En
la audiencia con los Frailes Menores Conventuales realizada este lunes en la
Sala Clementina del Palacio Apostólico en el Vaticano, el Papa Francisco alentó
una formación sólida que ayude a contener el abandono de la vida consagrada
El
Santo Padre explicó que una formación sólida permitirá que sea posible
“contener, al menos en parte, la hemorragia de los abandonos que afectan a la
vida sacerdotal y consagrada”.
Esta
formación, resaltó el Papa Francisco, debe ser “un camino formativo que
favorezca en los hermanos la conformación cada vez más plena con Cristo. Una
formación integral que involucra todas las dimensiones de la persona. Una
formación personalizada y permanente, en cuanto itinerario que dura toda la
vida”.
Esta
formación también debe moldear el “corazón y cambiar nuestra forma de pensar,
sentir y comportarnos. Una formación a la fidelidad, bien conscientes de que
hoy vivimos en la cultura de lo provisional, de que el ‘para siempre’ es muy
difícil y de que las opciones definitivas no están de moda”.
En
este contexto, continuó, “hay necesidad de formadores sólidos y experimentados
en la escucha y en los caminos que conducen a Dios, capaces de acompañar a
otros en este camino, formadores que conocen el arte del discernimiento y el
acompañamiento”.
El
Santo Padre también alentó a los franciscanos menores a predicar la paz. “El
saludo franciscano que os distingue es ‘¡Paz y bien!’, que bien podemos
traducir con reconciliación: reconciliación con uno mismo, con Dios, con los
demás y con las criaturas, es decir vivir en armonía: paz que te da la
armonía”, señaló.
“Es
una reconciliación en círculos concéntricos, que comienza desde el corazón y se
extiende al universo, pero en realidad comienza desde el corazón de Dios, desde
el corazón de Cristo. La reconciliación es el preludio de la paz que Jesús nos
dejó”.
El
Papa Francisco señaló que la paz “no es la ausencia de problemas, sino que
viene con la presencia de Dios en nosotros mismos y se manifiesta en todo lo
que somos, lo que hacemos y lo que decimos. Sean mensajeros de paz, primero con
la vida y luego con las palabras. Sean instrumentos de perdón y misericordia en
todo momento”.
Recordando
el ejemplo del pobre de Asís, el Papa resaltó que las comunidades franciscanas
deben ser “lugares donde se experimenta la misericordia”. “No hay paz sin
reconciliación, sin perdón, sin misericordia. Solo aquellos que tienen un
corazón reconciliado pueden ser ‘ministros’ de misericordia, constructores de
paz”, agregó.
El
Pontífice también animó a vivir según el Evangelio como hizo San Francisco y a
promover la fraternidad que es “un don para ser recibido con gratitud. Es una
realidad que siempre está ‘en camino’, en construcción, y por lo tanto solicita
la contribución de todos, sin que nadie se excluya o sea excluido; en el que no
hay ‘consumidores’ sino constructores”.
“Los
exhorto a que alimenten su fraternidad con el espíritu de la santa oración y
devoción al que deben servir todas las demás cosas temporales. De esta manera,
su vida fraterna en comunidad se convierte en una forma de profecía en la
Iglesia y en el mundo y se transforma en escuela de comunión que siempre
hay que ejercitar, siguiendo el ejemplo de Francisco, en una relación de amor y
obediencia con los pastores”, alentó.
El
Papa Francisco también subrayó la importancia de la “minoridad”, que es “una
elección difícil porque se opone a la lógica del mundo que busca el éxito a
cualquier costo, desea ocupar los primeros lugares, ser considerado como
señores”.
“Francisco
les pide que sean menores siguiendo el ejemplo de Jesús, que no vino para ser
servido sino para servir y que nos dice: ‘El que quiera llegar a ser grande
entre vosotros será vuestro servidor sirviente, y el que quiera ser el primero
entre vosotros, será el esclavo de todos’", indicó el Pontífice.
“Que
esta –resaltó el Papa Francisco– sea su única ambición: ser siervos, servir los
unos a los otros. Así vivida, su existencia será una profecía en este mundo
donde la ambición de poder es una gran tentación”.
Fuente:
ACI Prensa