Sin la fraternidad que Jesucristo nos ha dado, nuestros esfuerzos por un mundo más justo no llegarían muy lejos
Este 25 de diciembre, en su tradicional Mensaje
navideño y Bendición “Urbi et Orbi”, el Papa Francisco pidió: “Que en esta
Navidad redescubramos los nexos de fraternidad que nos unen como seres humanos
y vinculan a todos los pueblos”.
“Que el Niño
pequeño y con frío que contemplamos hoy en el pesebre proteja a todos los niños
de la tierra y a toda persona frágil, indefensa y descartada. Que todos podamos
recibir paz y consuelo por el nacimiento del Salvador y, sintiéndonos amados
por el único Padre celestial, reencontrarnos y vivir como hermanos”, lo dijo el
Papa Francisco en su Mensaje Navideño, pronunciado este martes 25 de diciembre,
desde el balcón central de la Basílica de San Pedro, desde donde impartió su
bendición "a la ciudad y al mundo", en la Solemnidad de la Navidad de
Jesús.
Gozoso anuncio de Belén
Dirigiéndose a los fieles de Roma, a los
peregrinos congregados en la Plaza de San Pedro, y a todas las personas de
todas las partes del mundo que siguieron a través de los medios de comunicación
este mensaje, el Santo Padre les renovó el gozoso anuncio de Belén: «Gloria a
Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad».
“Como los pastores, que fueron los primeros
en llegar a la gruta, contemplamos asombrados la señal que Dios nos ha dado:
«Un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre» (Lc 2, 12)”
Dios es
Padre bueno y nosotros somos todos hermanos
Pero, ¿qué nos dice este Niño, que nos ha
nacido de la Virgen María? ¿Cuál es el mensaje universal de la Navidad? Nos
dice que Dios es Padre bueno y nosotros somos todos hermanos. “Esta verdad –
precisó el Pontífice – está en la base de la visión cristiana de la humanidad.
Sin la fraternidad que Jesucristo nos ha dado, nuestros esfuerzos por un mundo
más justo no llegarían muy lejos, e incluso los mejores proyectos corren el
riesgo de convertirse en estructuras sin espíritu”.
Fraternidad
entre personas de toda nación y cultura
Por eso, mi deseo de feliz Navidad, indicó
el Papa Francisco, es un deseo de fraternidad. Fraternidad entre personas de
toda nación y cultura. Fraternidad entre personas con ideas diferentes, pero
capaces de respetarse y de escuchar al otro. Fraternidad entre personas de
diversas religiones. Jesús ha venido a revelar el rostro de Dios a todos
aquellos que lo buscan.
Y
el rostro de Dios se ha manifestado en un rostro humano concreto. No apareció
como un ángel, sino como un hombre, nacido en un tiempo y un lugar. Así, con su
encarnación, el Hijo de Dios nos indica que la salvación pasa a través del
amor, la acogida y el respeto de nuestra pobre humanidad, que todos compartimos
en una gran variedad de etnias, de lenguas, de culturas…, pero todos hermanos
en humanidad.
Nuestras diferencias son una riqueza
Entonces, nuestras diferencias, enfatiza el
Papa Francisco, no son un daño o un peligro, son una riqueza. Como para un
artista que quiere hacer un mosaico: es mejor tener a disposición teselas de
muchos colores, antes que de pocos. La experiencia de la familia nos lo enseña:
siendo hermanos y hermanas, somos distintos unos de otros, y no siempre estamos
de acuerdo, pero hay un vínculo indisoluble que nos une, y el amor de los
padres nos ayuda a querernos. Lo mismo vale para la familia humana, pero aquí
Dios es el “padre”, el fundamento y la fuerza de nuestra fraternidad.
Los
diferentes rostros de la fraternidad
Que en esta Navidad redescubramos los nexos
de fraternidad que nos unen como seres humanos y vinculan a todos los pueblos.
Que haga posible que israelíes y palestinos retomen el diálogo y emprendan un
camino de paz que ponga fin a un conflicto que ―desde hace más de setenta años―
lacera la Tierra elegida por el Señor para mostrar su rostro de amor.
La
amada y martirizada Siria
Que el Niño Jesús permita a la amada y
martirizada Siria que vuelva a encontrar la fraternidad después de largos años
de guerra. Que la Comunidad internacional se esfuerce firmemente por hallar una
solución política que deje de lado las divisiones y los intereses creados para
que el pueblo sirio, especialmente quienes tuvieron que dejar las propias
tierras y buscar refugio en otro lugar, pueda volver a vivir en paz en su
patria.
África
y Yemen
Pienso en Yemen, con la esperanza de que la
tregua alcanzada por mediación de la Comunidad internacional pueda aliviar
finalmente a tantos niños y a las poblaciones, exhaustos por la guerra y el
hambre.
Pienso
también en África, donde millones de personas están refugiadas o desplazadas y
necesitan asistencia humanitaria y seguridad alimentaria. Que el divino Niño,
Rey de la paz, acalle las armas y haga surgir un nuevo amanecer de fraternidad
en todo el continente, y bendiga los esfuerzos de quienes se comprometen por
promover caminos de reconciliación a nivel político y social.
La
Península coreana
Que
la Navidad fortalezca los vínculos fraternos que unen la Península coreana y
permita que se continúe el camino de acercamiento puesto en marcha, y que se
alcancen soluciones compartidas que aseguren a todos el desarrollo y el
bienestar.
La
amada Ucrania
Que
el Señor que nace dé consuelo a la amada Ucrania, ansiosa por reconquistar una
paz duradera que tarda en llegar. Solo con la paz, respetuosa de los derechos
de toda nación, el país puede recuperarse de los sufrimientos padecidos y
reestablecer condiciones dignas para los propios ciudadanos. Me siento cercano
a las comunidades cristianas de esa región, y pido que se puedan tejer
relaciones de fraternidad y amistad.
Centro
América y Venezuela
Que
este tiempo de bendición le permita a Venezuela encontrar de nuevo la concordia
y que todos los miembros de la sociedad trabajen fraternalmente por el
desarrollo del país, ayudando a los sectores más débiles de la población.
Que
delante del Niño Jesús, los habitantes de la querida Nicaragua se redescubran
hermanos, para que no prevalezcan las divisiones y las discordias, sino que
todos se esfuercen por favorecer la reconciliación y por construir juntos el
futuro del país.
Las
comunidades minoritarias
Deseo
recordar a los pueblos que sufren las colonizaciones ideológicas, culturales y
económicas viendo lacerada su libertad y su identidad, y que sufren por el
hambre y la falta de servicios educativos y sanitarios.
Dirijo
un recuerdo particular a nuestros hermanos y hermanas que celebran la Natividad
del Señor en contextos difíciles, por no decir hostiles, especialmente allí
donde la comunidad cristiana es una minoría, a menudo vulnerable o no
considerada. Que el Señor les conceda ―a ellos y a todas las comunidades
minoritarias― vivir en paz y que vean reconocidos sus propios derechos, sobre
todo a la libertad religiosa.
Renato
Martinez – Ciudad del Vaticano
Vatican News






