DIOS
ES AMOR
En muchas ocasiones me encuentro con
personas que tienen un concepto equivocado de Dios. Por ejemplo, unos ven a
Dios como si fuera un juez castigador y exigente, otros ven a Dios como si
fuera una cosa para niños, ancianos, curas y monjas, y no falta quien piensa
que Dios es una invención humana o cosa por el estilo.
En fin, independientemente de la opinión
que tengamos acerca de Dios, lo cierto es que Dios siempre ha estado en el
corazón y la mente del hombre, unas veces para negarlo y otras, para afirmarlo.
En este momento, es bueno que acudamos a
la Sagrada Escritura. En ella leemos en la primera carta de San Juan lo
siguiente: “DIOS ES AMOR” (4, 8). Creo que no podemos encontrar una definición
más breve y densa que esta: Dios es amor. Si hiciéramos un estudio detenido por
toda la Biblia, desde el inicio al fin, nos daríamos cuenta de que esta gran
verdad del amor de Dios se hace presente en toda la historia sagrada y se ha
manifestado en plenitud en Jesucristo.
Sí, Jesucristo es el que nos ha revelado
quién y cómo es Dios. Lo hemos visto realizado en sus gestos y palabras y, por
eso, podemos decir: Dios es en su esencia, amor. El amor le pertenece a Él de
un modo único. Es que Dios nos ama de una forma única e irrepetible a cada uno
de nosotros.
Y este amor de Dios es lo que da sentido
a toda nuestra vida. Por este motivo, como diría San Pablo, “nada ni nadie
podrá separarnos del amor de Dios”. Nada ni nadie nos puede alejar de este
amor, más bien, sucede lo contrario, este amor de Dios habita en el corazón del
hombre. De nuevo San Pablo nos dice lo siguiente:“el amor de Dios ha sido derramado
en nuestros corazones por el Espíritu Santo” (Rom 5,5). Cierto, el mismo amor
de Dios derramado en nuestras vidas, porque no sólo somos materia, sino también
espíritu y alma. Y, Dios en su infinita misericordia ha querido compartir su
propia vida en nosotros.
Estas cosas que hablamos del amor de Dios
no son teoría, sino que forman parte de lo más profundo de nuestra existencia,
es decir, que el amor de Dios es algo que se vive y se siente en nuestras
vidas, por eso, el hombre que ha pasado por esta experiencia de sentirse amado
por Dios no le cabe ninguna duda de su existencia. Un gran pensador, Romano
Guardini, expresa de forma bella lo siguiente: “En el hombre que se une a Aquél
que vive eternamente, ocurre un milagro. Despierta en él una nueva vida y le es
dado hacer, en la debilidad de su finitud, lo mismo que hace Dios”.
Si
bien esto es cierto, no podemos olvidar que el hombre, en muchas
situaciones difíciles de su vida, se ve desgarrado interiormente por la
impotencia ante el sufrimiento, el dolor o la muerte trágica de sus seres
queridos. Ante estas situaciones límite, el amor de Dios sigue actuando en
nosotros dándonos consuelo y esperanza. Confiemos plenamente en este “amor de
Dios que es eterno” (Salmo 103,17)
Un saludo cariñoso de este sacerdote que
vive del amor de Dios.
P. Jesús Cano
Párroco de San Millán de Segovia