Subrayó la importancia de comprometerse con la vida en todos los contextos
El Papa habla ante los asistentes a la Asamblea. Foto: Vatican Media |
El
Papa Francisco llamó a “considerar la calidad ética y espiritual de la vida en
todas sus fases”, y recordó que “hay una vida humana concebida, una vida en
gestación, una vida salida a la luz, una vida niña, una vida adolescente,
una vida adulta, una vida envejecida y consumada, y existe la vida eterna”.
El
Santo Padre realizó esta valoración en el discurso que pronunció ante los
participantes en la XXIV Asamblea General de la Pontificia Academia para la
Vida, en la que, como señaló el Papa, “el tema de la vida humana se situará
dentro del amplio contexto del mundo globalizado en el que hoy vivimos”.
Francisco
incluso fue más allá y aseguró que “hay una vida que es familia y comunidad,
una vida que es invocación y esperanza. Como también existe la vida humana
frágil y enferma, la vida herida, ofendida, envilecida, marginada, descartada.
Siempre es vida humana”.
Por
ello, subrayó la importancia de comprometerse con la vida en todos los
contextos, porque “cuando entregamos a los niños a las privaciones, los pobres
al hambre, los perseguidos a la guerra, los ancianos al abandono, ¿no hacemos
nosotros mismos, en cambio, el trabajo ‘sucio’ de la muerte? ¿De dónde viene el
trabajo sucio de la muerte? Viene del pecado”. “Excluyendo al otro de
nuestro horizonte, la vida se repliega sobre sí misma y se convierte en un bien
de consumo”.
Así,
expresó la necesidad de cultivar una visión global de la bioética que desactive
“la complicidad con el trabajo sucio de la muerte, sostenido por el pecado”.
“Esta
bioética no se moverá partiendo de la enfermedad y de la muerte para decidir el
sentido de la vida y definir el valor de la persona. Se moverá, más bien, a
partir de la profunda convicción de la dignidad irrevocable de la persona
humana, así como Dios ama, la dignidad de cada persona, en cada etapa y
condición de su existencia, en la búsqueda de formas de amor y de cuidado con
que se deben tratar a su vulnerabilidad y su fragilidad”.
De
esa manera, en primer lugar, esta bioética global “será una forma específica de
desarrollar la perspectiva de la ecología integral”.
“En
segundo lugar, una visión integral de la persona, se trata de articular con
creciente claridad todos los vínculos y las diferencias concretas en las que
habita la condición humana universal y que nos involucran a partir de nuestro
cuerpo”.
El
Papa destacó la necesidad de “proceder con un cuidadoso discernimiento de las
complejas diferencias fundamentales de la vida humana: del hombre y de la
mujer, de la paternidad y de la maternidad, de la filiación y de la
fraternidad, de la sociabilidad y también de todas las diferentes edades de la
vida”.
“La
bioética global nos insta, pues, a la sabiduría de un discernimiento profundo y
objetivo del valor de la vida personal y comunitaria, que debe preservarse y
promoverse incluso en las condiciones más difíciles. También debemos afirmar
con fuerza que, sin el apoyo adecuado de una proximidad humana responsable,
ninguna regulación puramente jurídica y ningún auxilio técnico podrán, de por
sí, garantizar condiciones y contextos relacionales que correspondan a la
dignidad de la persona”.
Por
último, señaló que “la cultura de la vida debe dirigir con más seriedad la
mirada a la ‘cuestión seria’ de su destino final”.
“Necesitamos
interrogarnos más profundamente sobre el destino final de la vida, capaz de
restaurar dignidad y significado al misterio de sus afectos más profundos y
sagrados. La vida del hombre, hermosa de maravillar y frágil de morir, va más
allá de sí misma: somos infinitamente más de lo que podemos hacer por nosotros
mismos”, aseguró.
Fuente:
ACI Prensa