La fundación Pablo VI ha
publicado una reflexión del Cardenal Fernando Sebastián, Arzobispo Emérito de
Pamplona-Tudela (España), sobre el pontífice del que se cumple el 40°
aniversario del fallecimiento y que será canonizado el 14 de octubre
Su canonización, afirmó, es
un “acontecimiento eclesial de primera importancia” porque significa “reafirmar la letra y el espíritu del
Concilio Vaticano II, porque Pablo VI fue el Papa del
Concilio”.
Es el Papa “que comprendió la
significación de aquel Concilio en la historia de la Iglesia y supo llevarlo
adelante con fortaleza y templanza hasta el final”, explicó el Purpurado.
El Arzobispo emérito de Pamplona y Tudela destacó en su escrito que Pablo
VI supo ver en las
pretensiones del mundo contemporáneo, más de una vez enfrentado con la Iglesia,
“la mano y los planes de Dios” porque “descubría la huella
de Dios y el soplo del Espíritu Santo”.
Por eso aseguró que la
propuesta de Pablo VI fue hacer que “la Iglesia de Jesús fuera una Iglesia
amiga de la humanidad”, “que escucha y dialoga” y que “explica y rectifica
cuando hace falta, una Iglesia, en fin, que sabe sufrir pacientemente por
defender la verdad y la justicia en la vida de los hombres y en las relaciones
de los pueblos”.
“Desde el Cielo nos tiene que
ayudar a ir creando la Iglesia del Vaticano II”, una Iglesia “humilde,
fraternal, servidora del mundo en el nombre de Jesús”, afirmó.
El Cardenal recordó que Pablo VI “vivió muy de cerca los problemas de nuestra
Iglesia y de toda la nación española”.
En ese sentido, “tendremos en
él un protector poderoso para ayudarnos a impulsar en España una Iglesia
renovada, una Iglesia rejuvenecida, tal como él la soñaba en los tiempos del
Concilio, y una sociedad por fin reconciliada y pacífica, colaborante, en la que
los ciudadanos puedan crecer en libertad y responsabilidad, sin exclusiones ni
recelos”.
“Con la ayuda del Señor y de
su siervo el Santo Padre Pablo VI, los cristianos españoles tenemos que
impulsar, con alma, vida y corazón, el crecimiento de una Iglesia como quedó
dibujada en los documentos del Vaticano II, una Iglesia vigorosa, formada por
cristianos convertidos y convencidos, dispuestos a vivir como miembros de
Jesús, hijos de Dios y ciudadanos del Cielo, en este mundo”, destacó el
Purpurado.
Fuente: ACI