A veces “es el propio
interesado o la familia quien ha autorizado a los demonios a atacar”, por
ejemplo cuando se hacen sesiones de espiritismo o se acuden a tarotistas o
curanderos
El
P. Javier Luzón Peña es un exorcista de la Archidiócesis de Madrid (España) y
autor del libro “Las seis puertas del enemigo. Experiencias de un exorcista” en
donde explica las diversas acciones del demonio y por qué Dios permite que en
ocasiones personas inocentes se vean afectadas por esas influencias o
posesiones.
En
una entrevista concedida a la televisión HM Eukmamie el sacerdote explica que
existen varios tipos de posesiones, influencias o infecciones demoníacas sobre
cosas, lugares, animales o personas.
“Hay
7 acepciones preternaturales de los demonios contra los seres humanos. Tres de
ellas son contra animales, plantas y lugares, y se llaman infestaciones. Y las
cuatro restantes son contra personas”, explica el P. Luzón.
En
ese sentido, recuerda que en una casa había una habitación donde se
experimentaban situaciones “raras, objetos que se caen…” o también objetos que
quedaban infectados.
Así
como la vez cuando estaba presidiendo una oración de liberación en la que “el
Señor me puso en el corazón preguntarle a los demonios, en su nombre, si había
algún amuleto. Y me dijeron que sí: la bola de cristal con el dragón negro. Y
fue destruida y desapareció la posesión”.
El
P. Luzón también explica las cuatro afecciones extraordinarias contra los seres
humanos.
“La
primera es la vejación, lo que le sucedía al Santo Cura de Ars, que cada vez
que iba un penitente que llevaba mucho tiempo sin confesarse, el demonio por la
noche le daba un paliza para que no pudiera levantarse al día siguiente”.
“Un
segundo nivel es la opresión o la influencia demoniaca, que es algo más íntimo,
son enfermedades, es un bloqueo, una ofuscación… Inexplicablemente una persona
es infiel y queda un ‘amarre’, queda atado por otra persona, pero fríamente eso
no tiene explicación ninguna y se reza y la persona vuelve en sí…”, apunta el
sacerdote.
Otro
nivel es la “obsesión diabólica”, en la que el afectado acude al psiquiatra,
pero éste reconoce que no tiene que ver con su especialización. “Son obsesiones
por temas que el médico dice que no entra en su ámbito de competencia”, asegura
el exorcista.
El
P. Luzón explica que “la posesión es cuando generalmente varios demonios toman
posesión del cuerpo de la persona y cuando está en trance (que) no controla.
Pero las personas, influenciadas, obsesionadas u oprimidas sufren tanto o más
que las poseídas”.
¿Por qué Dios lo permite?
Ante
la pregunta de por qué Dios permite la acción del demonio en las personas, el
exorcista señala que a veces “es el propio interesado o la familia quien ha
autorizado a los demonios a atacar”, por ejemplo cuando se hacen sesiones de
espiritismo o se acuden a tarotistas o curanderos.
Pero
también hay ocasiones en que la persona es totalmente inocente de la posesión o
de la influencia de los demonios.
“Como
es el caso de Anna Liz Michelle, la protagonista de la película ‘El exorcismo
de Emily Rose’, que era una mujer santa, joven; que la Virgen le revela que su
Hijo había permitido esta posesión para que diera testimonio en mitad
del siglo XX en la Alemania materialista, de la existencia del Espíritu”,
apunta el sacerdote.
El
P. Luzón asegura que “estas personas que son víctimas, cuando se liberan, el
Señor les deja un poder intercesor maravilloso. Como San Pío de Pietrelcina.
Cada vez que lo invocaba en las oraciones los demonios se aterrorizaban.
Decían: ‘¡El barbas no!’, refiriéndose a San Pío. Le tienen verdadero terror
porque él fue muy vejado y el Señor le ha concedido un gran poder de
intercesión para liberar a los atribulados por los espíritus”.
¿Cómo se vencen?
El
P. Luzón apunta que “la victoria es la oración dirigida a Dios”, y recuerda que
una vez al terminar la Misa se estaba rezando por unos enfermos presentes,
entre los que había una persona poseída.
“La
retiramos porque no se debe hacer liberación en público y estuvimos orando.
Llevábamos más de una hora y yo estaba agotado. Le dije a la Virgen
interiormente ‘échanos una mano y dile a San Miguel que nos ayude’”.
“En
un momento vi que la señora levanta el puño. Pensaba q iba contra mí, pero era
como si llevara una espada y dijo: ‘Alabado sea el Padre’. Era San Miguel, porque
era una voz de hombre, y los demonios no dicen esas cosas, por lo que me di
cuenta de que era San Miguel enseñándonos a derrotar a los demonios
alabando a Dios”.
Además,
el sacerdote explica un método muy sencillo para diferenciar entre las personas
que son intercesoras del poder de Dios o tienen carismas concretos, por la
Gracia de Dios; de aquellos que son curanderos o adivinos y que invocan a los
demonios.
“Es
muy fácil diferenciarlos: si cobran no es de Dios y si tienen protagonismo
ellos, tampoco. La verdadera persona con carisma de sanación es humilde y no se
le ocurre cobrar jamás, y por el ministerio de liberación ningún sacerdote debe
aceptar jamás ningún pago por nada”, insiste.
Por
último, el sacerdote también diferencia entre los espíritus y las almas del
purgatorio, ya que estas “quieren llamar la atención para reclamar oraciones en
su proceso de purificación”.
Por Blanca Ruiz
Fuente:
ACI Prensa