La economía de hoy es una economía que “mata”, porque
– reafirma el Papa – “la persona ya no está en el centro”, “obedece sólo al
dinero”, “hacer dinero se vuelve el objetivo primario y único”
El Papa Francisco con un trabajador en Cagliari |
La sola persecución del beneficio ya no garantiza la
vida de la empresa: se necesita formación en los valores y una ética amiga de
la persona. Lo afirma Francisco en la entrevista que publicó el periódico
italiano, Il Sole 24 ore, en la que se refiere también a una economía que
“mata” porque el hombre ya no está en el centro de sus propias dinámicas
La gestión de la economía y de la finanza, la creación
de nuevo trabajo, el respeto del ambiente y la acogida de los migrantes pasan
todos por una ética “amiga de la persona”, “fuerte incentivo” para una
conversión de la que “tenemos necesidad”. Es la reflexión del Papa Francisco en
la entrevista concedida a Il Sole 24 Ore, que se encuentra hoy en los quioscos.
Falta la conciencia de un origen común, de una
pertenencia a una raíz común de humanidad y de un futuro que debemos construir
juntos. Esta conciencia de base permitiría el desarrollo de nuevas
convicciones, nuevas actitudes y estilos de vida. Una ética amiga de la persona
tiende a la superación de la distinción rígida entre realidades volcadas a la
utilidad y las orientadas no al mecanismo exclusivo de las ganancias, dejando
amplio espacio a actividades que constituyen y amplían el llamado tercer
sector.
El ídolo llamado
dinero
La economía de hoy es una economía que “mata”, porque
– reafirma el Papa – “la persona ya no está en el centro”, “obedece sólo al
dinero”, “hacer dinero se vuelve el objetivo primario y único”. Francisco pone
de manifiesto que se construyen “estructuras de pobreza, esclavitud y de
descarte”.
La importancia actual de la actividad financiera con
respecto a la economía real no es casual: detrás de esto está la elección de
alguien que piensa, equivocándose, que el dinero se hace con el dinero. El
dinero, el verdadero, se hace con el trabajo. Es el trabajo lo que confiere la
dignidad al hombre, no el dinero. El desempleo que atañe a diversos países
europeos es la consecuencia de un sistema económico que ya no es capaz de crear
trabajo, porque ha puesto en el centro a un ídolo, que se llama dinero.
Que el trabajo produzca más trabajo
Cuando se le pregunta cómo un empresario pueda ser un
“creador” de valor para la propia empresa y para los demás, a partir de la
comunidad en la que vive y trabaja, el Papa recuerda cuán importante es “la
atención a la persona concreta”, lo que significa “dar a cada uno lo suyo”,
“sacando a las madres y a los padres de familia de la angustia por no poder dar
un futuro, y ni siquiera un presente a sus propios hijos”.
Significa saber dirigir, pero también saber escuchar,
compartiendo con humildad y confianza proyectos e ideas. Significa hacer que el
trabajo produzca más trabajo, que la responsabilidad cree más responsabilidad,
que la esperanza cree más esperanza, sobre todo para las generaciones jóvenes,
que hoy más que nunca tienen necesidad. Creo que es importante trabajar juntos
para construir el bien común y un nuevo humanismo del trabajo, promover un
trabajo respetuoso de la dignidad de la persona que no ve sólo la ganancia o
las exigencias productivas sino que promueve una vida digna sabiendo que el
bien de las personas y el bien de la empresa caminan juntas.
Un desarrollo
integral
Francisco exhorta "a desarrollar la solidaridad y
a crear un nuevo orden económico que no genere más descartes, enriqueciendo la
actividad económica con la atención a los pobres y la disminución de las
desigualdades". Tenemos necesidad, subraya, "de coraje y genial
creatividad".
La distribución y participación en la riqueza
producida, la integración de la empresa en un territorio, la responsabilidad
social, el bienestar empresarial, la paridad de retribución salarial entre
hombres y mujeres, la conjugación entre los tiempos de trabajo y los tiempos de
vida, el respeto del medio ambiente, el reconocimiento de la importancia del
hombre con respecto a la máquina y el reconocimiento del justo salario, así
como la capacidad de innovación son elementos importantes que mantienen viva la
dimensión comunitaria de una empresa. Perseguir un desarrollo integral requiere
atención a los temas que acabo de enumerar.
La acción
económica es un hecho ético
Una sana economía, señala Francisco, no está
"nunca desconectada" del significado de lo que se produce y la acción
económica es "siempre" también un hecho ético.
