“Educar a las niñas no
solo es lo correcto: también es una inversión económica inteligente”, señala un
estudio
GPE-Chantal Rigaud-(CC BY-NC-ND 2.0) |
Durante
muchos años, los países subdesarrollados han apostado contra sí mismos al no
impulsar la terminación del ciclo escolar básico (hasta la educación
secundaria) de las niñas.
El
Informe del Banco Mundial “Oportunidades perdidas: el alto costo de no educar a
las niñas”, pone las cosas en su lugar. Si, por ejemplo, los países de América
Latina educaran al igual a niñas que a niños, la región se habría convertido,
hace tiempo, en una potencia.
En
el mundo, nueve de cada diez niñas completan la escuela primaria, pero solo
tres de cada cuatro niñas completan el primer ciclo de la escuela secundaria.
Esto
significa, según el Informe del Banco Mundial, que unas 132 millones de niñas,
con edades que oscilan entre los seis años y los 17 años, no asisten a la
escuela. Cerca de 75 por ciento de ellas son adolescentes.
Demasiadas
niñas abandonan la escuela prematuramente, especialmente en países de bajos
ingresos. En general, se considera que son los niños los que deben terminar su
ciclo educativo, pues de ellos dependerá la actividad económica de la familia
futura.
Sin
embargo, el bajo nivel educativo de las niñas tiene consecuencias negativas no
solo para ellas, sino también para sus hijos y su hogar, así como para su
comunidad y la sociedad.
El
estudio “Oportunidades perdidas: el alto costo de no educar a las niñas”
documenta los impactos potenciales del logro educativo para niñas y mujeres en
seis renglones: ganancias y estándares de vida; matrimonio infantil y
maternidad temprana; fertilidad y crecimiento de la población; salud, nutrición
y bienestar; toma de decisiones y capital social e instituciones.
“Los
resultados son aleccionadores: los costos económicos y sociales potenciales de
no educar a las niñas son grandes”, dice el resumen del estudio del Banco
Mundial, sobre todo porque el bajo nivel educativo reduce los ingresos
esperados en la edad adulta y reduce la participación en la fuerza de trabajo,
lo que lleva a niveles de vida más bajos.
Cuando
las niñas abandonan prematuramente la escuela, es mucho más probable que se
casen cuando son niñas, y tengan su primer hijo antes de los 18 años, cuando
todavía no estén listas para ser esposas y madres.
“Esto,
a su vez, se asocia con tasas más altas de fertilidad y crecimiento de la
población, que en los países de bajos ingresos son impedimentos importantes
para cosechar los beneficios del dividendo demográfico”, subraya el Informe.
Además,
el bajo nivel educativo también se asocia con peores resultados de salud y
nutrición para las mujeres y sus hijos, lo que lleva, entre otros, a una mayor
mortalidad de niños menores de cinco años y a retrasos en su crecimiento.
Otro
tema importante que se puede leer en este trabajo es que las niñas que abandonan
la escuela también sufren en la edad adulta por la falta de capacidad en la
toma de decisiones dentro del hogar, y en la sociedad en general.
También
es menos probable que demuestren comportamientos altruistas como donar a obras
de caridad, ser voluntario o ayudar a otros. Su inmersión en la necesidad las
aleja de este aspecto esencial para el logro del bien común.
“Finalmente,
cuando las niñas y las mujeres están mejor educadas, pueden estar en mejores
condiciones de evaluar la calidad de los servicios básicos en los que confían y
la calidad de las instituciones y líderes de su país”.
En
otras palabras, la educación de las niñas hace que cuando sean mayores puedan
ser ciudadanas de tiempo completo, abogar por sus derechos, defenderse de los
abusos y participar en democracia.
Estos
impactos negativos tienen grandes costos económicos, que conducen, entre otras
cosas, a pérdidas en la riqueza del capital humano (ganancias futuras de por
vida de la fuerza laboral) estimadas entre 15.000 y 30.000 millones de dólares
anuales en el mundo.
Cada
año de escolarización representa mayor porcentaje de aumento en el salario e
ingreso del hogar de la mujer.
En
regiones como África subsahariana, cada año de educación se traduce en 14 por
ciento de aumento salarial para las mujeres. En América Latina, cada año
adicional de escolarización para las niñas significa un aumento de diez por
ciento en sus ingresos.
“Educar
a las niñas no solo es lo correcto: también es una inversión económica
inteligente”, termina señalando el extenso estudio del Banco Mundial.
Fuente: Aleteia