Es
curioso observar cómo la gente al pasar por una Iglesia católica tiene diversas
reacciones
Entre
los católicos se acostumbra que cada vez que pasamos frente a una Iglesia nos
santiguamos haciendo la señal de la cruz. Pero ¿Qué significa hacer este signo? ¿Es obligación hacerla o no?
Es
curioso observar cómo la gente al pasar por una Iglesia católica tiene diversas
reacciones, desde aquellos que se detienen por un momento y hacen la señal de
la cruz, otros que parecen hacer ciertas muecas como si se avergonzaran de que
los vieran y tratan de disimular haciéndolo de manera rápida y sin sentido, finalmente,
están los que pasan de largo sin hacer ningún signo.
Hacer la señal de la
cruz o santiguarse de manera consciente es una forma de saludo a Dios, de
quien decimos que todo templo es su casa, porque allí habita en la forma del
pan, en el Santísimo Sacramento del Altar.
Pero
no solamente nos santiguamos cuando pasamos frente a un templo, también lo
hacemos al levantarnos en las mañanas, al salir de casa, al empezar la jornada
de trabajo diaria, antes de recibir los alimentos y al acostarnos por el día
que termina.
El Catecismo de la
Iglesia Católica refiere en su numeral 2157 que: “El cristiano comienza su jornada,
sus oraciones y sus acciones con la señal de la cruz, “En el nombre del Padre y
del Hijo y del Espíritu Santo. Amén”. El bautizado consagra la jornada a la
gloria de Dios e invoca la gracia del Señor que le permite actuar en el
Espíritu como hijo del Padre. La señal de la cruz nos fortalece en las
tentaciones y en las dificultades”.
Por
tanto, hacemos este
signo para recordar nuestra fe en Cristo Jesús que murió por nosotros en la
cruz aun siendo pecadores; asimismo, nos reconocemos hijos de Dios a quien
invocamos en el misterio de la Santísima Trinidad para ponernos bajo su
protección y ayuda.
Cuando
nos persignarnos retomamos una tradición apostólica muy antigua. El escritor
Tertuliano, escribía: “En todos nuestros viajes y movimientos, en todas
nuestras salidas y llegadas, al ponernos nuestros zapatos, al tomar un baño, en
la mesa, al prender nuestras velas, al acostarnos, al sentarnos, en cualquiera
de las tareas en que nos ocupemos, marcamos nuestras frentes con el signo de la
cruz”.
Para
nosotros los católicos la cruz no es símbolo de muerte, sino de salvación, pues
ésta es la llave por la que nosotros podemos entrar al Reino. Ya
lo dijo Jesús: “El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, tome su cruz y
me siga” (Mc 8, 34). Por tanto, más que el signo de la cruz y el acto de
persignarse, nos recuerdan
que queremos ser seguidores de Jesús de una manera total y comprometida.
Hay que decir que fuera
de la Misa y de las oraciones, no es obligatorio hacer
la señal de la cruz, pero sí es necesario y bueno ya que nos hace ser
coherentes con nuestra fe en vida, palabra y actos.
No perdamos esta
costumbre de reconocimiento a Dios que se encuentra vivo y presente en el
Sacramento del Altar en cada Iglesia que hay en el mundo. ¡No te avergüences! Hagamos la señal
de la cruz con amor, devoción y orgullo de sabernos hijos amados por Dios. Recuerda
las palabras de Jesús: “Yo les aseguro: Si alguno se avergüenza de mí y de mis
palabras en medio de esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del
Hombre se avergonzará de él cuando venga con la Gloria de su Padre rodeado de
sus santos ángeles” (Mc 8, 38).
Por: Daniel Alberto Robles Macías
Fuente:
ConMasGracia.org