Mantener unidas acciones y responsabilidades, justicia
y beneficio, producción de riqueza y su redistribución, funcionamiento y
respeto del ambiente se convierten en elementos que con el tiempo garantizan la
vida de la empresa.
Aún mucho
trabajo por hacer para desarrollar la dimensión ecológica
Desde este punto de vista, el significado de la
empresa "se amplía" y hace comprender que "la búsqueda del
beneficio por sí sola ya no garantiza la vida de la empresa" y que
"ya no es posible que los operadores económicos no escuchen el grito de
los pobres". Por eso el Papa piensa no sólo en la formación técnica en la
empresa, sino también en una "formación en los valores": solidaridad,
ética, justicia, dignidad, sostenibilidad, para enriquecer el "pensamiento
y la capacidad operativa". Con la perspectiva de un desarrollo de la
dimensión ecológica, apunta a la "convergencia de varias acciones:
políticas, culturales, sociales, productivas", aunque "el trabajo que
queda por hacer sigue siendo mucho".
Compartir un
viaje común
Vuelve el grito de los pobres al recordar que, cuando
se mueven, "asustan especialmente a los pueblos que viven en el
bienestar". Francisco observa que "no existe un futuro pacífico para
la humanidad si no es en la aceptación de la diversidad, en la solidaridad, en
el pensar en la humanidad como una sola familia". La referencia es a los
migrantes, "gran desafío para todos" hoy: el viaje que realizan,
destaca, después de todo, "se hace en dos" y no hay que tener miedo
de compartirlo, con esperanza.
Aquellos que vienen a nuestra tierra, y nosotros que
vamos hacia sus corazones para entenderlos, entender su cultura, su lengua, sin
descuidar el contexto actual. Esto sería un signo claro de un mundo y una
Iglesia que busca ser abierta, inclusiva y acogedora, una Iglesia madre que
abraza a todos en el compartir el viaje común.
Dignidad del
trabajo y sociedades justas y democráticas
Instado a responder acerca de los consensos obtenidos
en Italia por fuerzas políticas definidas populistas, que no comparten la
apertura de las fronteras nacionales a los inmigrantes, y sobre las
orientaciones que deben darse a Europa, el Papa exhorta a mirar a las personas
que huyen de la pobreza y el hambre, instando a "muchos empresarios"
y a otras tantas "instituciones europeas que no carecen de genialidad y
coraje" a "emprender caminos de inversión", en sus países, en la
formación, desde la escuela hasta el desarrollo de verdaderos sistemas
culturales y, sobre todo, en el trabajo", con el objetivo de beneficiar a
los Estados "hoy todavía pobres ", "dando a esas personas la
dignidad del trabajo y a su país la capacidad de tejer lazos sociales positivos
capaces de construir sociedades justas y democráticas".
Las respuestas a las peticiones de ayuda, aunque
generosas, quizás no han sido suficientes, y hoy nos encontramos llorando miles
de muertos. Ha habido demasiados silencios. El silencio del sentido común, el silencio del siempre se ha hecho así, el silencio del
nosotros siempre contrapuesto al de ellos. El Señor promete consuelo y
liberación a todos los oprimidos del mundo, pero necesita de nosotros para
hacer eficaz su promesa. Necesita nuestros ojos para ver las necesidades de los
hermanos y de las hermanas. Necesita nuestras manos para socorrer. Necesita
nuestra voz para denunciar las injusticias cometidas en el silencio, a veces
cómplice, de muchos. Sobre todo, el Señor necesita nuestro corazón para
manifestar el amor misericordioso de Dios hacia los más últimos, los
rechazados, los abandonados, los marginados.
Integración y
alojamiento digno
Por parte de los migrantes, añade, es necesario que
respeten la cultura y las leyes del país que los acoge, "con el fin de
implementar conjuntamente un camino de integración y superar todos los temores
y preocupaciones".
Encomiendo también estas responsabilidades a la
prudencia de los gobiernos, para que encuentren modalidades compartidas para
dar una acogida digna a tantos hermanos y hermanas que piden ayuda. Se puede
recibir a un cierto número de personas, sin descuidar la posibilidad de
integrarlas y organizarlas de manera digna. Es necesario prestar atención al
tráfico ilegal, conscientes de que la recepción no es fácil.
Giada Aquilino – Ciudad del Vaticano
Vatican News