“El que tiene trastorno
mental no coordina, el poseído sí. Está actuando con sus palabras y con pleno
conocimiento de lo que hace”, asegura
Foto referencial: Pixabay dominio público |
El
P. Raymundo Brizuela es párroco de Santo Tomás en San Salvador y desde hace
nueve años se dedica al ministerio del exorcismo. Este sacerdote de 84 años
relata paso a paso cómo lucha contra el demonio cotidianamente.
En
entrevista concedida a Elsalvador.com, el P. Brizuela cuenta que
cada día lo buscan entre 20 y 25 personas que afirman tener algún problema de
posesión.
El
presbítero precisa que la gran mayoría de los casos que atiende no son
posesiones demoniacas sino trastornos mentales.
Si
la persona no está poseída, indica el presbítero, la bendice y la remite a un
psicólogo. Si se confirma la posesión, se procede con el rito que debe ser
realizado por un sacerdote “piadoso, docto, prudente y con integridad de vida”.
El
sacerdote explica que el rito “empieza con la letanía de los santos, después se
lee el salmo 91, el principio del Evangelio de San Juan”.
Luego,
prosigue el sacerdote, “hacemos que el poseído haga una renuncia a satanás, que
renuncie a sus obras, y después un acto de fe con el credo”.
“Después
viene la oración imperativa, donde se le dice al demonio que salga
directamente. A veces no se nota que el demonio salga, pero uno más o menos
observa, si se quedó dormido o quieto, uno le habla un poco fuerte y (la
persona) ya se levanta como si nada”, refiere.
El
exorcismo, dice el P. Brizuela, se hace normalmente con algún testigo o
familiar que también ayudan al sacerdote que “al enfrentarse a una fuerza
sobrenatural se expone a patadas, golpes, poniendo en peligro su propia vida”.
El
exorcismo no tiene un tiempo definido y requiere muchas veces varias sesiones
hasta lograr liberar a la persona poseída.
El
P. Brizuela explica que “la posesión es la más crítica de las manifestaciones
extraordinarias del mismo Satanás, donde un ente maligno entra en una persona
para hacerle daño y en estos casos se hace necesario un exorcismo, un ritual
exclusivo de la Iglesia Católica”.
Ante
esto, señala, la Iglesia tiene la herramienta del exorcismo, que consiste en
“una ceremonia especial que la Iglesia tiene para expulsar al demonio. Para
realizarlo se requiere del mandato del obispo; sin él, es mentira el que diga
que ha hecho exorcismos”.
Una
de las primeras señales para identificar a un poseído, prosigue, está en la
diferencia con quien padece dolencias mentales. “El que tiene trastorno mental
no coordina, el poseído sí. Está actuando con sus palabras y con pleno
conocimiento de lo que hace”, asegura.
Además,
resalta “una persona poseída se resiste a entrar en el templo, rechaza al
sacerdote, si se la rocía con agua bendita le quema, al igual que si le impone
la mano en la cabeza. Con esos signos nosotros normalmente sabemos que una
persona podría tener una posesión”.
Sobre
el origen de la posesión, el párroco de la Iglesia Santo Tomás dice que una
primera causa es “participar en ritos satánicos, como la ouija”.
Otra
causa puede ser la “consagración de un niño al demonio por parte de sus padres
que realizan prácticas satánicas” o la más común es “el pacto con el demonio”,
cuando alguien se compromete a rendirle culto a cambio de que haga daño a
alguien.
Finalmente
el sacerdote exhorta a todos los fieles a que recen y vivan cerca de Dios; y a
los jóvenes los alienta a abandonar “la tendencia aventurarse en relación a
cuestiones satánicas, pues la única posesión que existe, es el pecado mismo”.
Fuente:
ACI Prensa