8.9.18

‘ORA ET LABORA’, LAS MONJAS DEL SIGLO XXI

Son las más antiguas de la capital de León, pero sus casi 20 hermanas benedictinas saben adaptarse a los tiempos modernos sin perder los valores. Votan, están informadas y predican la fe

Cientos de personas pasan junto a sus muros cada día, pero pocos pueden imaginarse la cantidad de vida que guarda en su interior. El Monasterio de Santa María de Carbajal de las Madres Benedictinas, situado en la Plaza del Grano, se fundó en 966.

Se trata de la congregación más antigua de la capital leonesa pero han sabido adaptarse a los tiempos modernos como nadie sin perder los valores de su fundador, San Benito. Actualmente conviven en el monasterio casi una veintena de hermanas de edades que oscilan entre los 31 y los 99 años. Algunas son médicas o maestras y muchas iniciaron sus estudios universitarios antes de recibir la llamada.
Sor Ernestina es madrileña, nacida en el 58 y doctora en Endocrinología. Ejerció en el hospital de Guadalajara antes de consagrarse. «La vocación la tenía desde muy pequeña. En un momento vi que los valores que tenía dentro estaban reflejados en la vida benedictina», comenta Sor Ernestina, quien nunca se ha planteado colgar los hábitos desde que se consagró.

Ella es la maestra de novicias y el nexo de unión entre las dos integrantes más jóvenes de las benedictinas leonesas. Sor Mercedes, granadina de 31, y Sor Clara, de República Checa, a punto de culminar la consagración como monja a los 32, se pusieron en contacto con Sor Ernestina por correo electrónico. Las monjas de hoy en día ya no viven aisladas de la sociedad. Las hermanas benedictinas usan móviles, su monasterio tiene un perfil en las redes y muchas tienen uno personal para ponerse en contacto con sus familiares.

Están informadas y participan de la vida en sociedad sin perder los valores religiosos. «Nosotras votamos, por supuesto. No solemos ver la tele, pero si escuchamos la radio o leemos la prensa. Hay mucha variedad individual, hay monjas a las que les gusta estar informadas. Tenemos mucha libertad, la vida benedictina es muy libre. También hablamos de política y de todo», comenta Sor Ernestina. «Nosotras también tenemos nuestro derechos civiles igual que nuestras obligaciones, también pagamos impuestos, participamos y somos un miembro más», explica Sor Mónica.

Ella también conoció la vida monástica gracias a la hermana Ernestina vía email en los albores de Internet. Habla numerosos idiomas (francés, inglés o alemán entre ellos) y conoció la vida seglar antes de conocer la benedictina, «Esto de la vocación no lo ves siempre en seguida, primero vienes un poco a observar», comenta.

Todas ellas están seguras de que este es su camino y no echan de menos su vida anterior. «Esta vida, como cualquiera de compromiso, es una tarea y un don. Es parte de la vocación, hay que buscar a Dios todos los días. Siempre recibes la fuerza de Dios para seguir adelante, sabes que esto no es casualidad y que te va a llevar a la felicidad, pero es algo que tienes que desarrollar en el día a día. Es interesante y bonito, siempre tienes que estar dispuesto para hacer las cosas lo mejor posible», asegura Sor Mónica.

Las integrantes más jóvenes del monasterio si echan de menos a sus familiares aunque la vida benedictina se ha modernizado. «Antes las hermanas no tenían costumbre de ir a pasar unos días con su familia y es algo que se ha ido cambiando», asegura Sor Mercedes.

Sus valores son sencillos y claros; «Nosotras tenemos 3 pilares: la oración, el trabajo y la vida de comunidad. En esto discurre nuestro día de forma muy sencilla. Tenemos momentos de oración, como la litúrgica y la individual. También tenemos el trabajo y los momentos de comunidad», explica la hermana Ernestina.

Aunque mantienen esas raíces si aseguran que han ido cambiando hacia un vida más comunitaria y un acercamiento al resto de la sociedad. «Debemos movernos hacia una posición en la que compartamos toda nuestra vida. Quizás tenemos que abrirnos más hacia la humanidad. Ofrecer nuestra vida como una opción o una posibilidad para las personas desorientadas que buscan en lo material la solución a sus problemas. Somos una opción de felicidad para la gente que está buscando, sobre todo para los jóvenes», afirma.

Esa apertura hacia el resto de la sociedad casa con la tónica predicada por el Papa Francisco. «Veo una Iglesia deseosa de seguir avanzando. Yo creo que es lo que el Señor nos pide, no tanto los éxitos sino los intentos. Veo una Iglesia aperturista con deseo de progresar», añade. Sus hermanas comparten la misma opinión. Sor Mercedes ve en la Iglesia «la necesidad de renovación que es también lo que está intentando el Papa Francisco. Romper moldes, acercarse más a la gente y ser más sencillos y cercanos».

También comentan que perciben cierta aversión, no solo hacia los votos religiosos y la vida monacal, sino hacia la Iglesia en general. «A lo mejor estamos en un momento difícil porque vemos mucho rechazo por parte de la sociedad y muchas dificultades. Pero hay gente que si lo vive auténticamente y hay que afianzarse ahí, porque tenemos nuestro sitio en el mundo y es necesario», asegura Sor Clara.

Sobre el estado de la Iglesia en un momento tan convulso para la institución, Sor Mónica explica que «dentro de esta siempre hay una parte divina que también está unido a las personas que la encarnan y las personas somos frágiles, no somos perfectas, por eso hay lados buenos y menos buenos; hoy en día estamos en camino, estamos intentando modernizarnos, estar más cerca de las personas».

Ser religiosa hoy en día

Ingresar en una consagración como la benedictina no es algo inmediato ni impulsivo. Cualquiera que quiera unirse a la vida monástica debe pasar por cinco pasos (aspirantado, postulantado, noviciado, profesión temporal y profesión solemne) a lo largo de unos 9 años para conocer la forma de vida, a las hermanas y reafirmarse en sus votos.
Sor Mercedes y Sor Clara, las más jóvenes por el momento, lo tienen claro. «Creo que ser una monja joven es una forma muy bonita de poder testimoniar a la gente que entregas tu vida a Jesús a esta edad y que es genial», asegura la primera, a lo que Sor Clara añade: «Creo que la gente lo ve como una cosa rara, hoy día la religión es algo que ya no está de moda pero después, cuando conocen a una monja, ven que somos personas normales y cambian de opinión».

Hoy en día que una persona joven se consagre como monja o sacerdote es algo mucho más inusual que hace cuatro décadas. Desde el monasterio aseguran que la falte de fe, la existencia de familias cada vez menos numerosas o la apertura de posibilidades sociolaborales son algunas de las razones detrás de esto. «Muchas chicas se entusiasman por nuestra vida y luego no pueden seguir. Les da vergüenza o no sé... Pierden ese impulso y a mí me da mucha pena», asegura Sor Ernestina.

Creen que «ya no está de moda creer en Dios» y que hay valores universales como el respeto, la educación o la dignidad que han de conservarse independientemente de si se es religioso o no. «Hoy en día lo que pasa es que hay mucha desorientación, la gente no sabe cómo ser feliz», comenta Sor Mónica. «Dicen que es una sociedad en crisis, yo la veo consciente de su insatisfacción. Es una sociedad que está en búsqueda y todo el que busca, encuentra», concluye Sor Ernestina.

Estefanía Chamorro

Fuente: LaNuevaCrónica.com



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