Te abruman tantos problemas, parece que no hay salida. Oras y oras y parece que tu oración no es escuchada...
Seguramente la
noche anterior no has podido dormir pensando en cómo solucionar el problema que
tienes ahora mismo. Das vuelta de un lado al otro y no sabes cómo salir de él y
menos cuándo acabará.
De la misma manera están
tus compañeros de clase, de trabajo o familiares. Todos tenemos problemas en la
casa, con los amigos, en el trabajo, en fin… Si los problemas se convirtieran
en un tesoro, pronto serías rico.
Oras y oras y parece que tu
oración no es escuchada por Dios, pues los problemas empeoran y día a día se te
suman más. Y la fe pronto se va debilitando hasta que te alejas de Dios.
A lo mejor estás leyendo
este artículo desde una cama de enfermo, o desde tu oficina en medio de miles
de actividades y regaños de tu jefe o quizá desde la universidad y ya no puedes
con la carga académica. O tal vez en tu casa en medio de los problemas
económicos de la familia y por qué no en medio de los conflictos en tu
noviazgo.
¿Por qué a mi? es la
pregunta que frecuentemente repites. Ahora te pregunto:
¿Acaso no has deseado alguna vez ser rico? ¿Recuerdas cuando arriba escribí “si
los problemas se convirtieran en un tesoro, pronto serías rico?
Hoy te propongo una buena
idea, a lo mejor no la perfecta, pero sí la que te ayudará a sobrellevar los
problemas. En cada problema, identifica lo positivo. Cada
problema trae consigo un tesoro, ese que aún no has descubierto porque sigues
empeñado en quejarte.
Tómate un par de minutos.
Piensa. Reflexiona. Pregúntate: ¿Cuál es el tesoro de mi problema? ¿Cuál es el
lado positivo? ¿De qué me está salvando Dios?
Muchas veces nosotros
queremos que las cosas ya sucedan, que los problemas se solucionen o que
simplemente no existan. Dios sí existe y sus pensamientos no son iguales a los
tuyos, ni tampoco a los míos. Su pensamiento y amor es divino, todo tiene un
propósito, un tesoro.
¿Y María? Ella te ama
diciéndote: “No se entristezca tu corazón ni te llenes de angustia. ¿Acaso no
estoy yo aquí, que soy tu Madre? ¿Acaso no soy tu ayuda y protección?”.
¡Ánimo! ¡Dios tiene un gran
tesoro para ti!
Por: Abraham Soto
Fuente: Católicos
Con Acción