La evangelización es tarea dura, pero da frutos
Dan Lundberg-(CC BY-SA 2.0) |
“Las cosas vuelven al lugar de donde
salieron”, hemos escuchado mucho decir. Y es cierto. Cuando la
Iglesia Ortodoxa rusa salió del oscurantismo comunista que cubrió a la Unión
Soviética por siete décadas, se llevó la vida de miles de clérigos y destruyó
cientos de lugares de culto para convertirlos en “los graneros de la
revolución”, vivió un resucitar de la fe que llevó a las pilas bautismales a
tantos rusos como jamás se había visto y se multiplicaron las vocaciones
religiosas en apenas los primeros meses de Perestroika.
El cardenal
Rosalio Castillo Lara – quien fuera gobernador de la Ciudad del Vaticano,
fallecido en 2007 en Caracas- ofreció testimonio de cuando el Papa Juan Pablo
II le confió que Mijail Gorbachov, durante su visita a la Santa Sede en
noviembre de 1989, le había dicho: “Nosotros pasamos 70 años tratando de sacar
a Dios del corazón del pueblo… y fracasamos”.
En Cuba se está viviendo un resurgir de la
fe. Los
creyentes están haciendo una labor de llevar el mensaje de Cristo a la Isla. Desde
distintos lugares y con estilos peculiares en un medio que, hasta hace muy
poco, era sumamente hostil.
Cuba tiene 11
diócesis y el 60% de la población afirma ser católica. Según cifras del
Arzobispado de La Habana, luego del derribo del Muro de Berlín se observó un
aumento, lento pero sostenido, de la religiosidad en la sociedad
cubana: de apenas unos 7 mil bautizos católicos
registrados en 1989 pasaron a más de treinta mil solo tres años después. Para
el 2015, el número de niños que reciben catequesis había crecido un 500%; los
bautizados, confirmados o casados por la Iglesia Católica aumentaron 250% y el
70% de los que mueren son enterrados cristianamente en la capilla católica
ubicada en el cementerio de La Habana.
Para
los historiadores Sergio Guerra y Roberto González, “este
renacer de la religiosidad en Cuba explica que El Vaticano nombrara cardenal en
La Habana en 1994 a Jaime Ortega, el primer sacerdote en ostentar tal
distinción desde el fallecimiento de Manuel Arteaga en 1963 y quien fuera
elevado a esa dignidad en 1945”.
La crisis del
socialismo y la desintegración de la Unión Soviética fueron factores clave –
relatan en su libro “Cuba a la mano. Anatomía de un país”- para este renacer de
la fe, entre otros como la eliminación en 1992 de los artículos de la
constitución cubana referidos al ateísmo, el ingreso al Parlamente
nacional y al propio partido comunista de creyentes católicos y de
otras religiones incluso de pastores protestantes, la notable
mejoría en las relaciones entre Iglesia y Estado, el restablecimiento del día
de Navidad y el Viernes Santo como feriados nacionales y, muy importante, las
visitas de los papas Juan Pablo II (1998) – el primero en viajar a Cuba en toda
la historia- y Benedicto XVI (2012) .