchar las campanadas del Ángelus, recitó la
oración y, de repente, vio una singular luz y una figura vestida de
blanco en el arce próximo al presbiterio; la figura estaba sentada en un
trono de oro salpicado de perlas.
Un
momento después, la joven vio la resplandeciente figura de un ángel con alas
doradas, vestido de blanco, un ángel descendido del paraíso. Cuando la joven
Justyna rezó el Ave María, la figura se levantó de su trono y ascendió al Cielo
junto con el ángel. Así se iniciaron las apariciones de Nuestra Señora,
que concluyeron el 16 de septiembre.
La
chica relató todo al párroco, que le dijo que volviera a visitar el lugar al
día siguiente. Cuando sonaron las campanadas del Ángelus, el arce se iluminó
vivamente. Un círculo dorado apareció a su alrededor y un trono de oro apareció
sobre este fondo; dos ángeles acompañaban a la Virgen María hasta el
trono.
Cuando
Nuestra Señora se sentó, otros dos ángeles trajeron al Niño Jesús en una luz
celestial y lo depositaron sobre la rodilla izquierda de Nuestra Señora; el
Niño sostenía el orbe en la mano izquierda. Otros ángeles sostenían una
brillante corona por encima de la cabeza de María. Otro ángel más trajo un
espectro dorado y lo sostenía a la derecha de la corona. Otro ángel que rondaba
por encima de toda la escena señalaba a la gran cruz sin la figura del Cristo
crucificado.
¿Qué quieres, Santa María?
El
30 de junio, Nuestra Señora se apareció sin la compañía de ángeles. También fue
el día que la Santísima Virgen se apareció a Barbara Samulowska, de 12 años,
que acompañaba a Justyna. Ambas muchachas vivían con familias locales pobres de
origen polaco, aunque algunas fuentes mantienen que la familia de Justyna era
de origen alemán, algo que no se ha confirmado.
Durante
la aparición, Szafryńska preguntó: “¿Qué quieres, Santa María?”. La respuesta
que recibió fue la siguiente: “Quiero que reces el Rosario diariamente”.
Nuestra Señora habló en el dialecto local, parecido al polaco.
El
1 de julio, Justyna preguntó: “¿Quién eres?”, y escuchó como respuesta: “Soy
la Santa Virgen María de la Inmaculada Concepción”.
Conviene
tener en cuenta que las apariciones de Gietrzwałd tuvieron lugar unos pocos 20
años después de las de Lourdes, cuando la Madre de Dios dijo a Bernadette
Soubirous: “Soy la Inmaculada Concepción”.
La oración ferviente te
salvará
A
partir de julio, Szafryńska y Samulowska recibieron la visita diaria de Nuestra
Señora durante el servicio vespertino del Rosario. Entre las múltiples y
variadas preguntas que hicieron las muchachas sobre la salud y la salvación de
varias personas incluyeron la siguiente: “¿Será libre la Iglesia en el Reino de
Polonia?”. También quisieron saber si habría nuevos sacerdotes asignados a
las parroquias en el sur de Warmia, abandonado tras la Kulturkampf.
Como
respuesta, las jóvenes escucharon: “Sí, si el pueblo reza con fervor. ¡Entonces
la Iglesia no será perseguida y las parroquias huérfanas recibirán
sacerdotes!”.
La
noticia de las apariciones atrajo numerosos peregrinos a Gietrzwałd. La primera
noticia sobre las apariciones se publicó en el periódico Pielgrzym,
publicado en la localidad de Pelpin en 1877. Las celebraciones de tres días de
la fiesta de la Natividad de la Santísima Virgen María atrajeron hasta
50.000 fieles a Gietrzwałd.
El
8 de septiembre de 1877, Nuestra Señora bendijo un manantial de donde los
peregrinos han extraído agua durante años y que ha traído alivio a los
afligidos y provocado una serie de curaciones milagrosas. El 6 de septiembre de
1877, se instaló una capilla con una estatua de Nuestra Señora en el lugar de
las apariciones marianas. La figura fue realizada en Múnich.
Renacimiento del espíritu
nacional polaco
Las
apariciones sacudieron los cimientos de la región de Warmia y de la comunidad
local. Debido a la posición cada vez más difícil del pueblo polaco en el Estado
prusiano, las apariciones se recibieron como una poderosa señal, un símbolo de
defensa tanto para los católicos como para la comunidad polaca. Los polacos de
todas las tierras anexionadas por las tres superpotencias vecinas empezaron a
visitar Gietrzwałd en gran número. El lugar también era visitado por peregrinos
alemanes o lituanos, además de por casubios y nativos de Masuria.
Al
tiempo que las apariciones contribuían al renacimiento del espíritu nacional
polaco, en el sentido religioso tuvieron un atractivo universal, dando lugar al
resurgimiento de la vida religiosa y el incremento de la sensibilización y la
moralidad religiosas entre los fieles.
Cada
año, Gietrzwałd atraía montones de peregrinos el 29 de junio, el 15 de agosto y
el 8 de septiembre. El flujo de peregrinos instó a los sucesivos párrocos
locales a ampliar el santuario.
Más sobre la historia de
las videntes
Hasta
cierto momento, después de las apariciones las vidas de las dos videntes fueron
las mismas. Ambas entraron en la congregación religiosa de las Hijas de la
Caridad de san Vicente de Paúl, primero en Chełmno y luego en París. Sor
Barbara Samulowska (de nombre Stanisława en la congregación), cambió París por
Guatemala, donde fue misionera hasta su muerte el 6 de diciembre de 1950, y es
popularmente considerada una mujer santa. El 2 de febrero de 2005, el arzobispo
Edmun Piszcz de Warmia inauguró el proceso de beatificación de la hermanaStanisława
Barbara Samulowska en la basílica de Gietrzwałd.
Justyna
Szafryńska, en cambio, dejó la congregación en 1897 y volvió a la vida laica.
En 1899, en París, se casó con Raymond Etienne Bigot. Después de 1904
desapareció sin dejar rastro y se desconocen detalles de su vida posterior o de
su lugar de descanso eterno.
Reconocimiento de las
apariciones
El
entonces obispo de Warmia, Filip Krementz, todavía durante las apariciones en
1877, convocó una comisión especial de teólogos para examinar concienzudamente
el caso. La comisión permaneció en Gietrzwałd ya desde el 20 de agosto, cuando
las apariciones todavía estaban sucediendo. El informe de 47 páginas fue favorable y
las chicas mismas fueron definidas como “modestas, sencillas, naturales y ajenas
a cualquier fraude”.
A
comienzos de septiembre de 1877, el obispo estableció también una comisión de
tres médicos que examinaran a las videntes durante las apariciones. Los médicos
descartaron el engaño. Cuando las niñas veían a la Santísima Virgen María, su
pulso aminoraba, sus extremidades superiores e inferiores se enfriaban y su
mirada quedaba fija.
El
1 de septiembre de 1977 se celebraron festejos por el centenario de las
apariciones, presididos por el cardenal Karol Wojtyła, arzobispo metropolitano de
Cracovia. Aquel día, el obispo Józef Drzazga de Warmia reconoció
solemnemente la veneración a la Santísima Virgen María en Gietrzwałd. Emitió un
decreto validando la credibilidad de las apariciones y las proclamó conformes
con la fe y la moralidad cristianas.
KATOLICKA
AGENCJA INFORMACYJNA
El
texto ha sido publicado en la edición polaca de Aleteia