El
postulador de la causa de canonización del Beato Papa Pablo VI afirmó que el
Pontífice, autor de la encíclica Humanae Vitae, podría ser el santo protector
de la vida por nacer
El Papa Pablo VI. Foto: dominio público |
En
declaraciones a CNA –agencia en inglés del Grupo ACI– el P. Antonio Marrazzo
señaló que por los milagros que se han obrado por intercesión del fallecido
Papa, en los que los protagonistas eran bebés en el vientre de sus madres,
“Pablo VI podría ser invocado como el protector de la vida por nacer”.
En
ninguno de los milagros narrados aquí la madre estaba en peligro ni era el
primer embarazo, pero sí aparecía la amenaza de un aborto “terapéutico” o una
pérdida, con una posible discapacidad para el bebé. En ambos milagros los niños
nacieron bien y siguen con buena salud.
Estas
circunstancias recuerdan lo afirmado por el Beato en su encíclica Humanae Vitae
en el número 14 que señala: “En conformidad con estos principios fundamentales
de la visión humana y cristiana del matrimonio, debemos una vez más declarar
que hay que excluir absolutamente, como vía lícita para la regulación de los
nacimientos, la interrupción directa del proceso generador ya iniciado, y sobre
todo el aborto directamente querido y procurado, aunque sea por razones
terapéuticas”.
En la
Humanae Vitae, considerada por el Papa Francisco como de gran “genialidad
profética”, Pablo VI también alertó sobre las consecuencias de usar métodos
anticonceptivos, entre ellas la infidelidad conyugal, la degradación moral, la
pérdida del respeto a la mujer y el uso de estos métodos como políticas de
estado.
El milagro de la canonización
Cuando
Vanna Pironato estaba embarazada de su segundo bebé en 2014, los médicos le
sugirieron que lo abortara; una decisión que ella y su esposo Alberto
Tagliaferro rechazaron.
El
postulador explica en una nota sobre este milagro, que permitirá la
canonización de Pablo VI, que “el 23 de septiembre de 2014, la señora Vanna
Pironato, en la semana 13 de su segundo embarazo, fue hospitalizada por la amenaza
de un aborto espontáneo, debido a la ruptura prematura de las membranas que
permitieron la consecuente salida del líquido amniótico”.
Los
médicos informaron a Pironato que podía perder al bebé, pero fue dada de alta
el 29 de septiembre. Su embarazo continuó normalmente, pese a la pérdida
constante de sangre y líquido amniótico.
Los
doctores sugirieron luego un aborto procurado, pero ella y su esposo lo
rechazaron. Un amigo le contó a Pironato que Pablo VI iba a ser beatificado
pronto y que había obrado un milagro por un bebé no nacido.
Ella,
su esposo y su primer hijo fueron al santuario Santa María de las Gracias en
Brescia el 29 de octubre, un lugar que Pablo VI solía visitar, y desde ese día
rezaron por la intercesión del Papa.
Pese a
todos los problemas, Amanda Paola Tagliaferro nació el 25 de diciembre de 2014,
prematuramente, con 26 semanas de gestación. La bebé fue llevada a la unidad de
cuidados intensivos y salió de allí el 27 de diciembre, ya estable, pero se
quedó en el hospital hasta el 11 de abril de 2015.
El
postulador explica que el caso de “la bebé Amanda Tagliaferro estuvo
constantemente monitoreada y aún tiene buena salud”. Fue un milagro prolongado,
durante más de tres meses no tuvo líquido amniótico, pero a pesar de todo no
generó ninguna consecuencia negativa en la niña.
El milagro de la beatificación
El
milagro que permitió la beatificación de Pablo VI el 19 de octubre de 2014,
ocurrió en el año 2001 en Estados Unidos.
Su
protagonista es un niño que en la semana 24 del embarazo se encontraba en
estado crítico. Exámenes médicos habían revelado la ruptura de la vejiga, con
ascitis –presencia de líquido en el abdomen–, y de oligohidramnios –ausencia de
líquido en el saco amniótico–. Todo tratamiento resultó ineficaz para resolver
su situación.
El
diagnóstico fue severo. Era muy probable que el niño muriera dentro del útero o
que naciera con una insuficiencia renal grave. El ginecólogo ofreció a la madre
gestante la opción de abortar, pero la mujer no aceptó la propuesta.
Siguiendo
el consejo de una religiosa que había conocido a Pablo VI, la abuela del niño
colocó en el vientre de la madre una imagen del Pontífice con una reliquia, e
invocó su intercesión. Después de este evento las oraciones al Papa Montini se
sucedieron en comunidad, primero en familia y después en la parroquia.
A las
34 semanas de embarazo, nuevos análisis demostraron que el cuadro clínico del
niño había mejorado y en el momento del nacimiento –un parto por cesárea en las
39 semanas–, el bebé demostró buenas condiciones y fue capaz de respirar y
llorar.
En
aquella oportunidad, el postulador dijo que “fue un milagro en consonancia con
el magisterio del Papa Pablo VI y la defensa de la vida, y muy interesante
porque nos dice que Dios nos protege desde el seno materno, desde el momento en
que la vida comienza. Para Dios la vida humana es un valor no manipulable, no
desechable, es un valor”.
Traducido
y adaptado por Walter Sánchez Silva. Publicado originalmente en CNA
Fuente:
ACI