Las letras se encuentran con frecuencia en la parte superior
de los crucifijos y están sacadas de la Biblia
En los primeros tres evangelios de Mateo,
Marcos y Lucas, se narra que después de que Jesús es clavado en la cruz, los
soldados “colocaron sobre su cabeza el cargo escrito contra él: Este es Jesús,
el Rey de los judíos” (Mateo 27,37).
El Evangelio
de Juan amplía esta parte particular de la historia de la Pasión de Jesús,
explicando que los líderes judíos protestaron contra esta inscripción. Pilato
es quien ordena el letrero y se asegura de que esté escrito en varios idiomas
para que todos lo lean.
Pilato redactó una inscripción que decía:
«Jesús el Nazareno, rey de los judíos», y la hizo poner sobre la
cruz. Muchos judíos leyeron esta inscripción, porque el lugar donde Jesús
fue crucificado quedaba cerca de la ciudad y la inscripción estaba en hebreo,
latín y griego. Los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato: «No
escribas: “El rey de los judíos”, sino: “Este ha dicho: Yo soy el rey de los
judíos”». Pilato respondió: «Lo escrito, escrito está».
La
inscripción que Pilato había escrito está representada en los crucifijos con la
abreviatura INRI.
Esto se
refiere a la traducción latina del cargo de Pilato, Iesus Nazarenus, Rex Iudaeorum (Jesús
el Nazareno, Rey de los judíos). En ocasiones, la primera letra se representa
como una “J” en lugar de una “I”, pero en latín son intercambiables.
Dado que la Iglesia Católica se ubicó inicialmente en el Imperio Romano y el
latín se convirtió en el idioma “oficial” de la Iglesia Romana, el INRI se vio
favorecido sobre las palabras griegas y hebreas de la inscripción.
La abreviatura nos recuerda que la
acusación de Pilato, aunque era burlona, es verdadera: Jesús es verdaderamente nuestro rey, el que vino a salvarnos del pecado y
la muerte. Su trono es la cruz y desde ella nos gobierna con amor y
misericordia. Jesús es el único rey verdadero al que podemos seguir.
Philip Kosloski
Fuente: Aleteia






