La enfermedad o la vejez no afecta en lo más mínimo la dignidad de la persona humana, a cuyo servicio debe estar siempre la medicina
El ser humano no pierde su
dignidad con la enfermedad o la vejez
«La
medicina se pone siempre al servicio de la vida», afirma Juan Pablo II.
Constató que la enfermedad o la vejez no afecta en lo más mínimo la dignidad de
la persona humana, a cuyo servicio debe estar siempre la medicina.
«La medicina se pone siempre al servicio de la vida --afirmó--. Incluso cuando sabe que no puede vencer una grave patología, se esfuerza por aliviar los sufrimientos».
«La medicina se pone siempre al servicio de la vida --afirmó--. Incluso cuando sabe que no puede vencer una grave patología, se esfuerza por aliviar los sufrimientos».
«Trabajar con pasión para ayudar al paciente en todas las situaciones significa
tomar conciencia de la dignidad inalienable de cada ser humano, incluso en las
condiciones extremas del estadio terminal», constató el Santo Padre en el
discurso que entregó en italiano dirigido a personal sanitario, agentes de
pastoral, expertos en bioética, teólogos, etc.
«El sufrimiento, la vejez, el estado de inconsciencia, la inminencia de la
muerte no disminuyen la intrínseca dignidad de la persona, creada a imagen de
Dios», indicó el pontífice.
«Entre los dramas causados por una ética que pretende establecer quién puede
vivir y quién puede morir, está el de la eutanasia», reconoció.
«Aunque esté motivada por sentimientos de una malentendida compasión o de una
malentendida dignidad que hay que preservar, la eutanasia en vez de rescatar a
la persona del sufrimiento, la suprime», aclaró.
«Por el contrario, la verdadera compasión promueve todos los esfuerzos
razonables a favor de la curación del paciente. Al mismo tiempo, ayuda a
detenerse cuando toda intervención deja de ser útil para alcanzar ese fin».
De hecho, aclaró, «el rechazo del ensañamiento terapéutico no es un rechazo del
paciente y de su vida».
«La decisión eventual de no emprender o de interrumpir una terapia se considera
éticamente correcta cuando ésta resulte ineficaz o claramente desproporcionada
respecto a los fines de sostener la vida o la recuperación de la salud», indicó
el Santo Padre.
«El rechazo del ensañamiento terapéutico, por lo tanto, es expresión del
respeto que en todo momento se debe al paciente», subrayó.
El Papa alentó la adecuada utilización de cuidados paliativos, como los
analgésicos, así como la formación a todos los niveles de personal en este
sentido.
Los atentados contra la vida constituyen una de las preocupaciones que más
inquietan al Papa, como también lo demuestra el mensaje que ha enviado a la
Asociación de Médicos Católicos Italianos, que están celebrando su Congreso
Nacional en Bari, publicado este viernes por la Sala de Prensa del Vaticano.
Recordando los principios éticos que fundamentan el Juramento de Hipócrates, la
misiva pontificia señala «no existen vidas indignas de ser vividas; no hay
sufrimientos, por muy penosos que sean, que puedan justificar la supresión de
una vida; no existen razones, por mayores que sean, que favorezcan la
"creación" de seres humanos destinados a ser utilizados y
destruidos».
Por: Juan Pablo II
Fuente:
Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud sobre «Los cuidados
paliativos»