Saber discernir entre las
curiosidades buenas y las malas, y abrir el corazón al Espíritu Santo que da la
certidumbre
En
su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa
Marta, el último lunes de abril, el Santo Padre recordó que los niños son
curiosos y en el mundo virtual encuentran tantas cosas malas. De ahí que haya
propuesto ayudar a los jóvenes a no caer prisioneros de esta curiosidad, a la
vez que exhortó a pedir la certeza al Espíritu Santo
Saber
discernir entre las curiosidades buenas y las malas, y abrir el corazón al
Espíritu Santo que da la certidumbre. Son las dos exhortaciones que el Papa
Francisco dirigió esta mañana inspirándose en el Evangelio propuesto por la
liturgia del día, tomado de Juan (14, 21-26). En efecto, el evangelista
presenta un diálogo entre Jesús y sus discípulos que el Pontífice definió como
“el diálogo entre la curiosidad y la certeza”.
La curiosidad buena de
"la edad del porqué"
El
Obispo de Roma explicó la diferencia entre las curiosidades buenas y malas,
teniendo en cuenta que “nuestra vida – dijo – está llena de curiosidad”. Y como
ejemplo de curiosidades buenas aludió a los niños que se encuentran en la
llamada “edad del porqué”. Es decir, cuando preguntan, porque creciendo se dan
cuenta de las cosas que no comprenden y buscan una explicación. Esta es una
curiosidad buena – añadió el Papa – porque sirve para desarrollarse
y “tener más autonomía”, además de que también es una “curiosidad
contemplativa”, porque “los niños ven, contemplan, no comprenden y preguntan”.
Atención al chismorreo y
al mundo virtual
“El
chismorreo”, en cambio – explicó Francisco – es una curiosidad no
buena, “patrimonio de hombres y mujeres”, si bien hay quien sostiene que los
hombres son “más chismosos que las mujeres”. La curiosidad mala consiste en
querer “oler la vida de los demás” – dijo el Papa – o en “tratar de
ir a los lugares que al final ensucian a otras personas”, o en el hacer
comprender cosas de las que no se tiene el derecho de saber. Y este tipo de
curiosidad mala – añadió – “nos acompaña durante toda la vida: es
una tentación que tendremos siempre”:
“No
asustarse, sino prestar atención: ‘Esto no lo pregunto, esto no lo miro, esto
no lo quiero’. Y tantas curiosidades, por ejemplo, en el mundo virtual, con los
teléfonos celulares y otras cosas… Los niños van allí y tienen la curiosidad de
ver; y allí encuentran tantas cosas malas. No hay disciplina en esa curiosidad.
Debemos ayudar a los jóvenes a vivir en este mundo, y para que las ganas de
saber no sean ganas de ser curiosos, y terminen prisioneros de esta curiosidad.
La curiosidad de los
Apóstoles
En
cambio, las curiosidades de los Apóstoles en el Evangelio son buenas, puesto
que ellos quieren saber lo que sucederá, y Jesús responde dando certezas,
“jamás engaña”, prometiéndoles el Espíritu Santo que – afirma - “les enseñará
todas las cosas y les recordará todo lo que yo les he dicho”.
“El
Espíritu Santo nos dará la certeza en la vida. No es que el Espíritu Santo
viene con un paquete de certezas y tú las tomas. No. En la medida en que
nosotros vamos por la vida y preguntamos al Espíritu Santo, abrimos el corazón
y él nos da la certeza para aquel momento, la respuesta para aquel momento. El
Espíritu Santo es el compañero, el compañero de vida del cristiano”.
El Espíritu Santo da la
certeza
En
efecto, el Espíritu Santo “recuerda las palabras del Señor iluminándolas” y
este diálogo con los Apóstoles, que “es un diálogo entre curiosidades
humanas y certeza”, termina precisamente con esta referencia al Espíritu Santo,
“compañero de la memoria”, que “conduce donde se encuentra la felicidad fija,
esa que no se mueve”. De modo que Francisco exhortó a ir donde se encuentra la
verdadera felicidad con el Espíritu Santo, que nos ayuda a no equivocarnos:
“Pidamos
al señor dos cosas hoy: primero que nos purifiquemos al aceptar las
curiosidades – hay curiosidades buenas y no tan buenas – y saber discernir: no,
esto no debo verlo, esto no debo verlo, esto no debo preguntarlo…. Y la segunda
gracia: abrir el corazón al Espíritu Santo, porque él es la certeza, nos da la
certeza, como compañero de camino, de las cosas que Jesús nos ha enseñado, y
nos recuerda todo”.
Vatican
News