Su curación parecía
imposible, pero sus padres se dan cuenta de que con Dios, nada es imposible
En 2015, los médicos de una
clínica de Filadelfia (Pensilvania, Estados Unidos) le dieron a la bebé recién
nacida Gianna Grace Masciantonio unas pocas, muy pocas, semanas de vida.
Llamada así en honor a Santa Gianna y de la Virgen, la pequeña parecía
saludable al nacer.
Pero
una resonancia magnética reveló que un tumor estaba entrelazado alrededor del
tallo de su cerebro. Sin opciones quirúrgicas, los médicos
enviaron a Gianna y a su familia a casa, a esperar el desenlace fatal.
Los
padres de Gianna, Kristen y Joey Masciantonio, católicos profundos, no se
resignaron a acatar los dichos de los médicos. Rezaban el Rosario y llamaban a
familiares y amigos a que también lo hicieran, pidiendo por la recuperación de
su pequeña hija.
Dos
meses después del diagnóstico inicial, la familia recibió una llamada del
doctor Dunkel, un oncólogo del Centro de Cáncer Memorial Sloan Kettering.
Dunkel descubrió que el tumor de Gianna se comportaba de una
manera que nunca antes había visto.
Después
de una craneotomía de diez horas, tres meses en el hospital y muchos otros
procedimientos invasivos, los médicos diagnosticaron a Gianna con
Xantogranuloma Juvenil Sistemático (JXG).
Del diagnóstico al beso
Se trata de una enfermedad
sanguínea muy rara, causada por demasiados glóbulos blancos llamados
histiocitos. Gianna es uno de cada diez millones de niños que se ven afectados
por JXG.
Era,
pues, una enfermedad “mortal por necesidad”. Pero
a pesar de las probabilidades negativas y los diagnósticos médicos que se
acumulaban contra ellos, Gianna y sus padres no se dieron por vencidos.
Cuando,
en septiembre de 2016, el Papa Francisco visitó Filadelfia para celebrar el Encuentro
Mundial de las Familias, Kristen soñó que su bebé se encontraba
con el Papa.
Una
semana después de que Gianna cumpliera un año, el sueño de Kristen se hizo
realidad. Mientras recorría las calles de Filadelfia, el
Papa Francisco recogió a Gianna y la besó en su cabecita.
“Para nosotros, fue una señal
de Dios de que Él ha estado con nosotros, llevándonos a través de este viaje”, escribe Kristen.
“Irónicamente, el tumor de Gianna disminuyó significativamente en su siguiente
exploración”.
Dios es el que hace los milagros
El tamaño del tumor de Gianna
no había cambiado incluso con cuatro tratamientos diferentes. Pero la familia
no solo le da crédito al Papa Francisco. “Nunca dijimos que el beso la sanó.
Creemos que el Papa Francisco es un santo viviente, pero creemos que Dios
realiza los milagros”, continúa Kristen.
“De
hecho, toda la vida de Gianna ha sido un milagro para nosotros, desde su
nacimiento hasta el beso papal y su continua curación”.
Ahora, Gianna es una niña
conversadora, curiosa y juguetona de tres años. Su curación parecía imposible, pero
Kristen y Joey se dan cuenta de que con Dios, nada es imposible.
“Ella está muy bien y
asistirá a preescolar este otoño”, dijo Kristen a una estación de noticias de
Filadelfia.
La
familia Masciantonio está agradecida por su fe, pero también por el equipo de
médicos y enfermeras del Hospital de Niños de Filadelfia. Regresaron al
hospital este año para donar 50,000 dólares en nombre de la fundación de
Gianna: “Por amor a la gracia”.
Con
información de https://epicpew.com/ <https://epicpew.com/>
Jaime Septién
Fuente: Aleteia