Mensaje hoy en el Ángelus
Antoine Mekary | ALETEIA |
Este domingo 19 de agosto el
Papa Francisco, como todos los domingos, se asomó a la ventana del Palacio
Apostólico Pontificio para rezar junto a los fieles presentes en la plaza de
san Pedro la oración mariana del Ángelus. El Santo Padre reflexionó sobre
el Evangelio del día, Juan 6, versículos 51 al 58, que nos introduce en la
segunda parte del discurso que hizo Jesús en la sinagoga de Cafarnaúm, tras
haber alimentado a una gran multitud con cinco panes y dos peces.
Jesús se presenta – dijo el Santo Padre –como el pan vivo bajado del cielo; el pan que da la vida eterna. Y añade Cristo: «el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo».
“Comer” la humanidad de Jesús para compartir con Él, el don de
la vida por el mundo
El Papa Francisco señaló en
primer lugar, que este pasaje del Evangelio es “decisivo”, porque “provoca la
reacción de quienes lo escuchan”, quienes se ponen a discutir entre ellos
preguntándose «¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?»(v.52)
De
este modo explicó que cuando el signo del pan compartido lleva a su significado
verdadero, es decir, el don de sí mismo hasta el sacrificio, surge la
incomprensión, “e inclusive el rechazo” de Aquel que poco antes se quería
llevar al triunfo. Y llamó a recordar que Jesús tuvo que marcharse, esconderse,
porque querían hacerlo rey. Primero “el momento del triunfo, y luego la
distancia porque no había gustado esta palabra de Jesús”.
Pero
de ahí surge la respuesta asertiva de Jesús: «Les aseguro que si no comen la
carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en
ustedes»(v.53). Y Francisco subrayó que en este punto de la lectura “junto con
la carne aparece también la sangre”:
“Carne y sangre en el lenguaje
bíblico -explicó – expresan la humanidad concreta. La gente y los mismos
discípulos intuyen que Jesús los invita a entrar en comunión con Él, a “comer”
a Él, a su humanidad, para compartir con Él el don de la vida por el mundo.
¡Nada de triunfos y espejismos de éxito!” Es precisamente el sacrificio de
Jesús que se dona a sí mismo por nosotros.
Cuando participamos en la
misa anticipamos el cielo en la tierra
El Obispo de Roma prosiguió
afirmando que entorno al altar encontramos aquello que nos alimenta y apaga
espiritualmente nuestra sed hoy y por la eternidad:
“Este pan de vida, sacramento
del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, se nos dona gratuitamente en el banquete
Eucarístico”.
Y
añadió: “Cada vez que participamos en la Santa Misa, en un cierto sentido,
anticipamos el cielo sobre la tierra, porque del alimento eucarístico, el
Cuerpo y la Sangre de aprendemos lo que es la vida eterna. Es vivir para el
Señor: «el que me come vivirá por mí »(v. 57). La Eucaristía nos plasma para
que no vivamos sólo para nosotros mismos, sino para el Señor y para nuestros
hermanos y hermanas. La felicidad y la eternidad de la vida dependen de nuestra
capacidad de hacer fructífero el amor evangélico que recibimos en la
Eucaristía”.
Jesús, pan vivo y
vivificante, comunica la vida misma de Dios
Seguidamente Francisco recordó
lo que repite Jesús a cada uno de nosotros y que podemos leer en el versículo
53: «Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su
sangre, no tendrán Vida en ustedes». Y se detuvo en este punto para aclarar que
“no se trata de un alimento material, sino de un pan vivo y vivificante, que
comunica la vida misma de Dios”, y que “para tener esta vida, es necesario
nutrirse del Evangelio y del amor e los hermanos”.
Pero
el Papa también puso en guardia sobre cuáles pueden ser nuestras reacciones a
la invitación de Jesús a nutrirnos de su Cuerpo y de su Sangre: “Podemos sentir
la necesidad de discutir y de resistir”, como lo hicieron quienes escuchaban a
Jesús, en el Evangelio que leemos hoy.
Nutriéndonos de Cristo
entramos en sintonía con Él
Esta necesidad de discutir y
resistir sucede – aseguró Francisco – cuando nos cuesta modelar nuestra
existencia según la de Jesús, actuar según sus criterios y no según los
criterios del mundo:
“Nutriéndonos de este alimento
podemos entrar en plena sintonía con Cristo, con sus sentimientos, con sus
comportamientos. Por ello es tan importante comunicarse; es tan importante ir a
Misa y recibir la comunión, porque es recibir el Cuerpo de Cristo, es recibir a
este Cristo que nos transforma desde dentro y recibir este Cristo Vivo que nos
prepara para el cielo”.
En
la conclusión de su catequesis y antes de la oración mariana, el
Pontífice oró para que “la Virgen María sostenga nuestra intención de hacer
comunión con Jesucristo, nutriéndonos con su Eucaristía, para que a su vez nos
convirtamos en pan partido para los hermanos”.
Vatican
Media
Fuente:
Aleteia