5.7.18

DESDE MI VENTANA DE SAN MILLÁN

DIOS ES AMOR

En muchas ocasiones me encuentro con personas que tienen un concepto equivocado de Dios. Por ejemplo, unos ven a Dios como si fuera un juez castigador y exigente, otros ven a Dios como si fuera una cosa para niños, ancianos, curas y monjas, y no falta quien piensa que Dios es una invención humana o cosa por el estilo.

En fin, independientemente de la opinión que tengamos acerca de Dios, lo cierto es que Dios siempre ha estado en el corazón y la mente del hombre, unas veces para negarlo y otras, para afirmarlo. 

En este momento, es bueno que acudamos a la Sagrada Escritura. En ella leemos en la primera carta de San Juan lo siguiente: “DIOS ES AMOR” (4, 8). Creo que no podemos encontrar una definición más breve y densa que esta: Dios es amor. Si hiciéramos un estudio detenido por toda la Biblia, desde el inicio al fin, nos daríamos cuenta de que esta gran verdad del amor de Dios se hace presente en toda la historia sagrada y se ha manifestado en plenitud en Jesucristo.

Sí, Jesucristo es el que nos ha revelado quién y cómo es Dios. Lo hemos visto realizado en sus gestos y palabras y, por eso, podemos decir: Dios es en su esencia, amor. El amor le pertenece a Él de un modo único. Es que Dios nos ama de una forma única e irrepetible a cada uno de nosotros.

Y este amor de Dios es lo que da sentido a toda nuestra vida. Por este motivo, como diría San Pablo, “nada ni nadie podrá separarnos del amor de Dios”. Nada ni nadie nos puede alejar de este amor, más bien, sucede lo contrario, este amor de Dios habita en el corazón del hombre. De nuevo San Pablo nos dice lo siguiente:“el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo” (Rom 5,5). Cierto, el mismo amor de Dios derramado en nuestras vidas, porque no sólo somos materia, sino también espíritu y alma. Y, Dios en su infinita misericordia ha querido compartir su propia vida en nosotros.

Estas cosas que hablamos del amor de Dios no son teoría, sino que forman parte de lo más profundo de nuestra existencia, es decir, que el amor de Dios es algo que se vive y se siente en nuestras vidas, por eso, el hombre que ha pasado por esta experiencia de sentirse amado por Dios no le cabe ninguna duda de su existencia. Un gran pensador, Romano Guardini, expresa de forma bella lo siguiente: “En el hombre que se une a Aquél que vive eternamente, ocurre un milagro. Despierta en él una nueva vida y le es dado hacer, en la debilidad de su finitud, lo mismo que hace Dios”.

Si  bien esto es cierto, no podemos olvidar que el hombre, en muchas situaciones difíciles de su vida, se ve desgarrado interiormente por la impotencia ante el sufrimiento, el dolor o la muerte trágica de sus seres queridos. Ante estas situaciones límite, el amor de Dios sigue actuando en nosotros dándonos consuelo y esperanza. Confiemos plenamente en este “amor de Dios que es eterno” (Salmo 103,17)

Un saludo cariñoso de este sacerdote que vive del amor de Dios.

P. Jesús Cano
Párroco de San Millán de Segovia



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