Son las más antiguas de la capital de León, pero sus
casi 20 hermanas benedictinas saben adaptarse a los tiempos modernos sin perder
los valores. Votan, están informadas y predican la fe
Cientos de
personas pasan junto a sus muros cada día, pero pocos pueden imaginarse la
cantidad de vida que guarda en su interior. El Monasterio de Santa María
de Carbajal de las Madres Benedictinas, situado en la Plaza del Grano, se fundó en 966.
Se trata de la
congregación más antigua de la capital leonesa pero han sabido adaptarse a los
tiempos modernos como nadie sin perder los valores de su fundador, San Benito.
Actualmente conviven en el monasterio casi una veintena de hermanas de edades
que oscilan entre los 31 y los 99 años. Algunas son médicas o maestras y muchas
iniciaron sus estudios universitarios antes de recibir la llamada.
Ella es la maestra de novicias y el nexo de unión entre las dos integrantes más jóvenes de las benedictinas leonesas. Sor Mercedes, granadina de 31, y Sor Clara, de República Checa, a punto de culminar la consagración como monja a los 32, se pusieron en contacto con Sor Ernestina por correo electrónico. Las monjas de hoy en día ya no viven aisladas de la sociedad. Las hermanas benedictinas usan móviles, su monasterio tiene un perfil en las redes y muchas tienen uno personal para ponerse en contacto con sus familiares.
Están
informadas y participan de la vida en sociedad sin perder los valores
religiosos. «Nosotras votamos, por supuesto. No solemos ver la tele, pero si
escuchamos la radio o leemos la prensa. Hay mucha variedad individual, hay
monjas a las que les gusta estar informadas. Tenemos mucha libertad, la vida
benedictina es muy libre. También hablamos de política y de todo», comenta Sor
Ernestina. «Nosotras también tenemos nuestro derechos civiles igual que
nuestras obligaciones, también pagamos impuestos, participamos y somos un
miembro más», explica Sor Mónica.
Ella también
conoció la vida monástica gracias a la hermana Ernestina vía email en los
albores de Internet. Habla numerosos idiomas (francés, inglés o alemán entre
ellos) y conoció la vida seglar antes de conocer la benedictina, «Esto de la
vocación no lo ves siempre en seguida, primero vienes un poco a observar»,
comenta.
Todas ellas están seguras de que este es su camino y no echan de menos su vida anterior. «Esta vida, como cualquiera de compromiso, es una tarea y un don. Es parte de la vocación, hay que buscar a Dios todos los días. Siempre recibes la fuerza de Dios para seguir adelante, sabes que esto no es casualidad y que te va a llevar a la felicidad, pero es algo que tienes que desarrollar en el día a día. Es interesante y bonito, siempre tienes que estar dispuesto para hacer las cosas lo mejor posible», asegura Sor Mónica.
Las integrantes más jóvenes del monasterio si echan de menos a sus familiares aunque la vida benedictina se ha modernizado. «Antes las hermanas no tenían costumbre de ir a pasar unos días con su familia y es algo que se ha ido cambiando», asegura Sor Mercedes.
Sus valores son sencillos y claros; «Nosotras tenemos 3 pilares: la oración, el trabajo y la vida de comunidad. En esto discurre nuestro día de forma muy sencilla. Tenemos momentos de oración, como la litúrgica y la individual. También tenemos el trabajo y los momentos de comunidad», explica la hermana Ernestina.
Todas ellas están seguras de que este es su camino y no echan de menos su vida anterior. «Esta vida, como cualquiera de compromiso, es una tarea y un don. Es parte de la vocación, hay que buscar a Dios todos los días. Siempre recibes la fuerza de Dios para seguir adelante, sabes que esto no es casualidad y que te va a llevar a la felicidad, pero es algo que tienes que desarrollar en el día a día. Es interesante y bonito, siempre tienes que estar dispuesto para hacer las cosas lo mejor posible», asegura Sor Mónica.
Las integrantes más jóvenes del monasterio si echan de menos a sus familiares aunque la vida benedictina se ha modernizado. «Antes las hermanas no tenían costumbre de ir a pasar unos días con su familia y es algo que se ha ido cambiando», asegura Sor Mercedes.
Sus valores son sencillos y claros; «Nosotras tenemos 3 pilares: la oración, el trabajo y la vida de comunidad. En esto discurre nuestro día de forma muy sencilla. Tenemos momentos de oración, como la litúrgica y la individual. También tenemos el trabajo y los momentos de comunidad», explica la hermana Ernestina.
Aunque
mantienen esas raíces si aseguran que han ido cambiando hacia un vida más
comunitaria y un acercamiento al resto de la sociedad. «Debemos movernos hacia
una posición en la que compartamos toda nuestra vida. Quizás tenemos que
abrirnos más hacia la humanidad. Ofrecer nuestra vida como una opción o una
posibilidad para las personas desorientadas que buscan en lo material la
solución a sus problemas. Somos una opción de felicidad para la gente que está
buscando, sobre todo para los jóvenes», afirma.
