Viaje apostólico a Letonia, el Papa preside la Misa
en el Santuario de la Madre de Dios de Aglona
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Ilmars ZNOTINS / AFP |
El papa Francisco indicó que la Virgen
María es ejemplo de “acogida” para los cristianos invitados a dejar la
“desconfianza” y abrazar al hermano descartado. Lo dijo este lunes 24 de
septiembre de 2018 en la homilía celebrada en el Santuario de la Madre de Dios
de Aglona, Letonia; un país con el 20 % de católicos y en el que tras la
disolución de la Unión Soviética viven un 36 % de personas de origen rusa.
En referencia a la resistencia
en materia de migración y acogida en Europa, Francisco sostuvo: “En tiempos
donde pareciera que vuelve a haber modos de pensar que nos invitan a desconfiar
de los otros, que con estadísticas nos quieren demostrar que estaríamos mejor,
seríamos más prósperos, habría más seguridad si estuviéramos solos, María y los
discípulos de estas tierras nos invitan a acoger, a volver a apostar por el
hermano, por la fraternidad universal”.
El Papa celebró la misa en un
altar externo a la Basílica de la Asunción, sede del santuario y donde está
custodiada la imagen de la Virgen Negra de Aglona.
La imagen de la Virgen María
venerada allí tiene orígenes muy antiguos, casi envueltos en la leyenda. Según
una tradición generalizada, de hecho el cuadro de la Virgen fue pintado por San
Lucas.
El Papa citó al apóstol: “Bien
podríamos decir que aquello que relata san Lucas […]se repite hoy aquí:
íntimamente unidos, dedicados a la oración, y en compañía de María, nuestra
Madre (Hechos 1, 14)”.
Y recordó el lema de esta
visita: “¡Muéstrate, Madre!”, haz evidente en qué lugar sigues cantando el Magníficat, en qué sitios está tu Hijo
crucificado, para encontrar a sus pies tu firme presencia”.
Después de la proclamación del
Evangelio de Juan, el Papa pronunció la homilía: “María se muestra en primer lugar así: al lado
de los que sufren, de aquellos de los que todo el mundo huye, incluso de los
que son enjuiciados, condenados por todos, deportados.
No
se trata solo de que sean oprimidos o explotados, sino de estar directamente
“fuera del sistema”, al margen de la sociedad (cf. Exhort. ap. Evangelii
gaudium, 53). Con ellos está también
la Madre, clavada junto a esa cruz de la incomprensión y del sufrimiento”.
Como María al pie de la cruz
(cf. Jn 19,25-27), Francisco
insistió que ella también nos
muestra un modo de estar al lado de las realidades más difíciles, del
dolor de los marginados y excluidos; “no
es ir de paseo ni hacer una breve visita, ni tampoco es “turismo solidario”.
“Se trata de que quienes padecen
una realidad de dolor nos sientan a su lado y de su lado, de modo firme,
estable; todos los descartados de la sociedad pueden hacer experiencia de esta
Madre delicadamente cercana, porque en el que sufre siguen abiertas las llagas
de su Hijo Jesús”.
Aprender a tocar el sufrimiento
de los demás
El Papa presidió la Misa en honor de María
Madre de la Iglesia latina e letona. “Ella lo aprendió al pie de
la cruz. También nosotros estamos llamados a “tocar” el sufrimiento de los
demás. Vayamos al encuentro de nuestro pueblo para consolarlo y acompañarlo; no
tengamos miedo de experimentar la fuerza de la ternura y de implicarnos y
complicarnos la vida por los otros (cf. ibíd.,
270).
Y,
como María, permanezcamos firmes y de pie: con el corazón puesto en Dios y
animados, levantando al que está caído, enalteciendo al humilde, ayudando a
terminar con cualquier situación de opresión que los hace vivir como
crucificados”.
El Pontífice llegó al Santuario
Internacional en la tarde de hoy y fue acogido por el obispo Rēzekne-Aglona y
el Presidente de la Conferencia Episcopal de Letonia, mons. Jānis Bulis, y por
dos niños vestidos con trajes tradicionales letones que le entregaron una
ofrenda floral que Francisco llevó a los pies de la estatua que representa a la
Virgen.
María, madre de Perdón
“Es
cierto que, a veces, cuando nos hemos abierto a los demás nos ha hecho mucho
daño. También es verdad que, en nuestras realidades políticas, la historia de
desencuentro de los pueblos todavía está dolorosamente fresca. María se muestra como mujer abierta al
perdón, a dejar de lado rencores y desconfianzas; renuncia a hacer reclamos por
lo que “hubiera podido ser” si los amigos de su Hijo, si los sacerdotes de su
pueblo o si los gobernantes se hubieran comportado de otra manera, no se deja
ganar por la frustración o la impotencia”.
María, madre de relaciones
que sanan
“María – continuó- le cree a Jesús
y recibe al discípulo, porque las
relaciones que nos sanan y liberan son las que nos abren al encuentro y a la
fraternidad con los demás, porque descubren en el otro al mismo Dios (cf. ibíd., 92).
María, modelo para el
discípulo
En la misa celebrada en latín y letón,
Francisco predicó sobre la figura de María que “se
muestra también como la mujer que se deja recibir, que humildemente
acepta pasar a ser parte de las cosas del discípulo”.
“En aquella boda (cf. Jn 2, 5) […] Ahora,
como discípula obediente, se deja recibir, se traslada, se acomoda al ritmo del
más joven. Siempre cuesta la armonía cuando somos distintos, cuando los
años, las historias y las circunstancias nos ponen en modos de sentir, pensar y
hacer que a simple vista parecen opuestos.
Cuando con fe escuchamos el
mandato de recibir y ser recibidos, es posible construir
la unidad en la diversidad, porque
no nos frenan ni dividen las diferencias, sino que somos capaces de mirar más
allá, de ver a los otros en su dignidad más profunda, como hijos de un
mismo Padre (cf. Exhort. ap. Evangelii
gaudium, 228)”.
María, enseña la valentía
de estar en pie de la cruz
“Al pie de la cruz, María nos recuerda el
gozo de haber sido reconocidos como sus hijos, y su Hijo Jesús nos invita a
traerla a casa, a ponerla en medio de nuestra vida.
Ella nos quiere regalar su
valentía, para estar firmemente de pie; su
humildad, que la hace adaptarse a las coordenadas de cada momento de la historia;
y clama para que en este, su santuario,
todos nos comprometamos a acogernos sin discriminarnos”, expresó.
Basílica de la Asunción en Aglona
Al final de la celebración, el Obispo de
Roma se trasladó en auto al helipuerto de Aglona para participar en la
ceremonia final de su viaje apostólico a Letonia.
La Basílica de la Asunción en
Aglona, Letonia, es uno de los centros marianos más importantes de este país
europeo, abierto en 1780, edificado en estilo barroco.
Cada año miles de peregrinos
acuden a la basílica en el día de la Asunción de la Virgen María el 15 de
agosto. Es uno de los ocho santuarios internacionales reconocidos por la Santa
Sede y acoge anualmente la visita de alrededor de 300.000 peregrinos.
En 1980 la basílica de la
Asunción celebró su 200 aniversario, y el papa Juan Pablo II le concedió el
título de “Basílica minoris”. En
septiembre de 1993 el mismo Papa visitó la iglesia.
El Papa mañana terminará su 25
viaje apostólico en los Países Bálticos, en el país más pequeño y menos poblado
de cristianos, Estonia.
Ary Waldir Ramos Díaz
Fuente:
Aleteia