El
Papa Francisco animó a los fieles a dirigirse a Dios con confianza y a hacerle
peticiones con sencillez: “Jesús nos pide que nos dirijamos a Dios simplemente
con la palabra ‘Padre’”, recordó
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El Papa a su llegada al Aula Pablo VI. Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa |
El
Santo Padre hizo esta afirmación durante la Audiencia General de este miércoles
12 de diciembre celebrada en el Aula Pablo VI del Vaticano, y dedicada al Padre
Nuestro.
En
su catequesis, el Papa consideró el Padre Nuestro “una oración breve pero
audaz” que “pone en los labios de sus discípulos”. Recordó que en el Padre
Nuestro “se hace siete preguntas, un número que en la Biblia no es casual,
indica plenitud”.
“Jesús
invita a sus discípulos a acercarse a Dios y a dirigirle con confianza algunas
peticiones: en primer lugar, respecto a él y luego respecto a nosotros. No hay
preámbulos en el Padre Nuestro. Jesús no enseña fórmulas para ‘congraciarse’
con el Señor, sino que, sobre todo, invita a rezarle haciendo caer las barreras
de las ataduras y del miedo. No dice que nos dirijamos a Dios llamándole
‘Omnipotente’, ‘Altísimo’, o con títulos similares, sino simplemente con la
palabra ‘Padre’, que expresa la confianza, la fe filial”.
Explicó
que “la oración del Padre Nuestro profundiza sus raíces en la realidad concreta
del hombre. Como ejemplo, nos hace pedir el pan, el pan cotidiano: petición
simple pero esencial, que dice que la fe no es una cuestión ‘decorativa’ al
margen de la vida, que interviene cuando se ha satisfechos todas las otras
necesidades. En todo caso, la oración comienza con la vida misma”.
“La
oración, nos enseña Jesús, no comienza en la existencia humana después de que
el estómago quede lleno, sino que anida allí donde hay un hombre, un hombre
cualquiera que tenga hambre, que llore, que luche, que sufra y que se pregunte
‘por qué’. Nuestra primera oración, en cierto sentido, ha sido el latido que
acompañó nuestra primera respiración. En aquel llanto de recién nacido se
anunciaba el destino de toda nuestra vida: nuestra hambre continua, nuestra sed
continua, nuestra búsqueda de felicidad”.
Además,
señaló que “Jesús, en la oración, no quiere apagar al humano, no lo quiere
anestesiar. No quiere que callemos las preguntas y las peticiones aprendiendo a
soportarlo todo. En cambio, quiere que todo sufrimiento, toda inquietud, se
eleve hacia al cielo y se convierta en diálogo”.
“La
oración no sólo precede a la salvación, sino que, en cierto modo, ya la
contiene, porque libera de la dispersión de quien no cree en una vía de salida
a tantas situaciones insoportables”.
El
Pontífice concluyó destacando que “Dios es el Padre que tiene una inmensa
compasión por nosotros y que quiere que sus hijos le hablen sin miedo. Por eso
podemos contarle todo, incluidas las cosas que en nuestra vida están
destruidas, o que son incomprensibles”.
Fuente:
ACI Prensa