Audiencia General, reflexión del Pontífice sobre la
tercera invocación del Padre Nuestro: “Hágase tu voluntad”
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Antoine Mekary | ALETEIA |
El papa Francisco indicó que para rezar el
Padre Nuestro es necesario sentirse hijos de Dios, no esclavos. “Dios tiene un
proyecto para cada uno de nosotros, y confiando en Él, nos abandonamos en sus
manos también en el momento de la prueba, seguros de que escucha
nuestro grito y nos hará justicia sin
tardar”.
Lo dijo el Pontífice en la
audiencia general en la Plaza de San Pedro este miércoles 20 de marzo de 2019.
“El “Padre Nuestro”, de hecho, es la oración de los hijos, no de los esclavos,
quienes conocen el corazón de su padre y están seguros de su plan de amor”.
Así continuó con el ciclo de
catequesis dedicadas a la oración del Padre Nuestro, en esta
ocasión, reflexionó sobre la tercera invocación: “Hágase tu voluntad” que se
une a las dos primeras de este tríptico: “sea santificado tu nombre” “venga tu
Reino”.
“Si oramos es porque creemos
que Dios puede y quiere transformar la realidad al vencer el mal con el bien.
A este Dios tiene sentido obedecer y abandonarse incluso en la hora de la
prueba más dura”, añadió.
¿Dios me busca? – Sí, Dios
está en tu búsqueda –
Asimismo, preguntó recordando a Zaqueo
llamado por Jesús que ya sabía que estaba en el árbol esperándolo: ¿Dios
me busca? – Sí, Dios está en tu búsqueda”. “Dios siempre
toma la iniciativa para salvarnos, y nosotros lo buscamos en la oración, y
descubrimos que Él ya nos estaba esperando”. “Esa
es la voluntad de Dios y es lo que pedimos para que se cumpla su plan de
salvación”, expresó.
Según el Evangelio, indicó, Dios
quiere “que todos los hombres se salven. Por tanto, cuando pedimos a Dios
«hágase tu voluntad» quiere decir que no nos resignamos a un
destino que no conocemos ni compartimos, sino que
confiamos en Él”.
Dios nos quiere libres, es
su amor que nos libera
Destacó que Dios es nuestro Padre, “que
desea para nosotros el bien y la vida. Las insidias del mundo, que llenan de
obstáculos ese proyecto, son vencidas por la fuerza de una oración que pide,
como el profeta, cambiar las espadas en arados y las lanzas
en podaderas”.
Un Dios que nos quiere libres,
es su amor que nos libera, indicó. “Ay de nosotros si, al pronunciar estas
palabras, nos encogemos de hombros y nos rendimos ante un destino que nos
repele y que no logramos cambiar”.
“Al contrario, es una oración
llena de ardiente confianza en Dios que quiere el bien
para nosotros, la vida, la salvación. Una
oración valiente, incluso combativa, porque en el mundo hay muchas,
demasiadas realidades que no están de acuerdo con el plan de Dios”.
Por eso, explicó, “si rezamos es
porque creemos que estas realidades de destrucción y muerte, pueden ser
transformadas en instrumentos para generar fecundidad y vida”.
Dios escucha nuestro grito
y nos hará justicia
“Dios tiene un proyecto para cada uno de
nosotros, y confiando en Él, nos abandonamos en sus manos también en el momento
de la prueba, seguros de que escucha nuestro grito y nos hará justicia sin
tardar”.
“Incluso los mártires, señaló,
en su juicio, no buscaron la muerte sino la resurrección. Dios, por amor, puede llevarnos a caminar por
caminos difíciles, a experimentar dolorosas heridas y espinas, pero nunca
nos abandonará. Siempre estará con nosotros, al lado nuestro, junto a nosotros”.
“Para un creyente esto, más que
una esperanza, es una certeza: ¡Dios
está conmigo!”, indicó. Por último, saludó a los
peregrinos de lengua española, en modo particular a la Fundación Manos Unidas de España que,
desde el compromiso cristiano en su campaña contra el hambre, busca cumplir la
voluntad de Dios para que a nadie falte el pan cotidiano ni lo necesario en sus
vidas.
Ary Waldir Ramos Díaz
Fuente:
Aleteia