25.5.18

PAPA FRANCISCO: ¿NO PAGAS SALARIOS JUSTOS A TUS TRABAJADORES? ESTÁS EN PECADO MORTAL

Homilía hoy en Casa Santa Marta

Shutterstock-Alf Ribeiro
Tomar distancias de las riquezas, porque nos han sido dadas por Dios para darlas a los demás. Este es el sentido de las palabras del Papa en la Misa matutina en Casa Santa Marta que, en la memoria de María Auxiliadora, Francisco dedica al “noble pueblo chino”: hoy – recuerda de hecho – en Shanghai se celebra la fiesta de la Virgen de Sheshan, María Auxiliadora. 

Tomando ocasión de la Primera Lectura, tomada de la carta de Santiago apóstol, en la que se muestra cómo el salario de los trabajadores no pagado grita, y las protestas lleguen a los oídos del Señor, el Pontífice repite cuanto dijo el apóstol a los ricos, no usando “medias palabras”, diciendo las cosas “con fuerza”. Evoca de hecho riquezas “marchitas”. Y, recuerda el Papa, Jesús no había dicho menos:

“¡Ay de vosotros los ricos!”, en la primera invectiva tras las Bienaventuranzas en la versión de Lucas. “¡Ay de vosotros los ricos!”. Si uno hoy hiciera una predicación así, en los periódicos, el día después: “¡Ese cura es comunista!”. Pero la pobreza está en centro del Evangelio. La predicación sobre la pobreza está en el centro de la predicación de Jesús: “Bienaventurados los pobres” es la primera de las Bienaventuranzas.

Y la tarjeta de identidad, la tarjeta identitaria con la cual se presenta Jesús cuando vuelve a su pueblo, a Nazaret, en la sinagoga, es: “El Espíritu está sobre mi, he sido enviado a anunciar el Evangelio, la Buena Noticia, a los pobres, el gozoso anuncio a los pobres”. Pero siempre en la historia hemos tenido esta debilidad de intentar quitar esta predicación sobre la pobreza, creyendo que es algo social, política. ¡No! Es Evangelio puro, es Evangelio puro.

Francisco invita a reflexionar en el por qué de una “predicación tan dura”. La razón está en el hecho de que “las riquezas son una idolatría”, son capaces de “seducción”. Jesús mismo, explica el Pontífice, dice que “no se puede servir a dos señores: o sirves a Dios o sirves las riquezas”: da por tanto “categoría de ‘señor’ a las riquezas, es decir – añade – la riqueza “te agarra y no te deja, y va contra el primer mandamiento”, el amar a Dios con todo el corazón.

El Pontífice observa también que las riquezas van también “contra el segundo mandamiento porque destruyen la relación armoniosa entre nosotros los hombres”, “arruinan la vida”, “arruinan el alma”. El Papa recuerda la Palabra del rico – que pensaba en la “buena vida”, en las fiestas, en los vestidos lujosos – y del mendigo Lázaro, “que no tenía nada”.

Las riquezas – reafirman – “nos sacan de la armonía con los hermanos, por el amor al prójimo, nos hacen egoístas. Santiago reclama el salario de los trabajadores que han segado en las tierras de los ricos y que no han sido pagados: alguien – dice Francisco – podrá confundir al apóstol Santiago con “un sindicalista”. Y sin embargo, asegura el Pontífice, es el apóstol “que habla bajo la inspiración del Espíritu Santo”. Parece, observa, algo de hoy.

También aquí, en Italia, para salvar los grandes capitales se deja a la gente sin trabajo. Va contra el segundo mandamiento y a quien hace esto: “¡Ay de vosotros!”. No yo, Jesús. Ay de vosotros que explotáis a la gente, que explotáis el trabajo, que pagáis en negro, que no pagáis la contribución a la pensión, que no dais vacaciones. ¡Ay de vosotros!

Hacer “descuentos”, engañar sobre lo que se debe pagar, sobre el sueldo, es pecado, es pecado. “No, padre, yo voy a Misa todos los domingos y voy a esa asociación católica y soy muy católico y hago la novena de esto…”. ¿Pero no pagas? Esta injusticia es pecado mortal. No estás en la gracia De Dios. No lo digo yo, lo dice Jesús, lo dice el apóstol Santiago. Por esto, las riquezas te alejan del segundo mandamiento, del amor al prójimo.

Las riquezas tienen capacidad de hacernos “esclavos”. Por esto el Papa exhorta a “hacer un poco de oración y un poco de penitencia”, no por los pobres sino por los ricos.

Tu no eres libre ante las riquezas. Tu para ser libre ante las riquezas debes tomar distancia y rezar al Señor. Si el Señor te ha dado riquezas es para darlas a los demás, para hacer en su nombre muchas cosas buenas por los demás. Pero las riquezas tienen esta capacidad de seducirnos y nosotros caemos en esta seducción, caemos esclavos de las riquezas.

Vatican Media
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