Esa apertura
hacia el resto de la sociedad casa con la tónica predicada por el Papa Francisco. «Veo una
Iglesia deseosa de seguir avanzando. Yo creo que es lo que el Señor nos pide,
no tanto los éxitos sino los intentos. Veo una Iglesia aperturista con deseo de
progresar», añade. Sus hermanas comparten la misma opinión. Sor Mercedes ve en
la Iglesia «la necesidad de renovación que es también lo que está intentando el
Papa Francisco. Romper moldes, acercarse más a la gente y ser más sencillos y
cercanos».
También comentan que perciben cierta aversión, no solo hacia los votos religiosos y la vida monacal, sino hacia la Iglesia en general. «A lo mejor estamos en un momento difícil porque vemos mucho rechazo por parte de la sociedad y muchas dificultades. Pero hay gente que si lo vive auténticamente y hay que afianzarse ahí, porque tenemos nuestro sitio en el mundo y es necesario», asegura Sor Clara.
Sobre el estado de la Iglesia en un momento tan convulso para la institución, Sor Mónica explica que «dentro de esta siempre hay una parte divina que también está unido a las personas que la encarnan y las personas somos frágiles, no somos perfectas, por eso hay lados buenos y menos buenos; hoy en día estamos en camino, estamos intentando modernizarnos, estar más cerca de las personas».
También comentan que perciben cierta aversión, no solo hacia los votos religiosos y la vida monacal, sino hacia la Iglesia en general. «A lo mejor estamos en un momento difícil porque vemos mucho rechazo por parte de la sociedad y muchas dificultades. Pero hay gente que si lo vive auténticamente y hay que afianzarse ahí, porque tenemos nuestro sitio en el mundo y es necesario», asegura Sor Clara.
Sobre el estado de la Iglesia en un momento tan convulso para la institución, Sor Mónica explica que «dentro de esta siempre hay una parte divina que también está unido a las personas que la encarnan y las personas somos frágiles, no somos perfectas, por eso hay lados buenos y menos buenos; hoy en día estamos en camino, estamos intentando modernizarnos, estar más cerca de las personas».
Ser religiosa hoy en día
Ingresar en una consagración como la benedictina no es
algo inmediato ni impulsivo. Cualquiera que quiera unirse a la vida monástica
debe pasar por cinco pasos (aspirantado, postulantado, noviciado, profesión
temporal y profesión solemne) a lo largo de unos 9 años para conocer la forma
de vida, a las hermanas y reafirmarse en sus votos.
Sor Mercedes y Sor Clara, las más jóvenes por el
momento, lo tienen claro. «Creo que ser una monja joven es una forma muy bonita
de poder testimoniar a la gente que entregas tu vida a Jesús a esta edad y que
es genial», asegura la primera, a lo que Sor Clara añade: «Creo que la gente lo
ve como una cosa rara, hoy día la religión es
algo que ya no está de moda pero después, cuando conocen a una monja, ven que
somos personas normales y cambian de opinión».
Hoy en día que una persona joven se consagre como monja o sacerdote es algo mucho más inusual que hace cuatro décadas. Desde el monasterio aseguran que la falte de fe, la existencia de familias cada vez menos numerosas o la apertura de posibilidades sociolaborales son algunas de las razones detrás de esto. «Muchas chicas se entusiasman por nuestra vida y luego no pueden seguir. Les da vergüenza o no sé... Pierden ese impulso y a mí me da mucha pena», asegura Sor Ernestina.
Creen que «ya no está de moda creer en Dios» y que hay valores universales como el respeto, la educación o la dignidad que han de conservarse independientemente de si se es religioso o no. «Hoy en día lo que pasa es que hay mucha desorientación, la gente no sabe cómo ser feliz», comenta Sor Mónica. «Dicen que es una sociedad en crisis, yo la veo consciente de su insatisfacción. Es una sociedad que está en búsqueda y todo el que busca, encuentra», concluye Sor Ernestina.
Hoy en día que una persona joven se consagre como monja o sacerdote es algo mucho más inusual que hace cuatro décadas. Desde el monasterio aseguran que la falte de fe, la existencia de familias cada vez menos numerosas o la apertura de posibilidades sociolaborales son algunas de las razones detrás de esto. «Muchas chicas se entusiasman por nuestra vida y luego no pueden seguir. Les da vergüenza o no sé... Pierden ese impulso y a mí me da mucha pena», asegura Sor Ernestina.
Creen que «ya no está de moda creer en Dios» y que hay valores universales como el respeto, la educación o la dignidad que han de conservarse independientemente de si se es religioso o no. «Hoy en día lo que pasa es que hay mucha desorientación, la gente no sabe cómo ser feliz», comenta Sor Mónica. «Dicen que es una sociedad en crisis, yo la veo consciente de su insatisfacción. Es una sociedad que está en búsqueda y todo el que busca, encuentra», concluye Sor Ernestina.
Estefanía
Chamorro
Fuente:
LaNuevaCrónica.com