Cuando
invocamos a un santo y nuestras oraciones son contestadas, es importante
agradecérselo, aquí hay tres maneras de hacerlo
Pack-Shot I Shutterstock |
Rezar
a san Antonio de Padua cuando perdemos un objeto, a san José cuando buscamos
trabajo o a santa Rita cuando tenemos grandes dificultades, es de lo más normal
en la vida de los católicos.
Todos contamos con la intercesión de los santos
para resolver tal o cual situación. Pero, luego, ¿se lo agradecemos como es
debido?
Aquí
hay tres maneras de hacerlo para encontrar la paz definitivamente:
La oración
La
oración es el primero de los agradecimientos. No tiene por qué ser complicada,
pero al menos tendrá el mérito de concluir amablemente el intercambio producido
con uno u otro santo durante un momento crítico para resolver tal o cual
situación o para encontrar una solución a un problema dado. Dar gracias a
través de la oración es muy positivo porque significa agradecer al santo todo
lo que hace cada día por aquellos que lo invocan y reciben su beneficio. Esto
pone en buena disposición para tener éxito las próximas veces.
Encender un cirio
Encender
una vela en la iglesia para dar gracias es un gesto muy respetuoso. No es
necesario que haya una estatua o capilla del santo invocado. Recogerse ante la
llama es suficiente para rezar y meditar sobre su vida y la nuestra. Es un
gesto muy concreto de oración. La vela tiene una conexión con la oración. Y su
llama es como hipnótica, permite la concentración y ayuda al orante a
centrarse. La gracia recibida a través de la oración se convierte en “calor
interior” y en llama de esperanza para los días venideros.
El exvoto
El
exvoto —término derivado del latín “procedente de un voto”— es un
agradecimiento que podemos hacer a un santo. Por lo general se trata de un
objeto concreto como una estatuilla, una placa, un crucifijo, un cuadro, pero
también, según los temas de las oraciones, una camiseta, un volante de
automóvil, una medalla… depositados o colgados en la pared de la iglesia del
santo o santa invocado en gratitud por un deseo concedido, por una gracia
obtenida por su intercesión.
Una
especie de agradecimiento material para concluir el “pacto personal” hecho con
el santo. Las palabras “gracias”, “acción de gracias” y “gratitud”
aparecen a menudo en las inscripciones de los exvotos. En la era de los
mensajes de texto y los correos electrónicos, ofrecer un exvoto es un acto
significativo y su práctica, que cayó en desuso hace años, está de nuevo en
alza. Se convierte en testimonio de todas las gracias recibidas y en apoyo para
los demás.
Isabelle
Cousturié
Fuente:
Aleteia