Homilía ayer en Casa Santa Marta
“La rivalidad y la vanagloria” destruyen
los fundamentos de las comunidades, sembrando divisiones y conflictos. Lo dijo
hoy el Papa en la homilía en Casa Santa Marta.
La enseñanza
de Jesús es clara: “no hacer las cosas por interés”, no escoger a los amigos
por conveniencia. Razonar solo en base a “que gano con esto”, de hecho, es “una
forma de egoísmo, de segregación y de interés”, mientras que “el mensaje de
Jesús” es exactamente lo contrario: la “gratuidad”, que “alarga la vida”,
“amplía el horizonte, porque es universal”. Los selectivos son “factor de
división” y no favorecen “la unanimidad” de la que habla San Pablo a los
Filipenses, en la primera lectura. “Hay dos cosas que van contra la unidad –
insiste el Papa Bergoglio – la rivalidad y la vanagloria”.
Y también la murmuración nace de la
rivalidad, porque mucha gente siente que no puede crecer, entonces para
ser más que el otro le disminuye con la murmuración. Un modo de destruir a las
personas. La rivalidad. Y Pablo dice: “No. En la comunidad no debe haber
rivalidades”. La rivalidad es una lucha es una lucha para aplastar al
otro. Es mala, la rivalidad: se puede hacer abiertamente, directamente, o se
puede hacer con guante blanco; pero siempre para destruir al otro y ponerse por
encima. Y como yo no puedo ser tan virtuoso, tan bueno, empequeñezco al otro,
así yo quedo por encima. La rivalidad es una forma de actuar por interés
Igualmente
dañino es el que se muestra superior a los demás.
Esto destruye a la comunidad, destruye a la
familia, también… Piensen en la rivalidad entre hermanos por la herencia del
padre, por ejemplo. Esto es algo de todos los días. Piensen en la vanagloria,
en quienes se creen que son mejor que los demás.
El cristiano,
prosigue Papa Francisco, debe seguir el ejemplo del Hijo de Dios, cultivando
“la gratuidad”: hacer el bien sin preocuparse de si los demás hacen lo mismo;
sembrar “unanimidad”, abandonando la “rivalidad o vanagloria”. Construir la paz
con pequeños gestos quiere decir abrir un camino de concordia en todo el mundo.
Cuando leemos noticias de guerras, pensamos
en las noticias del hambre de los niños en Yemen, fruto de la guerra: está
lejos, pobres niños… ¿por qué no tienen para comer? ¡Pero la misma guerra se
hace en nuestra casa, en nuestras instituciones, con esta rivalidad: ¡empieza
allí, la guerra! Y la paz tiene que hacerse allí: en la familia, en la
parroquia, en las instituciones, en el lugar de trabajo, buscando siempre la unanimidad
y la concordia y no el propio interés.
Vatican Media
Fuente:
Aleteia