La
historia de conversión de Luuk Jansen lleva a las alturas...
Luuk
Jansen nació en Holanda y en su entorno no conocía a nadie que fuera
católico. De familia no creyente, vivía en el norte del país y lo máximo
que veía eran a algunos protestantes. Pero años después y siendo ya un
prometedor ingeniero e investigador, descubrió a Dios precisamente a través de
la ciencia hasta que se enamoró tanto de ese Creador que decidió dedicarle
su vida entera. Ahora es fraile dominico en Irlanda.
En
una entrevista en el programa Cambio de Agujas de Euk Mamie, este
joven explica que no sabía nada de la fe. Él estudiaba en colegios públicos en
Holanda y en ellos no había asignatura de religión, únicamente impartida en
colegios cristianos.
Vivía
indiferente al hecho religioso. Sólo recientemente supo que su abuela se había
convertido al catolicismo a una edad avanzada.
"No era necesario
tener un Dios"
Llegó
a la Universidad y allí estudió Ingeniería Química. Todo le iba muy bien,
sacaba notas muy buenas, tenía coche, salía con sus amigos de fiesta mientras
seguía viviendo ajeno completamente a Dios. Antes de graduarse necesitaba hacer
prácticas en una empresa. Todo estaba preparado para ir a México, en una
experiencia que le apetecía mucho, pero todo se truncó al final.
Fue
así como surgió la posibilidad de ir a Irlanda a realizar dichas prácticas,
hecho que acabaría cambiándole la vida. Allí conoció a uno de los ingenieros,
que le hizo una pregunta que le trastocó: “¿por qué no crees en Dios?”.
“Yo
le decía -afirma Luuk Jansen- que no hacía falta creer en Dios, no era
necesario tener un Dios. Teníamos el Big Bang que explicaba donde empieza
el mundo, la evolución que explica dónde venimos nosotros”.
La discusión que fue
llevándole a Dios
Sin
embargo, su compañero lejos de darse por vencido le daba la vuelta a sus
argumentos. ¿De dónde viene el Big Bang?, le repreguntaba este compañero
irlandés. “Todo esto –agrega Luuk- nos llevó por la vía de la Filosofía. Debe
haber algo fuera del tiempo y del espacio, sabemos por Einstein que el
tiempo y el espacio tuvieron un comienzo y que están estrechamente
unidos”.
Además,
discutían sobre la complejidad del universo y cómo este “Big Bang tenía
que estar diseñado con mucha precisión para poder desarrollar hasta los
elementos más sencillos, pequeños planetas, estrellas, galaxias…”.
Al
final de todas estas discusiones llegó a la conclusión de que “si el Big Bang
se hubiera iniciado solo, la posibilidad de que hubiera sucedido por azar sería
casi imposible” y acabó creyendo que “todos estos factores encajaban en un
maravilloso diseño para traer a la existencia un planeta como el nuestro
donde podía haber vida en abundancia”.
El
siguiente paso en su planteamiento era que “ese algo” debía ser “eterno”,
y tenía sentido “que lo hubiera hecho un ser inteligente. Esto me abrió el
intelecto y la existencia de un Ser”.
¿Y si existe el Dios de la
Biblia?
A
partir de ese instante, Luuk estaba ya abierto a la existencia de un
Creador, en el que encajaba el Dios de la Biblia. Y así fue como empezó a leer
las Escrituras, estudiar la historia, la vida d Jesús, la arqueología…
Su
compañero le propuso un paso más en su desafío. Le dijo que era un Dios
personal, y que le pidiera una prueba de su existencia, para lo que le regaló
una Biblia en neerlandés.
Luuk
empezó leyendo el Evangelio de Mateo, y posteriormente entraba a
una iglesia a pedir a Dios que si existía se lo demostrase.
“Mi
corazón empezó a descubrir que había algo más profundo. Las Escrituras me
hablaron de una manera muy profunda. Cuando leía algo, al día siguiente
venía relacionado con lo que pasaba en mi vida. Para mí era un signo de que
Dios me decía que era real. Fueron muchas pequeñas coincidencias”, explica el
ahora dominico.
El día de su Bautizo y
Primera Comunión
En
este punto, este joven holandés empezó a acudir a un grupo de oración y a
rezar el Rosario. Un día fue a una misa pero le dijeron que no podía
comulgar al no estar bautizado ni haber recibido el resto de los sacramentos.
“Creía que este era Jesús, lo creía de verdad”, recuerda, y la única cosa que
podía hacer entonces era bautizarse.
Sobre
su Bautismo, todavía se impresiona con la sensación que tuvo la mañana
siguiente pues cuenta que “al despertarme era una persona nueva,
completamente renovado, fue una experiencia impresionante…”
Cada
vez rezaba más e iba a misa a diario. Ingresó en la Legión de María y
llegó a ir a Medjugorje. No sabía que quería Dios de él y fue entonces
cuando conoció a una chica con la que comenzó a salir. Las cosas le
iban bien, pues había montado su propia empresa y ahora también tenía pareja.
Pero entonces la cosa se torció y rompió con su novia.
El camino hacia la vida
religiosa
Por
la cabeza de Luuk empezaba a circular la idea del sacerdocio, hasta que un día
dijo al Señor: “Si esta es tu voluntad, te doy mi vida, si quieres que sea
religioso, ahora estoy libre”.
Acudió
a un encuentro de jóvenes de la Legión de María y en el rezo del Rosario vio
que Dios le llamaba a esto. “Sentía tanto amor por Dios que era algo
maravilloso, más que cualquier cosa que hubiera experimentado antes”,
explica.
Había
allí un fraile dominico. Habló con él y éste le puso en contacto con otro
fraile de Galway para que fuera su director espiritual. Cuando iba a empezar la
experiencia en el noviciado su exnovia le llamó para que volvieran juntos. Fue
un tiempo complicado pero estaba convencido de que Dios le llamaba así que
decidió hacer esta experiencia de seis meses.
“Cuando
entré en el noviciado pasaba todo el tiempo libre rezando. Descubrí el amor de
Dios y la profundidad de la oración. Sabía que esto era lo que Dios me estaba
pidiendo”, concluye. Era 2007. Desde hace tres años, Luuk es fraile de la Orden
Dominica. Ahora es él el que muestra a otros el camino hacia Dios.
Fuente:
ReL






