Homilía ayer en Casa Santa Marta
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El protagonista del pasaje del evangelio
propuesto por la liturgia de hoy es el Espíritu Santo. En el discurso de
despedida a los discípulos antes de subir al Cielo, Jesús, dice el Papa, nos
hace una auténtica catequesis sobre el Espíritu Santo, nos explica quién es.
Los discípulos están tristes al escuchar que su Maestro les dejará en breve, y
Jesús les riñe por esto, porque, afirma Francisco, “la tristeza no es una actitud
cristiana”.
¿Pero cómo se
hace a no estar tristes? “Contra la tristeza – dice el Papa – en la oración (…)
pedimos al Señor que mantenga en nosotros la renovada juventud del espíritu”.
Aquí entra en escena el Espíritu Santo, que es el que esté en nosotros la
juventud que nos renueva siempre.
Un santo
decía: un santo triste es un triste santo. Así, prosigue el Papa, “un cristiano
triste es un triste cristiano: no funciona.” El Espíritu Santo es el que nos
hace capaces de llevar las cruces y recuerda el ejemplo de Pablo y Sila que,
encadenados, cantaban himnos a Dios.
El Espíritu
Santo lo renueva todo. “El Espíritu Santo – dice – es el que nos acompaña en la
vida, el que nos sostiene”, es el Paráclito. Y comenta: “¡Qué nombre más
raro!”, y recuerda cuando era sacerdote, en una misa para niños un domingo de
Pentecostés, cuando les preguntó si sabían quién era el Espíritu Santo. Y un
niño le respondió: el paralítico. Y nosotros muchas veces “pensamos que el
Espíritu Santo es un paralítico, que no hace nada …”.
Paráclito: la palabra paráclito significa
“el que está junto a mí para sostenerme” para que yo no caiga, para que yo siga
adelante, para que yo conserve esta juventud del Espíritu. El cristiano siempre
es joven: siempre. Y cuando el corazón del cristiano empieza a envejecer,
empieza a disminuir su vocación de cristiano. O eres joven de corazón, o no
eres plenamente cristiano.
Francisco prosigue diciendo que en la vida habrá dolores, Pablo y Sila eran
golpeados y sufrían, “pero estaban llenos de alegría, cantaban … “
Esta es la juventud. Una juventud que te
hace mirar siempre la esperanza: ¡adelante! Pero para tener esta juventud hace
falta un diálogo cotidiano con el Espíritu Santo, que está siempre junto a
nosotros. Es el gran don que nos ha dejado Jesús: este apoyo, que nos hace
seguir adelante.
Y aunque
seamos pecadores, el Espíritu nos ayuda a arrepentirnos y a mirar adelante:
“habla con el Espíritu – dice el Papa – : él te dará apoyo y te devolverá la
juventud”. El pecado en cambio envejece: “Envejece el alma, envejece todo”. Y
subraya: “Nunca esta tristeza pagana”. En la vida hay momentos difíciles, pero
en estos momentos “se siente que el Espíritu nos ayuda a seguir adelante (…) y
a superar las dificultades. También el martirio”.
“Pidamos al Señor no perder esta juventud
renovada, no ser cristianos jubilados que han perdido la alegría y no se dejan
llevar adelante … El cristiano nunca se jubila; el cristiano vive, vive porque
es joven – cuando es un verdadero cristiano”.
Vatican
Media
Fuente:
Aleteia