Nathaniel Hurd,
asesor en política internacional, estaba sin bautizar... un viaje de fe
Hasta los 22
años, Nathaniel Hurd era "ateo, llana y simplemente". Su familia
no era religiosa, ni
siquiera le habían bautizado. Le parecía que todas las cosas
relacionadas con Dios eran tonterías que no merecían ninguna atención.
Simplemente, el tema no le interesaba y lo miraba con cierto desprecio. La
moral familiar católica le parecía especialmente ajena y equivocada.
Y sin embargo, diez años después estaba a punto de hacerse sacerdote católico
en Washington. ¿Qué sucedió? Todo empezó conociendo católicos
inteligentes y devotos... y después cristalizó con un Viernes Santo muy
especial, en el que le invitaron a un Via Crucis.
Hurd, que ha sido asesor de política internacional en el Capitolio, en Washington,
y después ha trabajado en ayuda humanitaria internacional, ha contado su
itinerario de fe, ya con 41 años, en Signposts, de CHnetwork.org. En ocasiones
anteriores lo explicó en Radio María de EEUU y otros foros.
Un amigo
inteligente: hablaba con precisión, sin vaguedades
En la
universidad, con 22 años, conoció a un compañero católico muy inteligente. Se
hicieron muy amigos. "Teníamos un montón de conversaciones sobre Dios y la
fe. Como ateo, lo que
querrías es desdeñar al creyente como, básicamente, un idiota. Eso es lo
fácil, por pereza. En este caso no podía hacerlo". Su amigo tenía doble titulación en
Psicología y Clásicas, "cum laude", títulos y era realmente listo.
"Tuve que escuchar de verdad. Había precisión en lo que decía de
Dios y la fe. No eran las vaguedades que creo que muchos ateos asocian
con los creyentes. Así que al final del verano perdí mi certeza de que Dios
no existe y me mantuve abierto a esa posibilidad". La posibilidad
de que existe Dios, un Creador Todopoderoso y que ama a los hombres y su
creación.
Más adelante conoció a otro católico firme y
coherente. "Impresionaba no solo por su integridad sino por su
completitud. Se encontraba a gusto tanto en el museo como en un estadio
deportivo". Le parecía humanamente interesante.
Bautizado, pero cristiano a su
manera...
Después de dos
años y medio como agnóstico abierto, en 2002 dio el paso de bautizarse como episcopaliano (anglicanos
de EEUU, muy liberales en doctrina). Quería saber más, leía mucho sobre la
fe... y se hacía preguntas.
En 2004, al llegar Viernes Santo, un amigo católico
le preguntó: "¿tienes algún buen plan para este Viernes Santo?" Y
juntos acudieron a un Via
Crucis organizado por el movimiento Comunión y Liberación, por las calles de
Nueva York, ciudad cosmopolita y descristianizada. De Brooklyn a
Manhattan fueron con miles de fieles que cantaban, leían meditaciones,
fragmentos de la Escritura, en el marco del skyline y el río. "Era
extremadamente conmovedor".
La Pasión... y
una pregunta de Jesús
"Esa fue la
primera vez que me di cuenta, de verdad, de lo que Cristo había hecho por mí.
Pienso que haber visto 'La Pasión de
Cristo' unos días antes pudo hacerme pensar algo en ello. Pero
ese día Él me hizo una pregunta muy clara: 'yo hice
esto por ti, ¿qué haces tú en tu vida diaria por mí?'".
Fue a Misa de Pascua con unos amigos católicos, convencido de
que tenía que hacer algo especial. "Si vas a ir a una misa católica en
algún momento del año, a esa es a la que debes ir", invita. "Me impactó el poder y la belleza
de la liturgia. Y volví al día siguiente. Y empecé a revisar todas las
razones por las que hasta entonces había estado cerrado a la Iglesia
Católica".
"Yo quería seguir al Señor en todos los
aspectos de mi vida. Había intentado seguirme a mí mismo, y no había salido muy
bien. Dije: 'vamos a
probar y confiar en Él'."
La Iglesia que Jesús dejó para
enseñar
Toda su
conciencia moral, desde niño, se había forjado en multitud de fuentes...
excepto la enseñanza católica. Las ideas sobre matrimonio, familia, moral...
Nathaniel tenía ideas muy claras -simplemente tomadas de la cultura moderna-
sobre lo que la Iglesia debía pensar en estos temas.
"Pero al final, entendí que en 2004 tenía que
haber una forma de saber qué es lo que Cristo quería de mí, qué es lo que Cristo enseñaba, para mí y para los demás. Y
esa forma, ese camino... ¡es su Iglesia! Y estaba muy claro que ésta
era la Iglesia de Jesucristo, y que si había un desacuerdo entre la Iglesia y
mi postura, el error será mío, no de la Iglesia".
Realizó el Curso de
Iniciación Cristiana para adultos y en la Vigilia Pascual de 2005 entraba
plenamente en la Iglesia Católica. Dedicó varios años a examinar si
tenía vocación sacerdotal en un programa de la arquidiócesis de
Washington, pero en 2010 entendió que estaba llamado a la vida laical y
familiar.
Ha trabajado como asesor y
profesor en política internacional y en organizaciones de ayuda internacional,
especialmente con refugiados en Irak, Jordania, Líbano, Etiopía, Somalia y
Sudán.
Hoy recomienda a quien le
pregunta la siguiente dieta espiritual: misa diaria, confesarse con
regularidad, dejar un rato para reflexionar en silencio y así renovar
la relación con Dios.
Fuente: ReL






