Durante un aguacero enorme, una custodia con la
Eucaristía en su interior se salvó milagrosamente
H. Zell | CC BY SA 3.0 |
Durante la lluvia torrencial que cayó en el
siglo XV sobre la ciudad francesa de Aviñón, los ríos Sorgue y Ródano elevaron
su caudal hasta inundar la parte baja de la ciudad, convirtiéndose así en una
de las peores inundaciones en la historia de la región. Un grupo de frailes
franciscanos se inquietó por la posible destrucción de su pequeña iglesia.
Incluso peor, la
Eucaristía había estado expuesta en una custodia sobre el altar y no se recogió
antes de que las aguas entraran y los franciscanos escaparan.
Dos frailes entraron en un bote
y remaron hacia la capilla para valorar los daños. No podían creer lo que veían
sus ojos.
Tras abrir la puerta principal,
encontraron ante ellos una visión que parecía salida directamente
de la Biblia. Las aguas se habían separado por ambos lados,
como cuando Moisés condujo a su pueblo a través del mar Rojo.
La parte media de la capilla
estaba completamente seca, con el altar y la custodia intactos. Dos metros de
agua delineaban ambos lados de la iglesia a medida que los franciscanos
caminaban hacia el altar.
Los frailes regresaron
inmediatamente para informar de lo que habían visto y para que otros
confirmaran el milagro. Durante unos pocos días, el milagro se mantuvo y varios
cientos de residentes en la ciudad presenciaron el acontecimiento milagroso.
Procesionaron con la custodia
hasta otra iglesia franciscana y leyeron el siguiente pasaje: “Entonces
Moisés extendió su mano sobre el mar, y el Señor hizo retroceder el mar con un
fuerte viento del este, que sopló toda la noche y transformó el mar en tierra
seca. Las aguas se abrieron” (Éxodo 14, 21).
Los frailes pusieron por escrito
el relato del milagro en su registro, que aún se conserva en el lugar.
A día de hoy se celebra el
aniversario del milagro en esta iglesia cada 30 de noviembre.
Philip
Kosloski
Fuente:
Aleteia